Editorial Alaire

La honda herida
que me infligió con su puñal amante,
ella misma -llorosa magdalena-,
a sanarla
me ayudó con su amor restablecido
y paciencia infinita
y culpable
y por completo.

Ternura del cuidado que destierra
toda sombra del alma,
y restituye el ímpetu
al viejo amor que vuelve.

Aunque, ayer,
al desnudarnos,
el hilo tenue de la cicatriz
la avergonzó,
bajando la cortina de sus párpados,
para ocultarme, sin quererlo,
el brillo recobrado de sus ojos.

.

Sucede, aunque sea menos frecuente, que sea el hombre el agredido. En verdad un puñal puede hacer menos daño que ciertas palabras pronunciadas, de las cuales todo mundo se arrepiente, pero que dejan una cicatriz mas importante que una puñalada. Enhorabuena.

Iben Xavier

me ayudó con su amor restablecido
y paciencia infinita
y culpable
y por completo.

Estos versos me han gustado en particular, y en general todo el poema circular de los sentimientos de los que hablas.
Un abrazo
Clarisa

Gracias, Iben, por la lectura del poema
y tus amables palabras. Eres muy gentil.

Un abrazo.
Óscar

Qué belleza de imágenes! Un placer, esta "cicatriz".
Saludos cordiales.