Blues
Publicado: Vie, 31 Oct 2025 13:09
Desempolvando viejos cuentos del baúl.
Hubiéramos podido probar a qué sabe lo cotidiano, la rutina, hecha de:
—Has vuelto a dejar la leche fuera del frigo y hace calor, el grifo de la cocina gotea, te lo he dicho un montón de veces...
Con derecho a odiarnos un poquito, de esa manera, cuando no se sabe muy bien si el odio es necesario para sustituir a la otra pasión.
A compartir la cama, no ya como el lugar de los incendios, las hecatombes, los terremotos; sino como el refugio antiatómico de nuestras soledades, la caridad de nuestros cuerpos: mustios, lacios, congelados.
Tuvimos que joderlo todo. Así, sin razones. Tanto tiempo para llegar, y al fin, cuando pudo ser de verdad lo nuestro, la jodimos. ¡Qué bueno era, sin embargo! Era tan bueno que él mismo se negó a pasar por la humillación de ser incestuoso, jamás se le pasó por la cabeza que pudiera llegar a semejante desastre.
Fue entonces, cuando éramos distintos, que adorábamos los poemas de Félix Grande y los aprendimos juntos, como oraciones:
Antaño amantes con mano de tizón
se degradan hasta tibios esposos,
llegan a amarse como hermanos,
como parientes, como conocidos.
Extraño incesto, extraño incesto
llámenle Convivir a esa desgracia, loba:
ensucian al lenguaje, al amor, a la vida.
Primero nos trague la tierra.
Era cuando aquel cigarro a medias, pasando de la yema de los dedos a los labios, era nuestro cómplice silencioso.
¿Por qué tuviste que dejarlo?
Elegir la forma de morir. Morir sano no es aconsejable, y mucho menos morir solo. Un cigarro para dos no mata, mata no tener ni eso que llevarte a la boca.
Ese "pero a nosotros no" Tan soberbio, tan estúpido, nos cogió en cueros.
Con rabia te digo, que puesto que elegir es inevitable, el mal menor, esa jodida forma de resignarnos me llevó a vivir la vida llena de conclusiones inexactas, pero...
Hoy escuché ese inesperado blues, que venía sonando desde hace tanto tiempo y uno de sus compases me hizo recordar:
Entonces, hubiéramos podido probar a qué sabe caminar de la mano con artrosis, que mearas fuera de la taza, por falta de impulso, y a compartir un mismo miedo.
Es decir, a Convivir a esa desgracia, lobo.
A la loba se le han caído los colmillos, me mira de frente y dice:
Primero nos trague la tierra.
Hubiéramos podido probar a qué sabe lo cotidiano, la rutina, hecha de:
—Has vuelto a dejar la leche fuera del frigo y hace calor, el grifo de la cocina gotea, te lo he dicho un montón de veces...
Con derecho a odiarnos un poquito, de esa manera, cuando no se sabe muy bien si el odio es necesario para sustituir a la otra pasión.
A compartir la cama, no ya como el lugar de los incendios, las hecatombes, los terremotos; sino como el refugio antiatómico de nuestras soledades, la caridad de nuestros cuerpos: mustios, lacios, congelados.
Tuvimos que joderlo todo. Así, sin razones. Tanto tiempo para llegar, y al fin, cuando pudo ser de verdad lo nuestro, la jodimos. ¡Qué bueno era, sin embargo! Era tan bueno que él mismo se negó a pasar por la humillación de ser incestuoso, jamás se le pasó por la cabeza que pudiera llegar a semejante desastre.
Fue entonces, cuando éramos distintos, que adorábamos los poemas de Félix Grande y los aprendimos juntos, como oraciones:
Antaño amantes con mano de tizón
se degradan hasta tibios esposos,
llegan a amarse como hermanos,
como parientes, como conocidos.
Extraño incesto, extraño incesto
llámenle Convivir a esa desgracia, loba:
ensucian al lenguaje, al amor, a la vida.
Primero nos trague la tierra.
Era cuando aquel cigarro a medias, pasando de la yema de los dedos a los labios, era nuestro cómplice silencioso.
¿Por qué tuviste que dejarlo?
Elegir la forma de morir. Morir sano no es aconsejable, y mucho menos morir solo. Un cigarro para dos no mata, mata no tener ni eso que llevarte a la boca.
Ese "pero a nosotros no" Tan soberbio, tan estúpido, nos cogió en cueros.
Con rabia te digo, que puesto que elegir es inevitable, el mal menor, esa jodida forma de resignarnos me llevó a vivir la vida llena de conclusiones inexactas, pero...
Hoy escuché ese inesperado blues, que venía sonando desde hace tanto tiempo y uno de sus compases me hizo recordar:
Entonces, hubiéramos podido probar a qué sabe caminar de la mano con artrosis, que mearas fuera de la taza, por falta de impulso, y a compartir un mismo miedo.
Es decir, a Convivir a esa desgracia, lobo.
A la loba se le han caído los colmillos, me mira de frente y dice:
Primero nos trague la tierra.