Navidad detrás de los espejos
Publicado: Jue, 25 Dic 2025 15:05
I
PLAN A
La familia que viene del pasado
nos abraza en penumbra
y nos lleva con árboles nocturnos
por las avenidas de la infancia.
Hay reuniones suaves en un sueño
y en ellas nos reímos,
somos partícipes de grandes confidencias
que nos hacen sentir como flotando.
Los regalos son parte
de una liturgia suave
de pertenencia al árbol genealógico.
Las compras
parecen maratones,
para no salirnos
del presupuesto establecido.
Todo parece poco
para tantos invitados.
Después sobra comida....
Las felicitaciones son la norma.
Unas son verdaderas,
otras un protocolo.
Nos dan la sensación de tener vínculos.
Las sonrisas nos llevan
por columpios y parques infantiles
sin edad definida.
Nuestros amigos viajan...
y nosotros viajamos
para huir de las frases vacías.
Los turrones nos plantean un dilema.
¿Nos dejamos llevar por el placer
o
nos abstenemos para evitar los kilos?
Las comidas devienen pantagruélicas.
Debemos elegir entre la gula vinculante
o la moderación cual desafío.
II
PLAN B
La soledad avanza sin excusas
estos días de frío navideño
en que la luna está bajo la almohada.
Una silla vacía preside el comedor,
a veces hay más sillas que nadie ocupará.
Cuando son varias las ausencias
todo nos puede quemar
la piel del sentimiento
que creíamos ya cicatrizada.
A veces la escasez
hace que la nevera
esté casi vacía.
La inflación es un hecho.
No podemos negarla.
Nuestro buzón vacío.
Nuestro WhatsApp no suena.
La tristeza nos abre sus compuertas,
nos traslada sin pánico
por el umbral del hambre.
Aislados en la casa
las horas de metal nos atraviesan.
En la frugalidad está la clave.
Sin comida, sin gente, sin amigos.
Preguntando al destino:
¿Por qué a mí?
Y no existen respuestas verdaderas.
----
III
INTEGRACIÓN
A veces Navidad es un abrazo,
un regalo,
una sonrisa...
Otras veces es frío traicionero,
la calle tan sombría,
espejo de amargura.
He vivido ese gran caleidoscopio
de alternativas tan opuestas.
Situaciones felices o la silla vacía.
Pero ahora agradezco
cada momento único,
porque al final
lo que importa realmente
es estar respirando, estar vivo...
Ana Muela Sopeña
PLAN A
La familia que viene del pasado
nos abraza en penumbra
y nos lleva con árboles nocturnos
por las avenidas de la infancia.
Hay reuniones suaves en un sueño
y en ellas nos reímos,
somos partícipes de grandes confidencias
que nos hacen sentir como flotando.
Los regalos son parte
de una liturgia suave
de pertenencia al árbol genealógico.
Las compras
parecen maratones,
para no salirnos
del presupuesto establecido.
Todo parece poco
para tantos invitados.
Después sobra comida....
Las felicitaciones son la norma.
Unas son verdaderas,
otras un protocolo.
Nos dan la sensación de tener vínculos.
Las sonrisas nos llevan
por columpios y parques infantiles
sin edad definida.
Nuestros amigos viajan...
y nosotros viajamos
para huir de las frases vacías.
Los turrones nos plantean un dilema.
¿Nos dejamos llevar por el placer
o
nos abstenemos para evitar los kilos?
Las comidas devienen pantagruélicas.
Debemos elegir entre la gula vinculante
o la moderación cual desafío.
II
PLAN B
La soledad avanza sin excusas
estos días de frío navideño
en que la luna está bajo la almohada.
Una silla vacía preside el comedor,
a veces hay más sillas que nadie ocupará.
Cuando son varias las ausencias
todo nos puede quemar
la piel del sentimiento
que creíamos ya cicatrizada.
A veces la escasez
hace que la nevera
esté casi vacía.
La inflación es un hecho.
No podemos negarla.
Nuestro buzón vacío.
Nuestro WhatsApp no suena.
La tristeza nos abre sus compuertas,
nos traslada sin pánico
por el umbral del hambre.
Aislados en la casa
las horas de metal nos atraviesan.
En la frugalidad está la clave.
Sin comida, sin gente, sin amigos.
Preguntando al destino:
¿Por qué a mí?
Y no existen respuestas verdaderas.
----
III
INTEGRACIÓN
A veces Navidad es un abrazo,
un regalo,
una sonrisa...
Otras veces es frío traicionero,
la calle tan sombría,
espejo de amargura.
He vivido ese gran caleidoscopio
de alternativas tan opuestas.
Situaciones felices o la silla vacía.
Pero ahora agradezco
cada momento único,
porque al final
lo que importa realmente
es estar respirando, estar vivo...
Ana Muela Sopeña