Editorial Alaire

El asesino no puede descansar.
El asesino se despierta en mitad de la noche.
El asesino enciende otro cigarro
y contempla desde la cama el televisor sin volumen.

Soy un asesino porque me condenasteis.
Desde entonces habito con el miedo.
El miedo es quien mejor nos conoce,
nada le es desconocido ni se le puede ocultar,
ni nadie consigue escapar de él.

Censo su rostro en la imagen recurrente
que no me permite dormir, de las distintas caras
de todas mis victimas.
Me inquieta una mirada que no reconozco
o no recuerdo a quien pertenecía.
No me preocupa en absoluto
haber matado a alguien que no se lo mereciera.

Cruzas de noche por un solitario parque.
De pronto, sientes que esa sombra que aparece
no es la tuya, y que incluso la adelanta.
Súbitamente todo se vuelve oscuridad
y cuando abres los ojos comprendes
que estas muerto
y que aquel contorno sin silueta
era tu propio miedo.

El asesino sólo es el sicario del miedo.

La primera estrofa es magnífica, y me alegra leerte, Óscar.

Es posible que un asesino sea así, como tu dices, si bien, a poco que lo pensara (vale, no piensa) se daría cuenta de que sus razonamientos no se sostienen. Un ejemplo, si nadie escapa al miedo, todos estaríamos en disposición de ser sus sicarios. Pero no todos lo somos, así pues, algo más que serlo ha ocurrir para convertirte en un asesino.

Gracias por hacerme pensar.


Blanca

quieres decir que ante el peligro, que ante un asesino no te rebelarias? que ante el dilema del salvar tu vida no matarias? no te convertitira eso, aun con sobrados motivos, pero a fin de cuentas en una asesina? aunque el motivo de tu agresion haya sido el miedo?

oscar alberdi sainz,

Interesante poema
bien estructurado... te felicito



Un abrazo fuerte
feliz diciembre
feliz año, siempre

Hola, Óscar. Tu pregunta me hace darme cuenta de que debo haber entendido mal tu poema. Esa circunstancia, por si sola, serviría para responder a tu pregunta. De todas forma, no lo sé, no sé si mi conciencia me acusaría de asesinato (tampoco sé si el miedo me paralizaría y no podría defenderme ), pero lo primero que un hombre (en genérico) está obligado a proteger, es su vida. La ley, consideraría que me vi obligada a matar en defensa propia, pero que lo considerara así, no sé si me libraría de sentirme como un asesino.

En una ocasión, con motivo de un, bueno, el motivo es lo de menos, hice un curso de primeros auxilios, entre otras muchas cosas me enseñaron a que si me viera en la obligación de atropellar a un anciano o a un niño, no debía dudar ni un segundo: debería atropellar al niño. ¿A que parece una salvajada? ¿A que parece que el anciano ha vivido ya lo suyo y el niño tiene derecho a hacerlo? Pues sí, pero resulta que en el caso de un atropello, el niño tiene muchas más posibilidades de recuperarse que un anciano. Ahora me pregunto: si, incapaz de atropellar a un niño que tendría muchas más posibilidades de sobrevivir, no pudiera y, sabiendo lo que sé, me decidiera por el anciano y a resultas del atropello éste muriese, ¿me consideraría un asesino?

Las palabras suelen estar cargadas de significados, Óscar, pero en ocasiones los significados son erróneos. Espero haber respondido a lo que querías saber.

Blanca

oscar alberdi sainz escribió:quieres decir que ante el peligro, que ante un asesino no te rebelarias? que ante el dilema del salvar tu vida no matarias? no te convertitira eso, aun con sobrados motivos, pero a fin de cuentas en una asesina? aunque el motivo de tu agresion haya sido el miedo?

"El miedo es quien mejor nos conoce"
Puede que tengas razón. Lo pensaré. Bueno, el poema me ha gustado
Un abrazo
Pilar