EL SENTIDO DEL PLACER
Publicado: Vie, 28 Nov 2008 23:26
A la sombra de los cerezos en flor,
los campos de arroz son sólo césped
aunque la gramínea crezca sobre el barro
acompañada de voraces sanguijuelas.
La seda del mandarín cruje suave
bajo las uñas nunca cortadas de su dueño.
En algún lugar que ya no existe,
el jade lanza verdes mensajes enigmáticos
al caolín, magia de la alquimia
en la incandescente soledad del horno.
La bella, más excremento de gusano,
teje con agujas de marfil y oro
un complicado moño ceremonial
que apenas sostendrá su frágil cuello
cuando arrodillada descalce a su señor.
El estanque guarda brumas de verdina,
glotonas percas y algún pez dorado
que se escabulle entre nenúfares
mientras el aire mece olores
de canela, alhelíes y bambú tierno.
En el altar humea el incienso
de un paraíso particular de opio
cuando el quejido se abre paso
entre aleteos arrullantes de pichones.
Diecisiete centímetros de dolor
marcan el placer y la belleza
cubierta por metros de tortura
traducida en algodón y calcetín de seda.
Luci Garcés
los campos de arroz son sólo césped
aunque la gramínea crezca sobre el barro
acompañada de voraces sanguijuelas.
La seda del mandarín cruje suave
bajo las uñas nunca cortadas de su dueño.
En algún lugar que ya no existe,
el jade lanza verdes mensajes enigmáticos
al caolín, magia de la alquimia
en la incandescente soledad del horno.
La bella, más excremento de gusano,
teje con agujas de marfil y oro
un complicado moño ceremonial
que apenas sostendrá su frágil cuello
cuando arrodillada descalce a su señor.
El estanque guarda brumas de verdina,
glotonas percas y algún pez dorado
que se escabulle entre nenúfares
mientras el aire mece olores
de canela, alhelíes y bambú tierno.
En el altar humea el incienso
de un paraíso particular de opio
cuando el quejido se abre paso
entre aleteos arrullantes de pichones.
Diecisiete centímetros de dolor
marcan el placer y la belleza
cubierta por metros de tortura
traducida en algodón y calcetín de seda.
Luci Garcés