LA OTRA CIUDAD
Publicado: Lun, 02 Feb 2009 15:17
Este poema ha sido modificado
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claudieta cabanyal escribió:El último kilómetro de mi trayecto
son campos de naranjos verdes
que una vez valieron oro
y que alguien se empeñó
que no valieran nada.
Queda el aroma a azar que te persigue
hasta que la construcción lo engulle todo.
Pero el esplendor permanece en la memoria
porque mi sol me invita a recordar.......
Un saludo desde una ciudad como tantas..........
Pilar Morte escribió:Es el lado triste y oscuro de las ciudades. El que solo conocen los que lo habitan.
Gracias por compartirlo
Un abrazo
Pilar
Ricardo Serna G escribió:José Manuel Sáiz,
Un poesía que muestra
la realidad de las ciudades...
Te felicito extraodinarias letras...
Un abrazo fuerte, querido amigo
Que virtud la tuya Jose, de convertir el ultimo kilometro del recorrido de un tren en poesia!! Dices muchas verdades, es cierto que a menudo hacemos el mismo recorrido solo pensando en llegar a nuestro destino final ignorando todas esas imagenes cotidianas que estan ahi, y que son una forma mas de poesia, como dices!!José Manuel Sáiz escribió:LA OTRA CIUDAD
Ese último kilómetro está lleno de poesía. Es la poesía
de lo desdeñado; la de las fábricas que dan la espalda
a los raíles; la de la ropa tendida en la trasera
de los edificios. Es la poesía de las furgonetas abandonadas,
de la chatarra; la de los huertos furtivos y las casetas
de chapa y uralita. Es la poesía del plástico en los matorrales,
la de los envases, las latas y los vidrios; la del óxido
oscuro de las catenarias, los graffiti y los carteles
de circo caducados. Es la obra inacabada de mil pintadas
en muros de ladrillo y la hipocresía sonriente de cientos
de eslóganes políticos… Es la melancolía
de los vagones de carga descansando en vía muerta.
Después aparecerá el cemento y el nombre
de la estación en grandes letras. Nos sorprenderá
la techumbre de acero en forma de celosía y el enorme
reloj que siempre mira hacia el andén. El hombre
que estaba a mi izquierda se irá. Comenzarán
a salir de los compartimentos viajeros con maletas
que pronto se perderán en el vértigo de las calles.
Cuando la propia ciudad me engulla a mí y me muestre
su cara amable; cuando sus plazas y avenidas me hablen
de su presente y de su historia y yo intente vivir mi vida
como uno más, prometo recordar entonces
a la ciudad que late y vive dando la espalda a un tren
que nos brinda en apenas un kilómetro, imágenes
de una hermosa y decadente poesía.
Es la otra cara,
la cara gris y cenicienta,
de una gran ciudad.
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