Desvaríos de la costumbre
Publicado: Jue, 11 Dic 2008 21:39
No hay costumbre
que pueda atar mi beso de navaja
cuando se trata de sitiar tu desnudez
ya verás como mis manos desanudadas en sus misiones
espantan los días tullidos de frío
pues avanzan como trabajadoras hormigas
en un macabro monólogo de coitus interruptus
Hay costumbre
que desate mi lengua en un globo
que tire cómicamente de mi pellejo
que me excite en despertar
y habitar tu selva anacarada
ya verás como me pierdo en una cuenta sin fin
como saldo las monedas pendientes de mi deseo
empuñando la iniciativa
verás como te paro
arropándote con mi mando a distancia
y es que no quiero un puñado de días
pulso pausa al calendario
que se zampa mi hambre de un bocado
No hay costumbre
lo dice el altavoz de un tejado
lo dice el sótano de todas las estaciones
lo dice la música apagándose
en la sempiterna guarida de nuestra piel
Hay costumbre
que pueda atar mi pellejo
cuando tiene hambre
que al coser mi carne con guerras
deseche espasmos rígidos
rostros con rictus que sólo bailan los sábados
para morirse los domingos
Como verás
forjo la costumbre
que me dé derecho
a salir a buscar amor
un día cualquiera
con la desesperada esperanza
despierta en mi regazo
a la espera
de que me abras en un grito
que pueda atar mi beso de navaja
cuando se trata de sitiar tu desnudez
ya verás como mis manos desanudadas en sus misiones
espantan los días tullidos de frío
pues avanzan como trabajadoras hormigas
en un macabro monólogo de coitus interruptus
Hay costumbre
que desate mi lengua en un globo
que tire cómicamente de mi pellejo
que me excite en despertar
y habitar tu selva anacarada
ya verás como me pierdo en una cuenta sin fin
como saldo las monedas pendientes de mi deseo
empuñando la iniciativa
verás como te paro
arropándote con mi mando a distancia
y es que no quiero un puñado de días
pulso pausa al calendario
que se zampa mi hambre de un bocado
No hay costumbre
lo dice el altavoz de un tejado
lo dice el sótano de todas las estaciones
lo dice la música apagándose
en la sempiterna guarida de nuestra piel
Hay costumbre
que pueda atar mi pellejo
cuando tiene hambre
que al coser mi carne con guerras
deseche espasmos rígidos
rostros con rictus que sólo bailan los sábados
para morirse los domingos
Como verás
forjo la costumbre
que me dé derecho
a salir a buscar amor
un día cualquiera
con la desesperada esperanza
despierta en mi regazo
a la espera
de que me abras en un grito