Editorial Alaire

federico ruibal escribió:Efectivo. Me gustó.

F.-

[b]Hallie Hernández Alfaro[/b] escribió: Ay, Eduardo!Este trabajo es fuerte y preciosocomo un iceberg.La segunda estrofa que hace final es una delicia deritmo y humanidad solidaria.

Nada pudo el hambre
contra las ganas de comer, nada,
contra esa familia del vecindario de Los Pinares,
que salía ya bien tarde,
del hospital -donde laboran contra la muerte,
contra la fatalidad,
contra la salinidad del usufructo-
a construir sus propias columnas
de fraternidad
de fertilidad
y de mate
y de corolarios.

Aplausos fuertes Poeta, Orestes, Amigo querido!

Hallie

[b]noeloviedo[/b] escribió: Vaya amigo, has logrado nuevamente que las lagrimas de la emoción recorrieran mis mejillas.
Esa fue nuestra historia y vos la supiste convertir en una hermosa poesía, plena de sentimientos.
Sólo puedo decirte: Gracias
Nunca dejes de escribir, que en tus manos es todo un arte el que tienes y aún no lo has explorado como debieras o como te gusta.
Desde Mar del Plata, Argentina, esta familia te envía el más grande beso y abrazo que se le puede dar a un amigo

[b]S.Castelar[/b] escribió: s emoción, es latido y vida, Eduardo, cada díame sorprende más la capacidad que tienes de crear una elevación en ellenguaje desde ese contexto tan actual.

La madre de familia
y el padre
y el hijo, miraban de frente a ese némesis
que la sociedad o el hambre emancipan;
y los marcos de las ventanas
poco a poco
fueron nuevamente restaurados
como un entrañable tejido de alféizares.

Es precioso, la solidaridad debería estar siempre tan cercana a la poesía como lo está ahora.

Un abrazo

Sara

Eduardo R. de la Cruz escribió:
Los Oviedo de Mar del Plata


Construyeron su hogar con años
de escatimar
los grandes estrenos de Hollywood y las fugaces
temporadas de Zara,
perviviendo a cada avatar de Cavallo y el FMI.

Cierta tarde que les cortaban el servicio
telefónico,
llegaron a avisarles que unos bandidos,
habían chingado las puertas de su casa,
y fueron con el corazón destrozado
a palidecer ante la sombra de los escombros.

La madre de familia
y el padre
y el hijo, miraban de frente a ese némesis
que la sociedad o el hambre emancipan;
y los marcos de las ventanas
poco a poco
fueron nuevamente restaurados
como un entrañable tejido de alféizares.

Nada pudo el hambre
contra las ganas de comer, nada,
contra esa familia del vecindario de Los Pinares,
que salía ya bien tarde,
del hospital -donde laboran contra la muerte,
contra la fatalidad,
contra la salinidad del usufructo-
a construir sus propias columnas
de fraternidad
de fertilidad
y de mate
y de corolarios.

Víctor Vergara Valencia escribió:.


Me gusta acercarme, porque tu poesía se implica. Pero de una manera que me agrada mucho.
Sigue tu riqueza en la visión, reflejada en tus escritos.

Un placer, Eduardo.
Mis mejores saludos.


.

[b]Emilio Aparicio[/b] escribió:

[b]Pilar Morte[/b] escribió: Me encantó el compromiso de tu poema. Gracias por compartirlo
Un abrazo
Pilar

[b]Alonso de Molina[/b] escribió: fuertes, certeros, estos versos:

Nada pudo el hambre
contra las ganas de comer


te aplaudo

[b]Óscar Distéfano[/b] escribió: Un poema exacto, estimado, para aceptar
esa verdad con el aliciente de los buenos versos.
Enhorabuena.

Un abrazo.
Óscar