Editorial Alaire

Permanece la espina y su tiniebla,
los ciclos de la noche.
El corazón reclina sus caballos
para torcer el miedo mientras el mundo cae.
Puedo gritar los nombres de la muerte
o herirme en la palabra,
en su menguante rumbo que se aleja,
en su quemante hiel, en su ondulado grito.
Pero no puedo hundir en la memoria
los rastros de la noche,
el peso de la sombra bajo el suelo,
que todo en su retrato escribe.
No puedo hacer del canto una balanza
que nombre con justicia este dolor.
Este es el llanto:
haber perdido el rostro bajo el agua,
después de la quietud en los cristales.
Este es el duelo:
arder en lo aparente del destino
que arroja al abandono.
Permanece la espina y su tiniebla,
ésta heredad que insiste bajo el nombre.

Amigo, como siempre, lleno de ricas imágenes. Saludos cordiales.

En el llanto y en el duelo, un expléndido poema con el buen decir que te caracteriza y la alta calidad poética a que nos tienes habituados, Benjamín. Un placer leer.
Salud.

Al final, lo único nuestro es esa soledad humana con toda su carga de dolor, abandono, duelo, espinas. No existe justicia para tanta conciencia lacerada.

Me ha gustado leer este pulcro poema que universaliza con aguda percepción los límites del existencialismo del hombre.

De ninguna manera puedo decir que, en una sola lectura, se pueda aprehender toda la carga densa de contenido del poema. Es, pues, uno de esos poemas que ameritan la relectura.

La metáfora que me ha sorprendido:

“El corazón descansa sus caballos
para doblegar el miedo mientras el mundo cae.”

Lo he disfrutado.
Óscar

Me gustó mucho este poema existencial que se hunde en lo promás profundo buscando una respuesta a la vida
Un placer seguir tus versos
Un abrazo
Pilar

Este es el llanto:
haber perdido el rostro bajo el agua,
después de la quietud en los cristales.

me encantaron estos versos.
buen poema
te espero en mi obra
javier

Excelente tu poema Bnejamín.
Un palcer leer un poema de tanta calidad y tan evocador.

Mis felicitaciones y un fuerte abrazo

Joan

Permanece la espina y su tiniebla,
los ciclos de la noche.
El corazón reclina sus caballos
para torcer el miedo mientras el mundo cae.
Puedo gritar los nombres de la muerte
o herirme en la palabra,
en su menguante rumbo que se aleja,

Bellísimo el poema, Benjamín. Me encanta
"El corazón reclina sus caballos
para torcer el miedo mientras el mundo cae" y no sólo por lo que dice, sino por los caminos que abre, que tú, tan bien recorres. Puedo hacer esto, o puedo (...) pero no puedo hundir en la memoria(...) No puedo hacer del canto.

Y el ritmo, magnífico, guajín. Aplausos.

Blanca

Gracias amigo Rolando por tu lectura, por tu aprecio a mis letras, como siempre.

Un abrazo fraterno desde Madrid, Benjamín.

Profundo e inmenso como siempre Bejamín. Hay heredades que pesan, que duelen y que ni aún las letres disminuyen ese peso. Mi admiración y respeto Benjamín. Un abrazo.

Muchas gracias amigo Julio por tu lectura, por tu cercanía y palabra. Te esperamos, acá en Mallorca, mientras llegas.

Un abrazo fraterno, Benjamín.

Sencillamente magistral, Benjamín. Cada fonema enjuga la cadencia del próximo, el ritmo envuelve la creación de pies a cabeza. Se siente la fuerza impecable de la metáfora que grita y alcanza la médula del lector.

Felicitaciones y aplausos para esta Heredad que no cederemos Nunca.

Hallie

Envidio a los que, como tú, utilizan recursos literarios con tanta maestría y naturalidad. Tomo nota, si me lo permites, para aprender un poco.
Mi abrazo y admiración.
J. Manuel

Gracias, Óscar, por tu lectura y por acompañarme en este poema, por apuntar un poco a estos límites del ser humano, a la esencia, a lo más poético y terrible, quizás. Un gusto tu visita.

Un abrazo fraterno, Benjamín.

Gracias, Pilar, por acercarte a mi poema desde la hondura, desde los motivos del ser y sus dolores, quizás los únicos verdaderos. Un gusto tu visita.

Un abrazo fraterno desde Mallorca, Benjamín.