Dolor de madre
Publicado: Lun, 19 May 2025 5:08
La madre: —Pero ¿me puedes explicar qué van a hacer?
El hijo: —Ya te lo expliqué diez veces.
Madre: —Pero es que no me entra en la cabeza.
Hijo: —Mira, madre, ya se hizo tarde, ya está anocheciendo; él me dijo que vendría a buscarme al anochecer, va a llegar de un momento a otro.
M: —Pero es que ese muchacho se ha vuelto loco.
H: —Por favor, basta ya.
M: —Pero es que esto no tiene ni pies ni cabeza. Él va a arruinar a su familia y tú vas a arruinarnos a nosotros.
H: —Por favor...
M: —Con la hermosa carpintería que tiene el padre de ese muchacho…
H: —Tampoco es para tanto.
M: —Es que el padre tampoco ha sido muy avispado. Trabaja como un burro y hace bien sus trabajos pero no tiene personalidad. Además ya está medio viejo. Pero el hijo tiene toda la energía de la juventud, y conoce el oficio, y es un muchacho despierto, ocurrente, además tiene carisma, y temperamento. Tiene todo lo que nunca tuvo el padre. Si todo ese brío que tiene lo pusiera en la carpintería junto a su padre, estoy segura que se convertirían en una de las familias más ricas del pueblo. Como el vendedor de telas. Desde que el hijo se puso al frente del negocio junto a su padre, cambiaron del día a la noche.
H: —Porque el hijo es un acaparador, explotador, estafador, evasor de impuestos, sobornador de funcionarios…
M: —A mí no me consta.
H: —A mí sí. Tú no vas nunca al pueblo. Yo sí. Y tengo allí a mis amigos. Que lo conocen como patrón, proveedor, cliente. Y tú sabes bien que siendo honesto nadie se hace rico. ¿Y qué mejor ejemplo que nosotros? ¿Quién mejor que nuestro padre para trabajar con los animales? Y sin embargo…
M: —¿Y cuál es tu ideal, entonces? ¿Que seamos toda la vida unos pordioseros como hasta ahora? ¡Por Dios!
H: —Justamente, madre. De eso se trata. Tú sabes mejor que yo que las riquezas no son infinitas. Las tierras, los suelos fértiles, los buenos pastizales, el agua, y de ahí en más, todo, es limitado, no es infinito. Entonces mientras un puñado de acaparadores, que con su falta de escrúpulos y su dinero compran las voluntades necesarias para poder seguir siempre acaparando más; mientras sigan así quedándose siempre con todo, o casi todo; entonces el resto, la mayoría, vamos a seguir siendo siempre unos pordioseros. ¿Cuál es la alternativa según tú? ¿Convertirse en unos inescrupulosos como ellos y enriquecerse a costa de más pobreza generalizada? Porque si las riquezas son limitadas; a más acaparamiento por parte de unos pocos, pues más pobreza para el resto. ¿Te parece que ese puede ser el plan de Dios? ¿Que las riquezas que Dios creó sean para un puñado de acaparadores y que la mayoría de los hijos de Dios se maten trabajando para ser unos pordioseros, como nosotros?
M: —Y más pordioseros vamos a ser con dos brazos menos para ayudar a tu padre y tus hermanos. Tú sabes el tremendo trabajo que hay. Los animales, el acarreo del agua, la casa que se cae a pedazos. Si aun estando tú no damos abasto.
H: —De eso se trata, madre…
M (ya a los gritos y llorando): —Y tú te vas a morir de hambre peor que nosotros, convertido en un haragán, vagabundo, mendigo, loco, igual que ese loco que debe estar poseído por el diablo, que te lleva con él. ¿A qué? ¿Para qué? ¡Por Dios! ¡Ese loco mal nacido, mal parido hijo de p…!
Una voz, desde afuera, en la oscuridad, entre ladridos de perros: —¡Buenas noches!
M: —¡¿Quién eres?!
La voz: —¡Vengo a buscar a tu hijo; él me está esperando para irse conmigo; soy Jesús de Nazaret!
Lisandro Sánchez
Las Ovejas, Neuquén, Argentina
pochosanchez1973@gmail.com
viewtopic.php?t=42057
El hijo: —Ya te lo expliqué diez veces.
Madre: —Pero es que no me entra en la cabeza.
Hijo: —Mira, madre, ya se hizo tarde, ya está anocheciendo; él me dijo que vendría a buscarme al anochecer, va a llegar de un momento a otro.
M: —Pero es que ese muchacho se ha vuelto loco.
H: —Por favor, basta ya.
M: —Pero es que esto no tiene ni pies ni cabeza. Él va a arruinar a su familia y tú vas a arruinarnos a nosotros.
H: —Por favor...
M: —Con la hermosa carpintería que tiene el padre de ese muchacho…
H: —Tampoco es para tanto.
M: —Es que el padre tampoco ha sido muy avispado. Trabaja como un burro y hace bien sus trabajos pero no tiene personalidad. Además ya está medio viejo. Pero el hijo tiene toda la energía de la juventud, y conoce el oficio, y es un muchacho despierto, ocurrente, además tiene carisma, y temperamento. Tiene todo lo que nunca tuvo el padre. Si todo ese brío que tiene lo pusiera en la carpintería junto a su padre, estoy segura que se convertirían en una de las familias más ricas del pueblo. Como el vendedor de telas. Desde que el hijo se puso al frente del negocio junto a su padre, cambiaron del día a la noche.
H: —Porque el hijo es un acaparador, explotador, estafador, evasor de impuestos, sobornador de funcionarios…
M: —A mí no me consta.
H: —A mí sí. Tú no vas nunca al pueblo. Yo sí. Y tengo allí a mis amigos. Que lo conocen como patrón, proveedor, cliente. Y tú sabes bien que siendo honesto nadie se hace rico. ¿Y qué mejor ejemplo que nosotros? ¿Quién mejor que nuestro padre para trabajar con los animales? Y sin embargo…
M: —¿Y cuál es tu ideal, entonces? ¿Que seamos toda la vida unos pordioseros como hasta ahora? ¡Por Dios!
H: —Justamente, madre. De eso se trata. Tú sabes mejor que yo que las riquezas no son infinitas. Las tierras, los suelos fértiles, los buenos pastizales, el agua, y de ahí en más, todo, es limitado, no es infinito. Entonces mientras un puñado de acaparadores, que con su falta de escrúpulos y su dinero compran las voluntades necesarias para poder seguir siempre acaparando más; mientras sigan así quedándose siempre con todo, o casi todo; entonces el resto, la mayoría, vamos a seguir siendo siempre unos pordioseros. ¿Cuál es la alternativa según tú? ¿Convertirse en unos inescrupulosos como ellos y enriquecerse a costa de más pobreza generalizada? Porque si las riquezas son limitadas; a más acaparamiento por parte de unos pocos, pues más pobreza para el resto. ¿Te parece que ese puede ser el plan de Dios? ¿Que las riquezas que Dios creó sean para un puñado de acaparadores y que la mayoría de los hijos de Dios se maten trabajando para ser unos pordioseros, como nosotros?
M: —Y más pordioseros vamos a ser con dos brazos menos para ayudar a tu padre y tus hermanos. Tú sabes el tremendo trabajo que hay. Los animales, el acarreo del agua, la casa que se cae a pedazos. Si aun estando tú no damos abasto.
H: —De eso se trata, madre…
M (ya a los gritos y llorando): —Y tú te vas a morir de hambre peor que nosotros, convertido en un haragán, vagabundo, mendigo, loco, igual que ese loco que debe estar poseído por el diablo, que te lleva con él. ¿A qué? ¿Para qué? ¡Por Dios! ¡Ese loco mal nacido, mal parido hijo de p…!
Una voz, desde afuera, en la oscuridad, entre ladridos de perros: —¡Buenas noches!
M: —¡¿Quién eres?!
La voz: —¡Vengo a buscar a tu hijo; él me está esperando para irse conmigo; soy Jesús de Nazaret!
Lisandro Sánchez
Las Ovejas, Neuquén, Argentina
pochosanchez1973@gmail.com
viewtopic.php?t=42057