Editorial Alaire

I
Cuando era niño
me comía el yeso de las paredes
y el cielo gris del invierno
se aliaba con el mal
para enterrarme vivo en una tumba-cuartel
donde émulos de Mengele me robaban la salud.

II
El mar no existía cuando era niño
pero sí un dios y su látigo
y la dura realidad -siempre tan pertinaz-
se amagaba con el disfraz del absurdo en los tebeos.

III
Cuando era niño Franco era ese hombre
mi padre una extensión de Franco
el maestro una extensión de mi padre
y la escuela una sala de torturas.

IV
La vida siempre se paraba
cuando era niño
con el aullido del lobo y sereno
y a veces llovían hombres
desde las ventanas de las comisarías
donde mucho disfrutaba Billy el Niño
con su juego preferido “¿Susto o muerte?”.

V
Los veranos cuando era niño
se llenaban de alegre entropía
con bocadillo de sardina y chocolate
sin saber que jugaba sobre un suelo
plagado de fosas comunes.

Si un mirlo es bueno el otro es mejor. Se suma a ello una dura realidad sobre todo en el mirlo IV con el susto o muerte, un juego del hombre más demencial, o uno de ellos, que ha existido. Llovían hombres que metáfora más certera.
Yo nací dos años después de la muerte del dictador, y su sombra se alargó mucho tiempo. Mis hermanos son bastante más mayores que yo y han vivido todo lo que cuentas y más. Porque el poema se queda corto ante la dura realidad de aquella época.
Te felicito por estos mirlos.
Sabes una cosa? Hay gente que habiendo vivido esa época no se enteraba del baile.
Un fuerte abrazo.

https://mundoobrero.es/2019/05/28/anton ... ranquista/

Me parece un conjunto de mirlos revoloteando por la historia, bien escritos y gráficos. Lo entiendo como una llamada a la paz y la superación del miedo, del que muchos (no todos) padecimos en silencio durante muchos años. Un poema histórico social serio. Salud.

Yo viví esa época y sí me enteraba del baile.

Tristemente reales estos mirlos y el ambiente que los rodean.

Era el mundo del miedo, de los pastores y los borregos, de cerrar la boca, porque, de abrirla, alguien se encargaría de cerrarla.

Eran tiempos de riqueza y de pobreza extrema. De hambre, de insomnio, y de no ver a tu padre, hasta el punto de no saber si vivía o no con nosotros o iba simplemente de visita.

Se trabajaba de lunes a sábado noche, con horario de llegada y sin horario de salida.

Recuerdo, siendo un niño, esperar en la oficina la salida de mi padre un sábado noche y observar la salida del jefe y todos, uno a uno, hacerle la reverencia y desearle un buen fin de semana. Ese que fumaba puros diariamente, tenía coche con chófer e iba trajeado impolutamente.

Mi padre utilizaba los domingos para recoger chatarra para venderla y poder, al menos, darnos un poco más que comer.

Sí, yo viví esa época. Tan triste y dolorosa.

Lo peor es que seguro que aún hay alguien que desea que vuelva.

Buen escrito.

Un abrazo.

A través de tus versos pude recordar los míos, mis tardes de pequeña, mis días revoloteando en la tarde ... el corazón de las frutas en verano. Muchas gracias por la remembranza.