Editorial Alaire

Ya tan cerca del vacío
y aún me faltan tantas cosas
que grito en lo oscuro
un dolor sin eco,
de bosque arrasado,
que incendia mis paredes
y consume mis noches
de luna asolada.
No hay ninguna esperanza
de que todo se arregle,
de que ceda el dolor
y el mundo se organice.
No habrá nunca paz
ni un final feliz
ni un beso que preludie
días siguientes,
más bien todo el dolor
invadirá de nuevo
y no habrá cosa
libre de su dura costra.

Cómo he de hacer
para no tener cara de tristeza,
para vivir aún.
Pesa mucho,
me pesa como si el mar pesara
con su bloque tremendo
sobre mi espalda,
me hunde
en la más oscura tierra del dolor
y me deja
ahí deshecho,
partido en dos,
solo ahí, ahíto de abandono.

Pero antes de que se haga náusea
el horror del vacío,
vuelvo a casa
a estarme quieto y sin llanto,
a la noche,
a la hora absoluta,
donde el silencioso espejo
me hace compañía,
aunque se ría a carcajadas.
Asumo la impertinencia,
también mi vida,
mi tránsito y mi tiempo.
Ya presiente la podredumbre,
ya imagina un esqueleto.

Poema pesimista y de finales, de acabamientos y desastres, impregnado de una desesperanza que se lamenta. Un saludo.

Bien escrito, pero totalmente triste y que te llena de desaliento.

Matas la esperanza a cada verso que se lee, a cada estrofa de caótico final.

Me ha gustado.

Un abrazo.