Editorial Alaire

[RIGHT]Una historia verídica [/RIGHT]

Gregorio no tenía miedo a las alturas, pero un día, luego de desafiar porfiadamente las más elementales leyes de la gravedad, se cayó del dintel de la puerta y acabó despanzurrado. Bueno, quizá no ocurriera exactamente así. Puede que el pisotón de un desaprensivo empecinado en acabar con su arrastrada existencia sea un relato más aproximado de lo sucedido. Sea como fuere, lo único cierto es que ya no se sostiene sobre esa puerta que presenció sus últimos balanceos, tan cierto como que yo no estaba allí para contemplar su desafortunada caída.

Lo último que recuerdo de Gregorio es que estaba encaramado al marco de la puerta con la temeridad de un funambulista que se pasea sobre un alambre, asomando al vacío dos patas escuálidas y unas antenas filiformes que me apuntaban como puntas de lanza. Ya en aquel momento tuve el fatal presentimiento de que se daría un sonoro golpetazo. Sólo faltaba saber cuándo ocurriría. Para entonces había abandonado la posición firme y segura que ocupara veinticuatro horas atrás, cuando se erguía majestuoso sobre sus seis extremidades de apariencia frágil y quebradiza, mas no por ello débiles. Con su abdomen piloso y ventrudo apoyado pesadamente en la madera y el duro caparazón protegiendo sus órganos más sensibles, se mantenía impasible al abrir y cerrar de la puerta que le servía de abrigo –y que más tarde sería su cadalso-, semejándose a una de esas rocas que resisten incólumes los embates de las olas; náufrago en mitad de una corriente de aire.

Esta mañana, cuando abrí la puerta, recibí la esperada constatación a mis temores. Ya no quedaba nada de aquellas patas escuálidas, ni de aquellas antenas filiformes, ni de aquel abdomen piloso y ventrudo. Todo lo que había en su lugar era una mancha negra en el suelo; la mancha de un horrible crimen. En la estrechez del cuarto de baño mal iluminado que se había convertido en improvisado catafalco, y entre los tañidos sofocantes de la cisterna del váter, yo era el único asistente a las exequias de Gregorio.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

A pesar de que Gregorio y sus congeneres me dan un poquitillo de repeluco, he leído tu historia. Suena muy verídica, es cierto.

Te felicito, narras muy bien. Me gusta leer un relato que no me produzca la sensación de encontrarme ante un telegrama.


Blanca

La sensibilidad con la que hablan tus letras, la crudeza de lo cotidiano, me dejaron pensando y llegué a la conclusión de que muy pocas veces pensamos en alguien fuera de nuestra especie, inclusive de nuestra propia naturaleza.
Nunca antes te había leído en éste género, pero me ha parecido formidable. Seguí la historia con mucho atención. Tienes un corazón muy grande Óscar.
Abrazos.

Blanca Sandino escribió:A pesar de que Gregorio y sus congeneres me dan un poquitillo de repeluco, he leído tu historia. Suena muy verídica, es cierto.

Te felicito, narras muy bien. Me gusta leer un relato que no me produzca la sensación de encontrarme ante un telegrama.


Blanca

Gracias por ser la primera en comentar mi relato. Celebro que haya sido de tu agrado. Lo de "verídica" es porque lo es, en efecto, pero también porque es una pequeña ironía al famoso lema "Basado en hechos reales".

Saludos, Blanca.

Tristitia Marisol escribió:La sensibilidad con la que hablan tus letras, la crudeza de lo cotidiano, me dejaron pensando y llegué a la conclusión de que muy pocas veces pensamos en alguien fuera de nuestra especie, inclusive de nuestra propia naturaleza.
Nunca antes te había leído en éste género, pero me ha parecido formidable. Seguí la historia con mucho atención. Tienes un corazón muy grande Óscar.
Abrazos.

Gracias por tus observaciones, Tristitia. Antes de escribir poesía me dediqué a la narrativa breve, y este relato es un exponente. 'La mancha negra' es un velado, o no tan velado, homenaje a 'La metamorfosis' de Kafka, en el sentido de que Gregorio es metonimia de cucaracha, pero también es una fábula moral, que te hace plantearte: si tratamos a las personas como si fueran insectos, ¿por qué no tratar a los insectos como si fueran personas? De ahí que haya dado a la cucaracha Gregorio, empezando por el hecho de tener un nombre y acabando por darle un funeral, el rango de ser humano.

Un fuerte abrazo, mi estimada amiga.

Excelente relato, amigo Óscar.
Parece ser que la prosa se te da bien, a juzgar por este trabajo pleno de imaginación, rozando en unos pasajes la genialidad, inmerso en ella en otros y, siempre, martilleando sin piedad las retinas del lector, en esa tétrica alegoría, al más pura estilo de Kafka. Lo desconocido, lo distinto, pierde su condición cuasi nauseabunda en beneficio de la provisión parabólica.
Ha sido un placer leerte. Felicidades por el texto, a mi juicio, excelente.
Un cordial abrazo.

Rafel Calle escribió:Excelente relato, amigo Óscar.
Parece ser que la prosa se te da bien, a juzgar por este trabajo pleno de imaginación, rozando en unos pasajes la genialidad, inmerso en ella en otros y, siempre, martilleando sin piedad las retinas del lector, en esa tétrica alegoría, al más pura estilo de Kafka. Lo desconocido, lo distinto, pierde su condición cuasi nauseabunda en beneficio de la provisión parabólica.
Ha sido un placer leerte. Felicidades por el texto, a mi juicio, excelente.
Un cordial abrazo.

Antes de nada, Rafel, te agradezco el interés que te has tomado al leer los dos relatos que he publicado hasta la fecha, que escribí en diferentes etapas de mi vida. Eres muy amable con tus observaciones. Yo empecé escribiendo en prosa, relatos breves, pero ahora estoy más metido en la poesía. Creo que esto se debe a mi búsqueda de un lenguaje depurado, cada vez más despojado de estridencias y cercano al minimalismo. Reconozco que, sobre todo cuando era más joven, me tiraba lo barroco. Ahora, en cambio, me inclino por la sencillez.


La parábola y el absurdo, que está presente en toda la obra kafkiana, es el eje central de 'La mancha negra'. Gracias por tu valoración.

Un abrazo, amigo.

Excelente texto, Óscar.

Una mirada de ternura a una repugnante cucaracha.

Un abrazo.

Marcos

P.S. En la obra de Kafka no queda muy claro qué tipo de insecto es.