Editorial Alaire

¡Dita suerte!
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(Una sonrisa, compañeros-as)

En el ocaso laboral de mi vida
me ha tocado decidir,
que hacer con el premio
de la Primitiva,
que me ha tocado por fin.

Cuatro "eurazos" de "vellón"
casi na, tela marinera,
voy a montar una verbena
para que todas mis "nenas"
disfruten un "mogollón".

Se me saltan las lágrimas
y, no lo puedo creer
ya no soy pobre, soy rico
se acabó el Fernandito
que ahora soy... "Don Fer".

Pero... ahora está el dilema,
¿que hacer con la "pasta",
invierto en bolsa, en fincas, en barcos?.

Tan solo dos días de millonario y
ya, los pobres me dan asco.

Tenía razón mi madre
que me decía:

-Fernandito, hijo
el dinero no da la felicidad,
pero... como me vuelvas a sisar con el pan,
te vas a enterar-.

Decididamente no me veo
en este nuevo papel.

Ya, no tengo ganas de cambiar
gaseosa por el champán,
boquerones por caviar
o, la siesta por "perrear".

Así que... se me enciende la bombilla
y, actuando en consecuencia,
tiro el "maldito boleto" a la papelera
y, como bien dice el refrán...

"A quien Dios se la de, San Pedro se la bendiga"

Yo, a casita y... a soñar
con dos huevos con "papas" fritas.


F. Marcos

Pues me has puesto una sonrisa en los labios. Y qué bien viene algo de humor.
Tiene su aquel este poema. Es un buen/mal dilema qué hacer, de repente, con un montón de dinero.
Recuerdo que alguien me contó un caso tremendo: un conocido suyo se arruinó después de gastarse en juergas y cosas de lujo que después no usaba.
Aprender a gastar y disfrutar al mismo tiempo, sin pillarse las manos, debe ser complicado. Pero a mí me encantaría tener esa experiencia, jajajaja.
Un abrazo.

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Coincido con Ana; a mi me ha parecido muy ocurrente y sabio.
Gracias por compartir.

Un abrazo.

Estimada Ana, con la sonrisa en tus labios, me doy por satisfecho. En cuanto tu deseo de tener la experiencia de acertar con un premio gordo en las loterías (que comparto), te recuerdo ese chiste de... "Hijo mío, ante tu insistencia en que te haga el milagro de agraciarte con el gordo de la lotería; pon algo de tu parte ¡Caray!, compra el décimo". Ja. Ja. Gracias. Un abrazo.

Gracias a ti, amiga Allie, por tu comentario y consideración. Un estimado abrazo.

Pues mira que me alegro si es verdad que te ha tocado "primitiva" laboral. También es un sueño recurrente que tengo y sé que nunca se cumplirá porque, efectivamente, soy de los que no se compran el décimo. El poema es genial, divertido y perfecto, en cuanto a qué hacer con el dinero a mí se me ocurre una cosa bastante fácil. No hacer absolutamente nada, ni alterar la vida, ni invertir en bolsa, dejarle a quién necesite, invertir en generosidad, y bueno, si hay lujos que no te habías podido dar y ahora te apetecen, tú te lo has ganado.

Muy original y simpático.

Respecto al famoso dinero, los que no saben administrarlo acaban en lo más hondo de la vida.

Hay un caso, muy conocido en mi Murcia.

En la población de Alcantarilla, en una exposición de coches, los trabajadores compraban todas las semanas un cupón de ciegos. Calló tres o cuatro veces cerca de allí, algún premio, que sin ser muy importante, sí era algún pellizquito.

La persona que lo compraba, llevó los ocho cupones como todas las semanas y sus compañeros le dijeron que no lo querían, que les tocaba a todo el mundo y que ellos, jugando todas las semanas, no sacaban nada de nada.

Tras varias discusiones por no habérselo dicho y haber gastado el dinero, se los quedó, con la buena suerte, o mala, según se vea, de que le tocó el premio gordo, EL CUPONAZO.

Para no alargarme.

Se despidió, se compró un chalet y un coche. Se separó de la mujer y SE le unió una mujer de la vida. Se dedicó a viajar con ella, a ir a casinos y a una vida de desenfreno total. Ella terminó con sacárselo todo, y él quedó arruinado, hasta el punto de dormir en una pensión de la que lo expulsaron por falta de pago. Ahora se dedica a vagar por aquí y por allí, y comiendo de lo que le dan e incluso de los CUBOS DE BASURA. Hace un par de años que se le perdió el rastro. La historia es cien por cien real.

La locura del ser humano y su descontrol.

Muy simpático, compañero.

Me ha gustado.

Un abrazo.

También conozco casos, amigo Alejandro, y es que se puede uno pasar la vida siendo pobre y no estar apegado al dinero, pero también puedes ser pobre y estar apegado al dinero. Cuando un pobre que está encaminado al dinero le toca el gordo, le pasa que se desencamina por completo porque todo lo que no tuvo alguna vez lo quiere recuperar. El ansia viva.
Con lo fácil que es decir: hostia, de puta madre, ya no tengo que preocuparme más por el dinero. Ahí sí que le daría yo las gracias a Dios, me volvería creyente.