PADRE ¿A QUE COÑO JUEGAS?
Publicado: Vie, 19 Dic 2008 0:08
PADRE ¿A QUE COÑO JUEGAS?
"Y limpié el glande de mi pluma
con tu sotana y falsa bandera
a las puertas de mi iglesia,
tras eyacular la santa hostia sobre la vulva de la hoja"
Padre,
¿a que coño juegas?
Veo puñados de codicia
aflorar su insidia
por el pasto de tus bolsillos.
Ahora derramados sobre el cosmos
apostando a una carta
toda la puta indiferencia.
Ojos en blanco
que leen libros en blanco.
Palabras desplomadas
junto al nervio óptico al pavimento
que se recrea en la orina
de la metáfora.
Suicidio impasible
desde la peana de la cornea.
Viscoso el mañana
que remolca su afección venérea
por las embestidas
de un lagrimal enmohecido.
Sobre la baraja
que yace en el tapiz de la gloria
junto a un trébol ya sin hojas.
Y en ellas,
suspendidos los labios amoratados
de la vagabunda violada y maltratada
que hambrientos solicitan limosna.
Su sonrisa
con dos lastres de desidia
que cuelgan suscritos
a las comisuras de los labios,
esbozando un arco
hacia el vacío hipogénico.
Espuma del alma
y la mueca,
hendida en el barro del deseo.
Bilis encolado
a una goma de mascar ya sin identidad,
que se burla de la anhelada proteína.
Así mismo.
Como el dedo pulgar
que famélico se palpa
la punta de la nariz.
Tras el crujido del vientre.
Encima de la lengua podrida y tediosa
por donar un millón de veces
las gracias.
Amen...
"Y limpié el glande de mi pluma
con tu sotana y falsa bandera
a las puertas de mi iglesia,
tras eyacular la santa hostia sobre la vulva de la hoja"
Padre,
¿a que coño juegas?
Veo puñados de codicia
aflorar su insidia
por el pasto de tus bolsillos.
Ahora derramados sobre el cosmos
apostando a una carta
toda la puta indiferencia.
Ojos en blanco
que leen libros en blanco.
Palabras desplomadas
junto al nervio óptico al pavimento
que se recrea en la orina
de la metáfora.
Suicidio impasible
desde la peana de la cornea.
Viscoso el mañana
que remolca su afección venérea
por las embestidas
de un lagrimal enmohecido.
Sobre la baraja
que yace en el tapiz de la gloria
junto a un trébol ya sin hojas.
Y en ellas,
suspendidos los labios amoratados
de la vagabunda violada y maltratada
que hambrientos solicitan limosna.
Su sonrisa
con dos lastres de desidia
que cuelgan suscritos
a las comisuras de los labios,
esbozando un arco
hacia el vacío hipogénico.
Espuma del alma
y la mueca,
hendida en el barro del deseo.
Bilis encolado
a una goma de mascar ya sin identidad,
que se burla de la anhelada proteína.
Así mismo.
Como el dedo pulgar
que famélico se palpa
la punta de la nariz.
Tras el crujido del vientre.
Encima de la lengua podrida y tediosa
por donar un millón de veces
las gracias.
Amen...