Homo sum
Publicado: Lun, 01 Sep 2025 17:22
HOMO SUM
(Homo sum: humani nihil a me alienum puto.
Soy hombre: nada humano me es ajeno
Terencio)
Mira y ve que no estás solo
y una alargada sombra te acompaña;
mira las otras sombras que la cruzan
y susurran sus quejas a tu paso.
Mira que el hombre se hace junto al hombre
y que sólo es persona en compañía,
sólo en el dolor y la alegría
a medias compartidos con su nombre.
Recuerda esto, Terencio te lo advierte:
“Soy hombre: nada humano me es ajeno”,
y la voz de los siglos lo recuerda
para el bien que, común, a todos sirve.
Como en otras palabras de Lucrecio,
tal vez de tanto ver el cielo
en su noche estrellada y complaciente
la belleza de tan oscuro velo
te parezca ya en nada sorprendente.
Oye, si no, en la voz de Cicerón
hablar desde su firme y fiel discurso:
Esto te digo, -dice-
no hemos venido a nacer
para nosotros sólo. Y a Séneca advertir
locuaz y estoico:
Si para ti quieres vivir, debes saber
que debes antes
vivir
para el otro.
Recoge, pues, tu sombra a tus espaldas
y en el humano abrazo solidario
aligera su pesada carga
Ser persona, ser miembro, ser ramaje
del tronco del robusto árbol
que a la sociedad sostiene
y no perdida sombra solitaria
es ser;
amar el mundo en su esencia
natural, libre de dar
libre de recibir y libre
en libertad
del yugo
de la inútil y estéril compañía
de la soledad.
González Alonso
(Homo sum: humani nihil a me alienum puto.
Soy hombre: nada humano me es ajeno
Terencio)
Mira y ve que no estás solo
y una alargada sombra te acompaña;
mira las otras sombras que la cruzan
y susurran sus quejas a tu paso.
Mira que el hombre se hace junto al hombre
y que sólo es persona en compañía,
sólo en el dolor y la alegría
a medias compartidos con su nombre.
Recuerda esto, Terencio te lo advierte:
“Soy hombre: nada humano me es ajeno”,
y la voz de los siglos lo recuerda
para el bien que, común, a todos sirve.
Como en otras palabras de Lucrecio,
tal vez de tanto ver el cielo
en su noche estrellada y complaciente
la belleza de tan oscuro velo
te parezca ya en nada sorprendente.
Oye, si no, en la voz de Cicerón
hablar desde su firme y fiel discurso:
Esto te digo, -dice-
no hemos venido a nacer
para nosotros sólo. Y a Séneca advertir
locuaz y estoico:
Si para ti quieres vivir, debes saber
que debes antes
vivir
para el otro.
Recoge, pues, tu sombra a tus espaldas
y en el humano abrazo solidario
aligera su pesada carga
Ser persona, ser miembro, ser ramaje
del tronco del robusto árbol
que a la sociedad sostiene
y no perdida sombra solitaria
es ser;
amar el mundo en su esencia
natural, libre de dar
libre de recibir y libre
en libertad
del yugo
de la inútil y estéril compañía
de la soledad.
González Alonso