CARTA A UN DESCONOCIDO
Publicado: Dom, 06 Ene 2008 0:23
CARTA A UN DESCONOCIDO
No te conozco. No sé tu nombre.
Ni tan siquiera he visto nunca
tu rostro.
Pero tu soledad se me descuelga
plácidamente
por entre la mañana
y se enreda en las sombras y los pasos.
He vislumbrado tu silueta a lo lejos
en el ocre trasluz de una ventana.
No te conozco. Y sin embargo
te presiento como el latido próximo
pues nuestras soledades caminan paralelas.
Nunca se tocan, pero a veces
se sonríen al cruzar el camino donde pasan
las cosas.
* * *
Todo cuanto yo tengo son palabras
que distribuyo entre los pasos y los días.
Pasos pequeños
y días grandes como espacios eternos.
Allí encuentro tu prisa rayando las paredes,
mordiendo las esquinas,
y hundiéndose en la acequia de mis versos.
Allí me extralimito y atravieso distancias insalvables
para poder fundir
dos universos.
* * *
Hoy la alameda te ha traído despacio.
Tus pies han paseado por entre la hojarasca
como buscando un son.
He observado la danza desde el balcón oscuro
del viejo atardecer,
y he deslizado suavemente los pies
por el paisaje azul donde te expresas.
Tu figura a lo lejos se duplica
y caminamos juntos por avenidas nuevas
un momento.
Se abre la verja que siempre te extradita.
Cesa la música.
Vuelvo al reloj.
* * *
La jungla que adormece tu jardín
es blanca.
Junta recuerdos que viven apagados.
Reúne tiempos y vidas y distancias
como capas de un árbol que envejece.
Es más lo que me dice que lo que me silencia.
Sólo quiere ocultar más abandono.
Más sumas que se suman y se suman y mueren.
Más soledad.
* * *
Debo decir que el tiempo
nos ha facilitado las armas del olvido.
También el privilegio
de formar un castillo con naipes de cristal.
Y aquí estamos tú y yo:
dos almas desbordadas
en solitarios reinos de oropel y silencio.
Imaginando a veces que compartimos algo,
por más que las fronteras
nos impidan pasar.
* * *
No te conozco, y muy probablemente
pasaré por tu lado sin saber que eres tú
la vida colindante
que ha acercado a la mía un leve resplandor.
© 2002. ESTAMPAS DE INVIERNO
No te conozco. No sé tu nombre.
Ni tan siquiera he visto nunca
tu rostro.
Pero tu soledad se me descuelga
plácidamente
por entre la mañana
y se enreda en las sombras y los pasos.
He vislumbrado tu silueta a lo lejos
en el ocre trasluz de una ventana.
No te conozco. Y sin embargo
te presiento como el latido próximo
pues nuestras soledades caminan paralelas.
Nunca se tocan, pero a veces
se sonríen al cruzar el camino donde pasan
las cosas.
* * *
Todo cuanto yo tengo son palabras
que distribuyo entre los pasos y los días.
Pasos pequeños
y días grandes como espacios eternos.
Allí encuentro tu prisa rayando las paredes,
mordiendo las esquinas,
y hundiéndose en la acequia de mis versos.
Allí me extralimito y atravieso distancias insalvables
para poder fundir
dos universos.
* * *
Hoy la alameda te ha traído despacio.
Tus pies han paseado por entre la hojarasca
como buscando un son.
He observado la danza desde el balcón oscuro
del viejo atardecer,
y he deslizado suavemente los pies
por el paisaje azul donde te expresas.
Tu figura a lo lejos se duplica
y caminamos juntos por avenidas nuevas
un momento.
Se abre la verja que siempre te extradita.
Cesa la música.
Vuelvo al reloj.
* * *
La jungla que adormece tu jardín
es blanca.
Junta recuerdos que viven apagados.
Reúne tiempos y vidas y distancias
como capas de un árbol que envejece.
Es más lo que me dice que lo que me silencia.
Sólo quiere ocultar más abandono.
Más sumas que se suman y se suman y mueren.
Más soledad.
* * *
Debo decir que el tiempo
nos ha facilitado las armas del olvido.
También el privilegio
de formar un castillo con naipes de cristal.
Y aquí estamos tú y yo:
dos almas desbordadas
en solitarios reinos de oropel y silencio.
Imaginando a veces que compartimos algo,
por más que las fronteras
nos impidan pasar.
* * *
No te conozco, y muy probablemente
pasaré por tu lado sin saber que eres tú
la vida colindante
que ha acercado a la mía un leve resplandor.
© 2002. ESTAMPAS DE INVIERNO