Editorial Alaire

I
Triste oficio el de soldado
inocente asesino, a sueldo de magnates,
que nunca irán a la guerra.

II
Triste oficio el de soldado
morir defendiendo los intereses de magnates
que jamás coincidirán con los suyos.

III
Triste oficio el de soldado
morir en tierra extrajera
por combatir en una guerra que no entiende.

IV
Triste oficio el de soldado
piensa que lucha por su tierra
pero es la tierra de otros la que defiende.

V
Triste oficio el de soldado
matar por decreto a un enemigo que no conoce
pero que hace lo mismo que él.

VI
Triste oficio el de soldado
dar la vida por una bandera
que solo servirá para cubrir su ataúd.

VII
Triste oficio el de soldado
regresar vencedor de una guerra
que él ya ha perdido.

IX
Triste oficio el de soldado
genocida asesino de niños y civiles inocentes
a servicio del ansia imperialista de un Estado artificial.

© - Antonio Urdiales

¡Uf! Antonio.

Qué descripción más real y más aterradora nos dejas.

El poema me ha encantado, por dos razones, por lo bien escrito y por ser tan real, que había que enviárselo a todos esos magnates y a todos esos soldados enviados por decreto, a quitar vidas humanas y a poner la suya en peligro por la "prepotencia" de cuatro locos.

Triste oficio el de soldado
regresar vencedor de una guerra
que él ya ha perdido.

¡Magnífico!

Un fuerte abrazo.

Casi cualquier oficio es mejor que el de soldado en una guerra. Contundentes y lúcidos versos. Un saludo cordial.

Amargas reflexiones que debemos tener en cuenta.

Un abrazo.

Alejandro Costa escribió: ↑Vie, 30 May 2025 12:09 ¡Uf! Antonio.

Qué descripción más real y más aterradora nos dejas.

El poema me ha encantado, por dos razones, por lo bien escrito y por ser tan real, que había que enviárselo a todos esos magnates y a todos esos soldados enviados por decreto, a quitar vidas humanas y a poner la suya en peligro por la "prepotencia" de cuatro locos.

Triste oficio el de soldado
regresar vencedor de una guerra
que él ya ha perdido.

¡Magnífico!

Un fuerte abrazo.

Muchas gracias, mi querido amigo Alejandro, por la atenta lectura y el detallado comentario que has hecho a mi poema.

Un fuerte abrazo.

Triste, muy triste, pero así fueron siempre las guerras y, como en el ajedrez, los peones son sacrificados física y mentalmente en aras de ajenos intereses.
Por otra parte, también existen los sanguinarios mercenarios, al servicio del mejor postor.
Sigue el Poder mandando y ordenando las sentencias de muerte para su propio interés.
Un poema necesario para abrir los ojos ante estas situaciones, estos momentos, en que las armas y los oligarcas siembran tristeza y muerte.
Un saludo, Antonio, y paz.