que todo olía a vértigo.
Mi cuerpo, perenne oleaje
sometido al huracán, un lastre fue
por la afilada senda de la revelación.
Temprano llegué a los placeres
reservados a los dioses y cuando me tocó volar,
solo el abismo estaba para cobijarme.”
Fugaz como una performance
-tan joven y ya vivías acechado
por la luna inmóvil
y la ciudad vacía de raíces y de oxígeno-
y te desaparecieron del mundo
voces estridentes como tres cuernos negros
como el odio una noche
tú pintado sobre un lienzo de luna roja.
en mi último verano,
unos versos de color verde
rasgando el velo negro del aire
y la muerte cobarde asestándome,
con sus negras falanges,
un golpe certero por la espalda.”
Un gran dolor como un trueno
desgarrando el cielo azul del mediodía
atravesó puertas
paredes ventanas amantes y ciudades
enteras hasta llegar a los lugares
más recónditos de la boca
y en compañía de una atmósfera
triste se quedó la gente pobre
huérfana de abecedarios
te mataron sí
te mataron negras cantidades
de perturbados orígenes
mas no acallaron tu nombre
jamás de tu mano arrancaron el verso
sembrado en ojos de mujer
o en los murmullos del agua
ni de tu garganta el vuelo
sobre el tambor del llano
o en los matices del verde.
por la eterna noche de los cuchillos largos.
Me transformé, por aquel entonces,
en sala de tortura, barrote y celda.
Fui sombra agonizante
en la blanca pared de un cementerio
y cal viva y un montón de huesos sin nombre.
Y sucumbí al olvido, mas por mi boca
brotó imparable el lenguaje de las piedras.”
No existen los dioses
solo sus tumbas con coronas podridas
mientras tú
con estructura de rayo
de la libertad enarbolas los tres colores
y en los entresijos de la luz
sombra amable
incesante resurges a golpes de verso.