Editorial Alaire

Le abro el párpado al pasado
y mi abuela aparece en mi cocina
del brazo de sus migajas de hambre
y de una fruta que robó a hurtadillas al tendero de la esquina.
Y me provoca el tiempo,
como un viejo exhibicionista
cuando le veo el corazón
a la estatua de mi ciudad.

Le abro el párpado al pasado
y mi abuela aparece en mi sofá
y se acaba de pintar las uñas
para darme la mano.
Mi mano de 1999,
ruborizada de silencio
escurridiza que guisaba a sus espaldas
para no decirle, hasta nunca cara de piedra.

Le abro el párpado al pasado
y le veo las enaguas al brasero
compadre hogareño
de tantas cenas a las ocho de la noche.
Y silba la gorra del abuelo más allá del comedor
mientras el delantal de la abuela siempre está colgado en la cocina.

Y me provoca el tiempo
como un viejo exhibicionista
cuando le veo el corazón
a la estatua de mi ciudad.
Y otra vez hurga mi abuela
en mi mano de 1999
ruborizada de silencio
mi mano escurridiza
que guisaba a sus espaldas
para no decirle,desnúdate estaua temerosa
o extínguete estatua de dolor.
Para no decirle, abrázame porque no temo amarte
y el recuerdo tirita como un caballito de mar.
Y ya agoniza el vacío
en las calles del miedo
cuando mis ojos del 2008
piensan en sus ojos negros cojeando de ausencia
ante los momentos bellos, deteniéndose,
apagándos en el bostezo de las cuatro de la tarde.
Y el tiempo se insinúa
en cada detalle adormecido de la culpa heredada
como se desparrama también en la caza
del bocado de la fruta fresca de pecar gozando

Pepa Ortiz escribió:Le abro el párpado al pasado
y mi abuela aparece en mi cocina
del brazo de sus migajas de hambre
y de una fruta que robó a hurtadillas al tendero de la esquina.
Y me provoca el tiempo,
como un viejo exhibicionista
cuando le veo el corazón
a la estatua de mi ciudad.

Le abro el párpado al pasado
y mi abuela aparece en mi sofá
y se acaba de pintar las uñas
para darme la mano.
Mi mano de 1999,
ruborizada de silencio
escurridiza que guisaba a sus espaldas
para no decirle, hasta nunca cara de piedra.

Le abro el párpado al pasado
y le veo las enaguas al brasero
compadre hogareño
de tantas cenas a las ocho de la noche.
Y silba la gorra del abuelo más allá del comedor
mientras el delantal de la abuela siempre está colgado en la cocina.

Y me provoca el tiempo
como un viejo exhibicionista
cuando le veo el corazón
a la estatua de mi ciudad.
Y otra vez hurga mi abuela
en mi mano de 1999
ruborizada de silencio
mi mano escurridiza
que guisaba a sus espaldas
para no decirle,desnúdate estaua temerosa
o extínguete estatua de dolor.
Para no decirle, abrázame porque no temo amarte
y el recuerdo tirita como un caballito de mar.
Y ya agoniza el vacío
en las calles del miedo
cuando mis ojos del 2008
piensan en sus ojos negros cojeando de ausencia
ante los momentos bellos, deteniéndose,
apagándos en el bostezo de las cuatro de la tarde.
Y el tiempo se insinúa
en cada detalle adormecido de la culpa heredada
como se desparrama también en la caza
del bocado de la fruta fresca de pecar gozando

Supongo que no somos mas que naufragos aferrados al recuerdo eso si escribiendo dulce

poesia y que dios bendiga a los muertos.

Saludos

Sí no sé si naúfragos, pero necesitamos bucear en los recuerdos de las personas que amamos, para desechar toda rabia, saber donde empieza la cadena y construir nuestra propia historia para no repetirla o sí pero siendo conscientes y responsables.
Un beso, y grácias por leerme.

Cuán elocuentes y precisas metáforas e imágenes, qué poema tan sutil y franco. Me encantó.
Besos y un fuerte abrazo para ti,

Me gustó mucho amiga. Saludos cordiales.

Cuanta ternura me dieron hoy tus palabras y el con ellas volver a recuerdos maravilloso, gracias por eso y gracias por pasar el arpa para dejar tu palabras.

Pepa Ortiz escribió:Le abro el párpado al pasado
y mi abuela aparece en mi cocina
del brazo de sus migajas de hambre
y de una fruta que robó a hurtadillas al tendero de la esquina.
Y me provoca el tiempo,
como un viejo exhibicionista
cuando le veo el corazón
a la estatua de mi ciudad.

Le abro el párpado al pasado
y mi abuela aparece en mi sofá
y se acaba de pintar las uñas
para darme la mano.
Mi mano de 1999,
ruborizada de silencio
escurridiza que guisaba a sus espaldas
para no decirle, hasta nunca cara de piedra.

Le abro el párpado al pasado
y le veo las enaguas al brasero
compadre hogareño
de tantas cenas a las ocho de la noche.
Y silba la gorra del abuelo más allá del comedor
mientras el delantal de la abuela siempre está colgado en la cocina.

Y me provoca el tiempo
como un viejo exhibicionista
cuando le veo el corazón
a la estatua de mi ciudad.
Y otra vez hurga mi abuela
en mi mano de 1999
ruborizada de silencio
mi mano escurridiza
que guisaba a sus espaldas
para no decirle,desnúdate estaua temerosa
o extínguete estatua de dolor.
Para no decirle, abrázame porque no temo amarte
y el recuerdo tirita como un caballito de mar.
Y ya agoniza el vacío
en las calles del miedo
cuando mis ojos del 2008
piensan en sus ojos negros cojeando de ausencia
ante los momentos bellos, deteniéndose,
apagándos en el bostezo de las cuatro de la tarde.
Y el tiempo se insinúa
en cada detalle adormecido de la culpa heredada
como se desparrama también en la caza
del bocado de la fruta fresca de pecar gozando

Me ha gustado la estructura de tu poema, con la repetición estratégica de algunos versos a modo de leitmotiv. Es precioso eso de "el recuerdo tirita como un caballito de mar". Recordar a los seres que nos quisieron es necesario para recordar quiénes somos.

Saludos, Pepa, y un placer recorrer tus letras.

Cuánta ternura... cuánto que se nos queda pegado en el recuerdo: esos detalles mínimos, me han encantado. Me he dejado caer en tu poema, para llenarme de nostalgias, Pepa.
Un gusto, te mando un abrazo.