Editorial Alaire

Ojos de herida voz bajo la noche inquieta,
bajo la piel terrible del silencio,
bajo la luz quebrada en los enjambres.
Los días que se fueron
volvieron a nacer en las colmenas
y nos quedó el dolor,
y el almanaque inútil de la piel
tatuándose en memoria.
Un árbol no es guarida para el duelo,
ni un camposanto el fruto del olvido.
Puedo entender la soledad
y el miedo de los años,
pero en la edad pasan los frutos grises
y caen o remueven el destierro
para surgir de pronto en otras grietas,
en las tinieblas dulces,
en los gemidos tristes de la lluvia,
en el ritual callado del suicidio.
Quién cercenó la sal
para escribir el duelo en su corteza.
Quién arrancó la sombra de mi sombra
para ocultar su cuerpo nombrándome ceniza.
Sólo nos queda un sordo nudo,
bajando con el llanto y el expiro.
Sólo nos queda el tacto y la palabra
cayendo innumerable en el poema.
Sólo nos queda un gris desvanecer
bajo el jardín del luto que se extiende
en huerfanías y en silencio.

Escribes tan bien, guajín, que leerte es pasar de la admiración a la envidia (ojú, verde estoy : ))

Puedo entender la soledad
y el miedo de los años,
pero en la edad pasan los frutos grises
y caen o remueven el destierro
para surgir de pronto en otras grietas,

Esos versos me han gustado muchísimo, y los quién, que llevan al lector al desenlace, al sólo nos queda esto.


Aplausos

Blanca

Excelente poema benajamin.
un abrazo
javier

Con enorme placer acompaño el llanto de las colmenas. Precioso poema
Un abrazo
Pilar

todo el poema es destacable,
por quedarmo con algo

"Un árbol no es guarida para el duelo,
ni un camposanto el fruto del olvido"

estos versos por lo conciso, concreto y sugerente


un fuerte abrazo, está más en forma que nunca

.

Benjamín León escribió:Ojos de herida voz bajo la noche inquieta,
bajo la piel terrible del silencio,
bajo la luz quebrada en los enjambres.
Los días que se fueron
volvieron a nacer en las colmenas
y nos quedó el dolor,
y el almanaque inútil de la piel
tatuándose en memoria.
Un árbol no es guarida para el duelo,
ni un camposanto el fruto del olvido.
Puedo entender la soledad
y el miedo de los años,
pero en la edad pasan los frutos grises
y caen o remueven el destierro
para surgir de pronto en otras grietas,
en las tinieblas dulces,
en los gemidos tristes de la lluvia,
en el ritual callado del suicidio.
Quién cercenó la sal
para escribir el duelo en su corteza.
Quién arrancó la sombra de mi sombra
para ocultar su cuerpo nombrándome ceniza.
Sólo nos queda un sordo nudo,
bajando con el llanto y el expiro.
Sólo nos queda el tacto y la palabra
cayendo innumerable en el poema.
Sólo nos queda un gris desvanecer
bajo el jardín del luto que se extiende
en huerfanías y en silencio.

No hay desperdicio en este escrito, sin duda.

Brillante, se me ocurre, Benjamín

Un abrazo.

Es la concentración, el nudo, lo medular, tanto como un latido que fue y, en el presente ,es sólo su eco el que anima el corazón, el que anima el músculo para sobrevivir hasta la próxima diástole, para que ésta le devuelva su verdadera complexión, el aposento de todos los planos, de todas las dimensiones. Fuera de ese encuentro, todo es colmena, todo es hacinamiento de vida vana.
Un abrazo, muy agradecido.

Muchas gracias, Blanca, por tu lectura y por tu aprecio a mis letras.

Un abrazo fraterno, Benjamín.

Benjamín León,
Y nos queda tu extraodinaria
poesía, maestro


Un abrazo fuerte

Llanto en las colmenas que nos trae la miel de estos versos.
Salud.

Gracias, Javier, por tu lectura, por tu aprecio.

Un abrazo, Benjamín.

Gracias, Pilar, por acercarte a mi poema, un gusto tener tu visita.

Un abrazo fraterno, Benjamín.

Benjamín León escribió:Ojos de herida voz bajo la noche inquieta,
bajo la piel terrible del silencio,
bajo la luz quebrada en los enjambres.
Los días que se fueron
volvieron a nacer en las colmenas
y nos quedó el dolor,
y el almanaque inútil de la piel
tatuándose en memoria.
Un árbol no es guarida para el duelo,
ni un camposanto el fruto del olvido.
Puedo entender la soledad
y el miedo de los años,
pero en la edad pasan los frutos grises
y caen o remueven el destierro
para surgir de pronto en otras grietas,
en las tinieblas dulces,
en los gemidos tristes de la lluvia,
en el ritual callado del suicidio.
Quién cercenó la sal
para escribir el duelo en su corteza.
Quién arrancó la sombra de mi sombra
para ocultar su cuerpo nombrándome ceniza.
Sólo nos queda un sordo nudo,
bajando con el llanto y el expiro.
Sólo nos queda el tacto y la palabra
cayendo innumerable en el poema.
Sólo nos queda un gris desvanecer
bajo el jardín del luto que se extiende
en huerfanías y en silencio.

... Benjamín, es un honor leerte, amigo; un fuerte abrazo; Orión

Gracias, Alonso, por pasarte por el poema. Un gusto tener tu visita y tu palabra de amistad.

Un abrazo fraterno, Benjamín.

Puedo entender la soledad
y el miedo de los años,
pero en la edad pasan los frutos grises
y caen o remueven el destierro
para surgir de pronto en otras grietas,
en las tinieblas dulces,
en los gemidos tristes de la lluvia,
en el ritual callado del suicidio.

Quién arrancó la sombra de mi sombra
para ocultar su cuerpo nombrándome ceniza.

Un magnífico poema del dolor y la nostalgia. Donde la soledad se despliega como un gran sistema operativo donde se desarrolla la vida, el espíritu, el destino trágico del poeta


Sigue la gran poesía alzándose en este foro.

Un fuerte abrazo, querido amigo.