Sexo en Ajaz

[Ana García]

En el gran reloj de Ajaz se desliza la sombra hacia atrás lenta, lentamente, sobre la piedra gastada por el viento del tiempo. El sol varió su rumbo de forma imperceptible, mientras los pájaros siguieron cantando en los jardines púbicos la misma melodía de diez grados antes.

Te recuerdo musitando palabras
con esos ojos que más que mirar
abrasaban a mares del sur,
claros como el Índico, o el indicio
de nuestra furtiva tentación.
Éramos niños y ¡Cuánto nos queríamos!
Las edades de Lulú pasaron
por nuestro refugio.
Tú, mi profeta, poeta de alegres cantos;
hoy sombra, me acerco a tus quince.
Déjame recordarte en aquellas tardes de verano
cuando nadie podía separarnos. Descubro una
pequeña zozobra al ver nuestro destino indiferente
a nuestro ombligo.
Siempre pensé que serías el único,
—ingenuidad juvenil y otras tonterías—
estando presente la orgía en el verso.
El destino no era nuestro y tú olvidas,
como yo no olvido, que en otro mundo,
fui tu pequeña lulú.
Y tú mi ángel azul de sexo tierno,
precursor del mapa descuidado
de un país adolescente,
país alto y arrogante
como la esperanza apuntadora
de un ciprés hacia su Dios.
Si realmente existes en Ajaz
alejarás la flor del veneno
para que mis ojos solo vean tu cuerpo,
ese cuerpo que desdibuja
la flor de las flores,
que añora el amor a toda prisa
por senderos de la pasión cerrada.

En el gran reloj de Ajaz, sigue deslizándose la sombra, lenta, lentamente, los diez grados suficientes para que éste sea nuestro castigo, eternamente.

[Alejandro Costa]

¡Los amores juveniles!

¡Qué locura! ¡Qué ilusión! ¡Qué pasión!

Siempre deseábamos cruzar la barrera hacia lo desconocido, aquello que tanto nos prohibían, como si fuera algo maligno.

Nunca olvidaré aquel mi primer beso con la niña que me ilusionaba y de la que creí estar totalmente enamorado.

Fue en el portal de una escalera tétrica y vacía, y nuestros labios se pegaron con la misma ilusión que un miedo que parecía atenazarnos.

No sé a ciencia cierta cuánto duró, tan solo recuerdo que nos quedamos mirándonos a los ojos fijamente y tan solo la apertura de la puerta y nuestras carreras, rompieron el mágico momento.

Bellísimo, Ana.

Me has quitado más de cincuenta años de golpe.

Un besazo, corazón.

[Pilar Morte]

Qué dulces recuerdos, querida Ana, yo a esa edad llevaba , tristemente, el uniforme pegado al cuerpo. Un poema precioso pero que siente el final como la desaparición de algo que pudo ser maravilloso. Me acerco, contigo, al reloj de Ajaz.
Un abrazo grande

[Julio Gonzalez Alonso]

Déjame recordarte en aquellas tardes de verano
cuando nadie podía separarnos. Descubro una
pequeña zozobra al ver nuestro destino indiferente
a nuestro ombligo.
Siempre pensé que serías el único,

Tal cual, amiga Ana. Hemos transitado esos fuertes sentimientos y el dolor de verlos alejarse y hacerse poema como el tuyo. Muchas gracias por traerlo hoy aquí. Salud, y abrazo.

[Ana García]

¡Los amores juveniles!

¡Qué locura! ¡Qué ilusión! ¡Qué pasión!

Siempre deseábamos cruzar la barrera hacia lo desconocido, aquello que tanto nos prohibían, como si fuera algo maligno.

Nunca olvidaré aquel mi primer beso con la niña que me ilusionaba y de la que creí estar totalmente enamorado.

Fue en el portal de una escalera tétrica y vacía, y nuestros labios se pegaron con la misma ilusión que un miedo que parecía atenazarnos.

No sé a ciencia cierta cuánto duró, tan solo recuerdo que nos quedamos mirándonos a los ojos fijamente y tan solo la apertura de la puerta y nuestras carreras, rompieron el mágico momento.

Bellísimo, Ana.

Me has quitado más de cincuenta años de golpe.

Un besazo, corazón.

Me encanta conocer estás aventuras personales. Qué poco originales somos todos: quién no se ha besado al amparo de la oscuridad de una escalera, de un portal....
Gracias por estar, amigo mío.
Un beso.

[Ana García]

Qué dulces recuerdos, querida Ana, yo a esa edad llevaba , tristemente, el uniforme pegado al cuerpo. Un poema precioso pero que siente el final como la desaparición de algo que pudo ser maravilloso. Me acerco, contigo, al reloj de Ajaz.
Un abrazo grande

Nos conocimos casi casi desde el jardín de infancia, así que yo también llevé el uniforme pegado al cuerpo durante unos años.
Claro que yo fui un poco rebelde en esa época.
Gracias por tu atenta lectura y comentario.
Un beso.

[Hallie Hernández Alfaro]

En el gran reloj de Ajaz se desliza la sombra hacia atrás lenta, lentamente, sobre la piedra gastada por el viento del tiempo. El sol varió su rumbo de forma imperceptible, mientras los pájaros siguieron cantando en los jardines púbicos la misma melodía de diez grados antes.

Te recuerdo musitando palabras
con esos ojos que más que mirar
abrasaban a mares del sur,
claros como el Índico, o el indicio
de nuestra furtiva tentación.
Éramos niños y ¡Cuánto nos queríamos!
Las edades de Lulú pasaron
por nuestro refugio.
Tú, mi profeta, poeta de alegres cantos;
hoy sombra, me acerco a tus quince.
Déjame recordarte en aquellas tardes de verano
cuando nadie podía separarnos. Descubro una
pequeña zozobra al ver nuestro destino indiferente
a nuestro ombligo.
Siempre pensé que serías el único,
—ingenuidad juvenil y otras tonterías—
estando presente la orgía en el verso.
El destino no era nuestro y tú olvidas,
como yo no olvido, que en otro mundo,
fui tu pequeña lulú.
Y tú mi ángel azul de sexo tierno,
precursor del mapa descuidado
de un país adolescente,
país alto y arrogante
como la esperanza apuntadora
de un ciprés hacia su Dios.
Si realmente existes en Ajaz
alejarás la flor del veneno
para que mis ojos solo vean tu cuerpo,
ese cuerpo que desdibuja
la flor de las flores,
que añora el amor a toda prisa
por senderos de la pasión cerrada.

En el gran reloj de Ajaz, sigue deslizándose la sombra, lenta, lentamente, los diez grados suficientes para que éste sea nuestro castigo, eternamente.

Es uno de tus poemas más luminosos y bien nacidos. Fluye y hace rostro, emociona e instruye.
Documento de poesía para guardar en sitio seguro.
Ovación cerrada hasta que lloren las palmas, querida Ana.
Abrazos.

PD: el vídeo es un plus.

[Rafel Calle]

Dicen que en el reloj de Ajaz la sombra no avanza: hiere.
Se desliza con la obstinación del tiempo, mordiendo la piedra,
recordando que nada es eterno salvo el recuerdo mismo.

Dicen que existe un jardín púbico, secreto, brotando
como un fruto audaz. Es un hallazgo
que convierte la intimidad en paisaje compartido.
Allí, entre los muros del deseo, las palabras arden sin pudor,
pues solo la poesía dice lo que la vida calla.

Dicen que hay un ángel azul, de sexo tierno,
y se erige en país adolescente,
alto como la desnudez, arrogante como la esperanza.
Ese ángel no envejece:
vive en los pormenores de un ciprés,
custodia la ingenuidad, devuelve la fuerza de los quince años.

Y si la condena es eterna, si la sombra no deja de deslizarse,
entonces también es eterna la llama que brilla bajo una sombra
que el tiempo resuelve en un reflejo dual,
y lo perdido, aun dolido, se levanta vivo,
inmortal,
como un poema.

[Ana García]

Es uno de tus poemas más luminosos y bien nacidos. Fluye y hace rostro, emociona e instruye.
Documento de poesía para guardar en sitio seguro.
Ovación cerrada hasta que lloren las palmas, querida Ana.
Abrazos.

PD: el vídeo es un plus.

La idea se centraba en el poder, si existiera algo parecido, de devolver a la tierra a los que se han ido y nos han dejado el corazón roto y la vida tocada.
Partía de:
https://www.bible.com/es/bible/compare/ISA.38.7-19

Ezequías preguntó a Isaías: «¿Con qué señal conoceré yo que Yavé me curará?». Isaías le
respondió: «La señal por la que conocerás que Yavé cumplirá con la palabra que ha pronunciado
será: "La sombra avanzará diez gradas o retrocederá diez gradas"». «Poca cosa ―respondió
Ezequías― es que avance diez gradas la sombra en el reloj de Ajaz; no así que retroceda."

Gracias por tus bellas palabras.
Un abrazo.

[Hallie Hernández Alfaro]

Es uno de tus poemas más luminosos y bien nacidos. Fluye y hace rostro, emociona e instruye.
Documento de poesía para guardar en sitio seguro.
Ovación cerrada hasta que lloren las palmas, querida Ana.
Abrazos.

PD: el vídeo es un plus.

La idea se centraba en el poder, si existiera algo parecido, de devolver a la tierra a los que se han ido y nos han dejado el corazón roto y la vida tocada.
Partía de:
https://www.bible.com/es/bible/compare/ISA.38.7-19

Ezequías preguntó a Isaías: «¿Con qué señal conoceré yo que Yavé me curará?». Isaías le
respondió: «La señal por la que conocerás que Yavé cumplirá con la palabra que ha pronunciado
será: "La sombra avanzará diez gradas o retrocederá diez gradas"». «Poca cosa ―respondió
Ezequías― es que avance diez gradas la sombra en el reloj de Ajaz; no así que retroceda."


Sí, sí, es más que hermoso y tu poema también.

Gracias por tus bellas palabras.
Un abrazo.

[Ana Muela Sopeña]

Precioso, tierno, lleno de emoción, Ana.

Cada palabra ocupa su lugar exacto, que no es poco. Quiero un guion a partir de este poema.

Aplausos... muchos.

Un beso
Ana

[Ana García]

Dicen que en el reloj de Ajaz la sombra no avanza: hiere.
Se desliza con la obstinación del tiempo, mordiendo la piedra,
recordando que nada es eterno salvo el recuerdo mismo.

Dicen que existe un jardín púbico, secreto, brotando
como un fruto audaz. Es un hallazgo
que convierte la intimidad en paisaje compartido.
Allí, entre los muros del deseo, las palabras arden sin pudor,
pues solo la poesía dice lo que la vida calla.

Dicen que hay un ángel azul, de sexo tierno,
y se erige en país adolescente,
alto como la desnudez, arrogante como la esperanza.
Ese ángel no envejece:
vive en los pormenores de un ciprés,
custodia la ingenuidad, devuelve la fuerza de los quince años.

Y si la condena es eterna, si la sombra no deja de deslizarse,
entonces también es eterna la llama que brilla bajo una sombra
que el tiempo resuelve en un reflejo dual,
y lo perdido, aun dolido, se levanta vivo,
inmortal,
como un poema.

Estoy maravillada con tu respuesta-poema-comentario.
Creo que te ha quedado más brillante que el mío. Se me ha ocurrido seguir, a modo de respuesta, con otro poema.

Muertos, en Ajaz, ya estamos,
diminutos e impotentes ante tanta inmensa bruma.
Nada o casi inmóviles formas
que levantan sus columnas
o elevan sus cornisas al espacio temporal.
Luego, a través de los tiempos,
se reconstruye nuestras repetidas ruinas
para jamás encontrarnos.

Nos ignoramos como el mar o el acantilado
tropezamos inmensas veces con el viento
—horas perdidas en la sombra—
con una leve chispa de aliento
como para pensarnos únicos
y saber reconocernos en la copa de la vida.

Contando con nuestro ego
me introduzco en un marco de esperanza
o mejor
deposito el primer peldaño para la muerte.

¡Cómo vivir sin mi ángel azul de sexo tierno!

[Ana García]

Precioso, tierno, lleno de emoción, Ana.

Cada palabra ocupa su lugar exacto, que no es poco. Quiero un guion a partir de este poema.

Aplausos... muchos.

Un beso
Ana

Qué cosas más bonitas me dices, Ana. De momento me ha salido, así a bote pronto, un poema respuesta para Rafel. Ojalá saliera un cuento.
Gracias por tu bello comentario.
Un fuerte abrazo.

[Rafel Calle]

En Ajaz no es todo ruina:
queda un temblor en la piedra,
un aliento mínimo que insiste
en que los muertos también sueñan.

En Ajaz la sombra no muere,
tan solo cambia de piel
y se derrama en los pliegues del silencio.

¿Sabes?, a veces, las ruinas se levantan
y vuelven los pasos que dimos
cuando todavía no sabíamos
que el tiempo no tiene piedad.

Levanta la mirada, mira tú,
verás un mar
que ignora al acantilado,
pero también lo acaricia sin quererlo,
y entre tanto choque nace
la forma de un abrazo secreto.

Piensa que el ángel azul es sombra o ceniza,
que sigue en tus ojos como un reflejo hondo,
y en tu voz se reconoce
aunque la eternidad lo disfrace de ausencia.

El ángel azul persiste, nunca se irá,
tiene el deber de recordarte que incluso la muerte
se desnuda de vez en cuando
para volver a sentir el deseo.

Ajaz es —lo dice el ángel—
condena y júbilo,
sombra que hiere,
luz que insiste...

[Marisa Peral]

Ana, has conseguido llevarnos a nuestra adolescencia con esta “joyita imperdible”
Es tierno, romántico, sensual, lo tiene todo, yo también te animo a ese intento que propone Ana Muela.

Felicidades y un beso.