Úteros emaciados
Publicado: Vie, 21 Nov 2025 7:11
“Las palabras más silenciosas son las que traen la tempestad.
Los pensamientos que vienen con pasos de paloma
son los que conducen el mundo”
(Friedrich Nietzsche)
No somos ríos, pero de esas aguas,
arroyuelas, saltos, surge la vida, grave,
que lleva a la Vida o la da a existir.
Aquí, en la cima, el mundo es leve, pero se adensa
cuando alumbra, escaso, amor
limpio de comercio, que nadie atrapa
porque el útero que lo encinta
es el mismo que el de los incalculables soles
y sus lunas todas:
puertos efímeros por largos sean de lo que,
siendo, devino hay. ¿Hay yerro?
Esas habitaciones a lo lejos son nuestras,
y los campos y el manantial y el árbol.
Alguien clavó en el ánima del mundo: es mío. Cerró.
Ahí se marchitaron el roble y el pez, se ajaron
los corazones dantes, recubrieron
los venenosos óxidos el canto de la gratitud
y el de los cuerpos. Mírese bien, pues,
incluso sin verlo, hay. ¿Se sabe?
Con harto exceso damos cuenta del fruto;
ignoramos, en cambio, el árbol que lo diera.
Y amor se pierde, por los laberintos súcubos del yo.
.
Los pensamientos que vienen con pasos de paloma
son los que conducen el mundo”
(Friedrich Nietzsche)
No somos ríos, pero de esas aguas,
arroyuelas, saltos, surge la vida, grave,
que lleva a la Vida o la da a existir.
Aquí, en la cima, el mundo es leve, pero se adensa
cuando alumbra, escaso, amor
limpio de comercio, que nadie atrapa
porque el útero que lo encinta
es el mismo que el de los incalculables soles
y sus lunas todas:
puertos efímeros por largos sean de lo que,
siendo, devino hay. ¿Hay yerro?
Esas habitaciones a lo lejos son nuestras,
y los campos y el manantial y el árbol.
Alguien clavó en el ánima del mundo: es mío. Cerró.
Ahí se marchitaron el roble y el pez, se ajaron
los corazones dantes, recubrieron
los venenosos óxidos el canto de la gratitud
y el de los cuerpos. Mírese bien, pues,
incluso sin verlo, hay. ¿Se sabe?
Con harto exceso damos cuenta del fruto;
ignoramos, en cambio, el árbol que lo diera.
Y amor se pierde, por los laberintos súcubos del yo.
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