Editorial Alaire

Ramón Castro Méndez escribió: ↑Mar, 20 May 2025 19:57 Hemos alcanzado el horizonte final de los océanos.
Su argentado resplandor de lunas llenas.
Su festival de muchedumbres.
Su lluvioso corazón de selvas.

La nave del silencio como un piano helado.
El viento que de algún modo golpea.
La noche que quiebra sus acendrados bordes consonantes
y ascienden hacia el cielo en fogonazos de ángeles,
tan ciertos como meridianos de espuma.

Vuelve hasta mi sangre el ópalo hirviendo
de un alba absoluta.
El guiño aquel en la negrura azul de la tormenta.
La ciega arquitectura de lo que fue perdido.

En ti recreé el mapa imposible de mis sueños,
seguí la huella silenciosa de un incendio,
hallé el rumor de luz a la orilla de tus ojos.

Mi fatiga y este norte de cielo, de furia y río,
de lenta tarde celebrando el tiempo.
Este viento de crines y de mares naciendo.
Todo felizmente vivo.

Juntos disfrutamos de las nieves de mayo
en esta hora en que la memoria se hizo luz
de todos los himnos, en esta hora que antes
se había perdido para siempre.

Y solo soy lo que soy
porque tu amor me acrecienta. Solo en ti
presente y continuado.

Alejandro Costa escribió: ↑Mar, 20 May 2025 20:49 Juntos disfrutamos de las nieves de mayo
en esta hora en que la memoria se hizo luz
de todos los himnos, en esta hora que antes
se había perdido para siempre.

Precioso poema el que nos presentas, Ramón.

El tema del amor, siempre complicado y a la vez tan hermoso, lo llevas por un camino de versos y estrofas que ahondan desde el comienzo hasta el fin.

Prueba de ello es esta maravilla de estrofa, que tan solo una pluma de calidad es capaz de escribir.

Un fuerte abrazo, compañero.

Ramón Castro Méndez escribió: ↑Mar, 20 May 2025 19:57 Hemos alcanzado el horizonte final de los océanos.
Su argentado resplandor de lunas llenas.
Su festival de muchedumbres.
Su lluvioso corazón de selvas.

La nave del silencio como un piano helado.
El viento que de algún modo golpea.
La noche que quiebra sus acendrados bordes consonantes
y asciende hacia el cielo en fogonazos de ángeles,
tan ciertos como meridianos de espuma.

Vuelve hasta mi sangre el ópalo hirviendo
de un alba absoluta.
El guiño aquel en la negrura azul de la tormenta.
La ciega arquitectura de lo que fue perdido.

En ti recreé el mapa imposible de mis sueños,
seguí la huella silenciosa de un incendio
hasta hallar el rumor de luz a la orilla de tus ojos.

Mi fatiga y este norte de cielo, de furia y río,
de lenta tarde celebrando el tiempo.
Este viento de crines y de mares naciendo.
Todo felizmente vivo.

Juntos disfrutamos de las nieves de mayo
en esta hora en que la memoria se hizo luz
de todos los himnos, en esta hora que antes
se había perdido para siempre.

Y solo soy lo que soy
porque tu amor me acrecienta. Solo en ti
presente y continuado.

Ramón Castro Méndez escribió: ↑Mar, 20 May 2025 19:57 Hemos alcanzado el horizonte final de los océanos.
Su argentado resplandor de lunas llenas.
Su festival de muchedumbres.
Su lluvioso corazón de selvas.

La nave del silencio como un piano helado.
El viento que de algún modo golpea.
La noche que quiebra sus acendrados bordes consonantes
y asciende hacia el cielo en fogonazos de ángeles,
tan ciertos como meridianos de espuma.

Vuelve hasta mi sangre el ópalo hirviendo
de un alba absoluta.
El guiño aquel en la negrura azul de la tormenta.
La ciega arquitectura de lo que fue perdido.

En ti recreé el mapa imposible de mis sueños,
seguí la huella silenciosa de un incendio
hasta hallar el rumor de luz a la orilla de tus ojos.

Mi fatiga y este norte de cielo, de furia y río,
de lenta tarde celebrando el tiempo.
Este viento de crines y de mares naciendo.
Todo felizmente vivo.

Juntos disfrutamos de las nieves de mayo
en esta hora en que la memoria se hizo luz
de todos los himnos, en esta hora que antes
se había perdido para siempre.

Y solo soy lo que soy
porque tu amor me acrecienta. Solo en ti
presente y continuado.