Calaveritas a Joaquín Sabina para su postrer viaje.
Publicado: Jue, 30 Oct 2025 9:22
CALAVERITAS A JOAQUÍN SABINA PARA SU POSTRER VIAJE.
I
Te perdono la próxima (canción) de amor
y los labios turgentes que no besas,
los ojos de las gatas y diablesas,
las uñas en la espalda al portador.
Disculpa a este soneto y a su autor
que se adelanta al tiempo y las traviesas
de un tren que parte adicto a las sorpresas
por mucho que el que suba sea escritor.
Solo es un homenaje, no te apures,
unas letras sin son ni partitura,
unos versos a ras de una tumbona.
Lo más jodido, coño, es que perdures
estando sin estar y sin figura.
¡Que muerto no nos sirve tu neurona!
PD
Saluda a la Llorona
cuando al infierno llegues, de mi parte,
mientras aquí jugamos al descarte.
¡Jefe, otra litrona!
II
Anda rondando la Catrina, hermano,
para sacarnos a bailar al alba,
puede que llegue con su rancia calva
o una mirada o gesto casi humano.
Puede que venga descalza, temprano,
o a media tarde, quizás, sana y salva
para intentar que criemos la malva
de lo terrestre, divino o profano.
Viene la Flaca, se acerca a los flacos,
trae bebida, canciones y huesos;
Sandunga quiere marcarse unos versos.
Liviana es como el aire y muy alta,
como el pesar de un acierto que falta,
como los fallos finales cardiacos.
III
Te fuiste, compañero, y tanto que te fuiste
a la hora en que todo termina o se pospone,
te llevaste los huesos, también el argemone
que mantenía a raya las sierpes que sufriste.
Entiendo que el vivir no tuvo que ser triste
aunque lo niegues todo y todo te perdone;
pero que buen momento cuando tu voz propone,
vivo o muerto, los restos si es que tal cosa existe.
Carajillera voz, en celofán envuelta,
que lleva a la aventura y llama a la revuelta,
al roce y al contacto a toque de motivo.
Acordes de pirata con un gallito al hombro,
pentagramas floridos al borde del escombro,
cautivo de la fama y de la muerte esquivo.
IV
Tengo una colección de despedidas
en un baúl, si quieres te las presto;
no suelo utilizarlas. Sigo expuesto
al trasiego de idas y venidas,
a un presente que exige sus huidas,
a la media naranja de lo opuesto
que llena los rincones de este arresto
que viene como un traje a la medida.
Cuando el bar no nos cure las urgencias,
cuando los escenarios no recuerden,
cuando se acaben todas las licencias,
pediremos un doble de la Nada
para brindar con todos los que pierden
de vista los cipreses, la coartada.
I
Te perdono la próxima (canción) de amor
y los labios turgentes que no besas,
los ojos de las gatas y diablesas,
las uñas en la espalda al portador.
Disculpa a este soneto y a su autor
que se adelanta al tiempo y las traviesas
de un tren que parte adicto a las sorpresas
por mucho que el que suba sea escritor.
Solo es un homenaje, no te apures,
unas letras sin son ni partitura,
unos versos a ras de una tumbona.
Lo más jodido, coño, es que perdures
estando sin estar y sin figura.
¡Que muerto no nos sirve tu neurona!
PD
Saluda a la Llorona
cuando al infierno llegues, de mi parte,
mientras aquí jugamos al descarte.
¡Jefe, otra litrona!
II
Anda rondando la Catrina, hermano,
para sacarnos a bailar al alba,
puede que llegue con su rancia calva
o una mirada o gesto casi humano.
Puede que venga descalza, temprano,
o a media tarde, quizás, sana y salva
para intentar que criemos la malva
de lo terrestre, divino o profano.
Viene la Flaca, se acerca a los flacos,
trae bebida, canciones y huesos;
Sandunga quiere marcarse unos versos.
Liviana es como el aire y muy alta,
como el pesar de un acierto que falta,
como los fallos finales cardiacos.
III
Te fuiste, compañero, y tanto que te fuiste
a la hora en que todo termina o se pospone,
te llevaste los huesos, también el argemone
que mantenía a raya las sierpes que sufriste.
Entiendo que el vivir no tuvo que ser triste
aunque lo niegues todo y todo te perdone;
pero que buen momento cuando tu voz propone,
vivo o muerto, los restos si es que tal cosa existe.
Carajillera voz, en celofán envuelta,
que lleva a la aventura y llama a la revuelta,
al roce y al contacto a toque de motivo.
Acordes de pirata con un gallito al hombro,
pentagramas floridos al borde del escombro,
cautivo de la fama y de la muerte esquivo.
IV
Tengo una colección de despedidas
en un baúl, si quieres te las presto;
no suelo utilizarlas. Sigo expuesto
al trasiego de idas y venidas,
a un presente que exige sus huidas,
a la media naranja de lo opuesto
que llena los rincones de este arresto
que viene como un traje a la medida.
Cuando el bar no nos cure las urgencias,
cuando los escenarios no recuerden,
cuando se acaben todas las licencias,
pediremos un doble de la Nada
para brindar con todos los que pierden
de vista los cipreses, la coartada.