Editorial Alaire

Pilar Morte escribió: Un recuerdo de los dolorosos multiinfartos que iluminaron tu rostro

La sangre se cosió en tus arterias, y enmudeció el cerebro,
calcinando la vida
llevándose el rostro.
Giraste a la primera sinapsis
olvidando las voces últimas, ignorando la imagen
que ocultaban los vidrios.

No hay edad para ser niño, para construir puzzles de tres piezas,
si vuelves al camino que descifró el primer poema,
y, alguien por ti, revela el tapiz de los sueños.
Como tú, retrocediendo en los amores: olvidaste a tus hijos,
y reclamabas a tu hermano.

No conocía a mi padre,
su otro yo, el pudor que escondía en su gesto,
y la fidelidad en el tejado de la casa.
Nunca entonaste la escala de la emoción como entonces,
ni tus manos tallaron la madera con más precisión.
Sumergido en el pasado, recobraste la paz,
y, olvidando la luz, te alzaste silencioso a nuevo sol.

Yo, no conocía a mi padre,
su ternura, la que descubrí en aquellas noches,
con cantos de antesala, desandando los pasos,
y el calor agradecido en el vidrio de sus ojos.
Fui el seno materno de tus ansias, mientras ahogabas la voz
y elfos abrían tu recelo.
Te perdí y recobré parte de tí, la que ocultaba tu miedo
-el lenguaje del vuelo del pájaro-

Fue doloroso,
pero sellaste en el último beso
el milagro de hallarte en lo velado.

Pilar Morte escribió: Un recuerdo de los dolorosos multiinfartos que iluminaron tu rostro

La sangre se cosió en tus arterias, y enmudeció el cerebro,
calcinando la vida
llevándose el rostro.
Giraste a la primera sinapsis
olvidando las voces últimas, ignorando la imagen
que ocultaban los vidrios.

No hay edad para ser niño, para construir puzzles de tres piezas,
si vuelves al camino que descifró el primer poema,
y, alguien por ti, revela el tapiz de los sueños.
Como tú, retrocediendo en los amores: olvidaste a tus hijos,
y reclamabas a tu hermano.

No conocía a mi padre,
su otro yo, el pudor que escondía en su gesto,
y la fidelidad en el tejado de la casa.
Nunca entonaste la escala de la emoción como entonces,
ni tus manos tallaron la madera con más precisión.
Sumergido en el pasado, recobraste la paz,
y, olvidando la luz, te alzaste silencioso a nuevo sol.

Yo, no conocía a mi padre,
su ternura, la que descubrí en aquellas noches,
con cantos de antesala, desandando los pasos,
y el calor agradecido en el vidrio de sus ojos.
Fui el seno materno de tus ansias, mientras ahogabas la voz
y elfos abrían tu recelo.
Te perdí y recobré parte de tí, la que ocultaba tu miedo
-el lenguaje del vuelo del pájaro-

Fue doloroso,
pero sellaste en el último beso
el milagro de hallarte en lo velado.

Viví Flores Massares escribió:Volví con vos a los momentos mágicos, los últimos del único padre que conocí, mi abuelo Max. Regreso a comentarte como mereces cuando desate el nudo que me llevo en la garganta.

Un abrazo, muy fuerte, pero mucho.

Aubriel Camila de la Prad escribió:

Pilar Morte escribió: Un recuerdo de los dolorosos multiinfartos que iluminaron tu rostro

La sangre se cosió en tus arterias, y enmudeció el cerebro,
calcinando la vida
llevándose el rostro.
Giraste a la primera sinapsis
olvidando las voces últimas, ignorando la imagen
que ocultaban los vidrios.

No hay edad para ser niño, para construir puzzles de tres piezas,
si vuelves al camino que descifró el primer poema,
y, alguien por ti, revela el tapiz de los sueños.
Como tú, retrocediendo en los amores: olvidaste a tus hijos,
y reclamabas a tu hermano.

No conocía a mi padre,
su otro yo, el pudor que escondía en su gesto,
y la fidelidad en el tejado de la casa.
Nunca entonaste la escala de la emoción como entonces,







ni tus manos tallaron la madera con más precisión.
Sumergido en el pasado, recobraste la paz,
y, olvidando la luz, te alzaste silencioso a nuevo sol.

Yo, no conocía a mi padre,
su ternura, la que descubrí en aquellas noches,
con cantos de antesala, desandando los pasos,
y el calor agradecido en el vidrio de sus ojos.
Fui el seno materno de tus ansias, mientras ahogabas la voz
y elfos abrían tu recelo.
Te perdí y recobré parte de tí, la que ocultaba tu miedo
-el lenguaje del vuelo del pájaro-

Fue doloroso,
pero sellaste en el último beso
el milagro de hallarte en lo velado.

Pilar, es un poema sumamente emotivo y escrito con una gran sensibilidad.
Un gusto leerte.

Besos desde Buenos Aires.

Óscar Bartolomé Poy escribió:

Pilar Morte escribió: Un recuerdo de los dolorosos multiinfartos que iluminaron tu rostro

La sangre se cosió en tus arterias, y enmudeció el cerebro,
calcinando la vida
llevándose el rostro.
Giraste a la primera sinapsis
olvidando las voces últimas, ignorando la imagen
que ocultaban los vidrios.

No hay edad para ser niño, para construir puzzles de tres piezas,
si vuelves al camino que descifró el primer poema,
y, alguien por ti, revela el tapiz de los sueños.
Como tú, retrocediendo en los amores: olvidaste a tus hijos,
y reclamabas a tu hermano.

No conocía a mi padre,
su otro yo, el pudor que escondía en su gesto,
y la fidelidad en el tejado de la casa.
Nunca entonaste la escala de la emoción como entonces,
ni tus manos tallaron la madera con más precisión.
Sumergido en el pasado, recobraste la paz,
y, olvidando la luz, te alzaste silencioso a nuevo sol.

Yo, no conocía a mi padre,
su ternura, la que descubrí en aquellas noches,
con cantos de antesala, desandando los pasos,
y el calor agradecido en el vidrio de sus ojos.
Fui el seno materno de tus ansias, mientras ahogabas la voz
y elfos abrían tu recelo.
Te perdí y recobré parte de tí, la que ocultaba tu miedo
-el lenguaje del vuelo del pájaro-

Fue doloroso,
pero sellaste en el último beso
el milagro de hallarte en lo velado.

No tengo tan claro si somos nosotros los que volvemos al pasado o si es el pasado el que vuelve a nosotros. Considero que los mejores versos de tu poema están al principio y al final. Te quedó muy hermoso ese "lenguaje del vuelo del pájaro".

Saludos, Pilar.

Ricardo Serna G escribió:Pilar Morte,

Este tipo de poema llegan al corazón, querida amiga

el tuyo no es la excepción.... te felicito


un abrazo fuerte