Editorial Alaire

Por justicia y humanidad
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Ojos que miran sin ver
lágrimas que absorbe la boca,
agrietados labios que al reír
aflora en ellos una mueca.

Triste semblanza de un rostro
que adolece de atractivo,
pues el hambre y la miseria
lo dejó por el camino.

No doy crédito, y lo veo.

En el siglo que vivimos
con dividendos en alza,
veo tal... desesperanza
que, las tripas me corroen
y la vergüenza me alcanza.

Haciéndome el distraído
y esquivando su mirada,
le entrego unas monedas
como si ello me exculpara.

Y, siento rabia por mí
por él, contra él... contra el mundo.

Pena y rabia contra aquel
que, gozando de poder
se acomoda en su sillón,
y el muy maldito C---´n
vive, como un Pacha.

F. Marcos

Difícil tema, compañero.

En este mundo, ni hay justicia, ni mucho menos humanidad.

Tus versos, por cierto, bien armados y con ritmo, son la pura y triste realidad.

Pero, siempre comento lo mismo, somos seres humanos, el ser, supuestamente, más inteligente del planeta, pero también el más cruel.

Buen escrito y tan duro como la misma realidad.

Un abrazo.

Dices bien, estimado amigo, la vida es muy dura y, (por desgracia) para los menos agraciados, se torna realmente insufrible por la falta de comprensión y de ayuda, de los más favorecidos. Estimo que, la poesía, es un escape a las penas y a la incomprensión de los que nos llamamos humanos ( ? ) pero, en la medida de nuestras fuerzas, debemos seguir luchando en pos de una justicia social más justa. Un gran abrazo, Alejandro.

Un buen poema de denuncia social, Fernando:

Este mundo es incomprensible y cada vez más.

Un beso grande
Ana

Estimada Ana, por desgracia, los seres humanos no terminamos de aprender de los errores y, así nos va. Pero debemos seguir intentándolo. Gracias, Un abrazo.

Muy acertados tus versos, Fernando. He visto tantas veces esos "ojos que miran sin ver"... El infierno existe. Es este mundo podrido del que somos parte. Un fraterno abrazo desde el sur argentino.

Lisandro

PD: A mi padre le gustaba ir, todos los días, un rato, a sentarse en un bar y tomarse un café. Muchas veces, cuando mis hermanos y yo éramos chicos, nos llevaba. Cuando venía un niño a pedir una limosna, mi padre le decía: "no, dinero no, ¿querés un café con leche con medialunas?". Entonces el niño se sentaba con nosotros y se tomaba su café con sus medialunas. Luego mi padre le decía: "querés otro, o querés otra cosa?". Y así, a veces el niño se comía con nosotros un sándwich, unas porciones de pizza... A veces se sentaban dos niños, tres... Tu poema me hizo recordar aquello.

La desigualdad es una de las grandes lacras de la humanidad. No somos solidarios, al contrario el egoísmo es lo que se lleva. A mi también me entristece y me enfada esa falta de humanitarismo y de justicia social. Buen poema de denuncia. Un abrazo.

La maravillosa educación de sensatez y amor, de nuestros sabios y queridos padres, amigo Lisandro, no tienen precio. Preciosa anécdota que nos regalas ( recordando a tu padre) y, que de forma similar o, parecida, he tenido la ocasión de ver en algunas buenas personas. Que estas enseñanzas de vida y de amor de nuestros progenitores, no caigan en saco roto, por el bien de este mundo loco, que desgraciadamente y sin visos de corregir tanto desastre, encuentre la sensatez. Un cálido abrazo, poeta.

Como siempre, amigo Ramón, es un placer tu visita y tus buenas palabras. Un abrazo.