Dominación
Publicado: Mar, 15 Jul 2025 14:26
Que el caballo pudiera guardar
una sola cosa intacta dentro de su mente,
con un inmenso secreto,
lo más precioso que tiene,
como es el sentimiento inmediato y apabullante de su fuerza.
Saber que, en cualquiera de los casos,
Tanto ayer, como hoy, como mañana,
incluyendo los vikingos y los semidioses olvidados,
siempre será más fuerte que un solo hombre,
y eso es irrefutable,
nunca sería domesticado.
Haría bien disimulando cuando el hombre actuara por manada,
pero aprovecharía cualquier momento de superioridad,
o descuido, a su capricho,
para escapar con viento fresco de allí,
multiplicando sus patas en la arena,
como un espíritu de Walt Disney.
A las cuatro o cinco veces que el caballo volara,
sería el mismo hombre el que se olvidaría de él.
Pero antes, al caballo,
el hombre lo ha zarandeado fuerte por la crin,
le ha cogido del cuello hasta retorcérselo,
le ha puesto grilletes en las patas.
Uno y otro hombre,
como una sola mano que fuera agregando sus miembros.
Otro más al cuello,
otro en el costado,
otro que le susurra al oído lo que más le conviene,
hasta dejarlo contra el suelo inmovilizado.
Y el caballo sufre el sentimiento
de que ha sido abordado por un múltiple organismo único,
que es, sin duda,
mucho más fuerte que él.
A partir de ese momento,
cuando el caballo ve a un hombre,
ve a todos los hombres,
y entiende que todos los hombres
están incluidos en uno,
y ya nunca puede liberarse de esa ilusión.
P.D: no sé si esto es un poema, pero se me ha ocurrido viendo unas imágenes de cómo doblegan a los potros los muchachotes gallegos y asturianos.
una sola cosa intacta dentro de su mente,
con un inmenso secreto,
lo más precioso que tiene,
como es el sentimiento inmediato y apabullante de su fuerza.
Saber que, en cualquiera de los casos,
Tanto ayer, como hoy, como mañana,
incluyendo los vikingos y los semidioses olvidados,
siempre será más fuerte que un solo hombre,
y eso es irrefutable,
nunca sería domesticado.
Haría bien disimulando cuando el hombre actuara por manada,
pero aprovecharía cualquier momento de superioridad,
o descuido, a su capricho,
para escapar con viento fresco de allí,
multiplicando sus patas en la arena,
como un espíritu de Walt Disney.
A las cuatro o cinco veces que el caballo volara,
sería el mismo hombre el que se olvidaría de él.
Pero antes, al caballo,
el hombre lo ha zarandeado fuerte por la crin,
le ha cogido del cuello hasta retorcérselo,
le ha puesto grilletes en las patas.
Uno y otro hombre,
como una sola mano que fuera agregando sus miembros.
Otro más al cuello,
otro en el costado,
otro que le susurra al oído lo que más le conviene,
hasta dejarlo contra el suelo inmovilizado.
Y el caballo sufre el sentimiento
de que ha sido abordado por un múltiple organismo único,
que es, sin duda,
mucho más fuerte que él.
A partir de ese momento,
cuando el caballo ve a un hombre,
ve a todos los hombres,
y entiende que todos los hombres
están incluidos en uno,
y ya nunca puede liberarse de esa ilusión.
P.D: no sé si esto es un poema, pero se me ha ocurrido viendo unas imágenes de cómo doblegan a los potros los muchachotes gallegos y asturianos.