La flor marchita
Publicado: Lun, 21 Jul 2025 13:41
Este escrito lo dediqué con todo el dolor del corazón y el alma, a un matrimonio, amigos desde la adolescencia, Maite y Bernardo, que perdieron a su hija al fallecer mientras practicaba buceo. Tenía treinta y siete años.
Caen hojas del cielo de otoño
y el vuelo de las aves oscurece su imagen,
es fuego apagado donde tan solo perdura ceniza,
es ayer denostado en la memoria,
un hoy lapidado en la piel quemada en la hoguera.
Son los ojos cataratas de sufrimiento
incapaces de apagar el ardor del corazón,
ni la simiente maldita de un alma que no invita a vivir,
es esa flor que se marchita en primavera
sin poder colorear el paisaje,
que quedó dormida en una tierra sin aroma
y en un horizonte sin retorno.
En las páginas solo queda el ayer de los recuerdos,
el hoy lleno de borrones oscuros,
esas hojas vacías y en silencio,
como cuando calla la voz del destierro,
el viento pasajero que durmió su brisa
en la cumbre de un adiós definitivo.
La vida se ahoga en su propia vida,
la piel se agrieta y sufre los azotes de la voz perdida,
el silencio te martiriza,
la lluvia te acompaña como llanto eterno de cielo,
y cada gota que resbala en el cristal,
es lágrima de un dolor inmenso
que habitará para siempre en el alma.
A lo lejos,
donde tan solo alcanza el amor,
sonarán melodías de pasión y recuerdos,
se esbozará la estela de una imagen rodeada de luceros,
para sentir el beso infinito de un hasta pronto.
Y de los ojos caerá una lágrima
para darle vida a una flor marchita.
Y aún lucirá la primavera en otoño.
Caen hojas del cielo de otoño
y el vuelo de las aves oscurece su imagen,
es fuego apagado donde tan solo perdura ceniza,
es ayer denostado en la memoria,
un hoy lapidado en la piel quemada en la hoguera.
Son los ojos cataratas de sufrimiento
incapaces de apagar el ardor del corazón,
ni la simiente maldita de un alma que no invita a vivir,
es esa flor que se marchita en primavera
sin poder colorear el paisaje,
que quedó dormida en una tierra sin aroma
y en un horizonte sin retorno.
En las páginas solo queda el ayer de los recuerdos,
el hoy lleno de borrones oscuros,
esas hojas vacías y en silencio,
como cuando calla la voz del destierro,
el viento pasajero que durmió su brisa
en la cumbre de un adiós definitivo.
La vida se ahoga en su propia vida,
la piel se agrieta y sufre los azotes de la voz perdida,
el silencio te martiriza,
la lluvia te acompaña como llanto eterno de cielo,
y cada gota que resbala en el cristal,
es lágrima de un dolor inmenso
que habitará para siempre en el alma.
A lo lejos,
donde tan solo alcanza el amor,
sonarán melodías de pasión y recuerdos,
se esbozará la estela de una imagen rodeada de luceros,
para sentir el beso infinito de un hasta pronto.
Y de los ojos caerá una lágrima
para darle vida a una flor marchita.
Y aún lucirá la primavera en otoño.