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Crítica literaria a Barbecho, de Víctor F. Mallada

Publicado: Dom, 11 May 2025 8:58
por Rafel Calle
BARBECHO, DE VÍCTOR F. MALLADA

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Víctor F. Mallada, poeta y tesorero de la Academia de Poesía Alaire, propone en el poema Barbecho una profunda introspección cargada de sensibilidad, para conjugar lo íntimo con lo telúrico. Su título —de marcado tono agrario— funciona como una poderosa metáfora de renovación y espera: igual que la tierra se deja descansar para recobrar fertilidad, el alma también necesita un tiempo de quietud y silencio para reencontrarse con su voz.

Desde los primeros versos, el hablante lírico adopta un tono confesional y cercano, con una súplica que se despliega entre imágenes de agotamiento y espiritualidad: “exangüe de verbo, salud y rima”. Es una alma cansada de nombrar, de sostener el ritmo vital, que busca reposo sin rendición. La nota “prendida en el calendario de tu sentida plegaria” sugiere la escritura como gesto último de resistencia y esperanza, una oración sin dogma.

Destaca claramente el ritmo y la musicalidad del poema, deliberadamente suaves, casi susurrados, merced al verso octosílabo polirrítmico compuesto en estrofas de 4 versos, tres octosílabos y el último hexadecasílabo, lo cual privilegia la cadencia pero sin perder el vigor propio del conjunto de 8 sílabas. Y es que el octosílabo constituye el grupo de entonación básico en la construcción fonológica del castellano, así que, no es de extrañar que este poema responda en el fondo a las mismas medidas esenciales que rigen la división del discurso en grupos de entonación.

Además, Víctor recurre a la anáfora (“deja, deja, sólo deja”) para reforzar ese clima de pausa activa: no es la renuncia, sino el respeto por los tiempos naturales del alma. El uso de elementos de la naturaleza —el viento, el humus, la llama— conecta lo emocional con lo biológico, en una poética que recuerda a la de Rainer Maria Rilke o Juan Ramón Jiménez.

Destaca también la osadía de invocar “esa nada que te pide sincronizar fuerza y danza”. Aquí el poeta se atreve a dar voz al vacío, al silencio fértil que antecede todo nuevo crecimiento. La nada no es ausencia, sino un espacio simbólico que exige atención. Esta noción de equilibrio entre pulso y calma aparece de nuevo en la segunda mitad del poema, donde Víctor introduce un concepto clave: el reciclaje del ánimo.

El poema culmina con una imagen de profunda sabiduría emocional: “para llenar de nutrientes nuevos la despensa de tu casa, tienes que dejar vacía, por un tiempo, tu mirada.” Esta metáfora doméstica, sencilla y luminosa, condensa toda la tesis del poema: sólo a través del barbecho interior —ese dejar de mirar, hacer, decir— se puede volver a habitar la vida con sentido.

Barbecho es, en definitiva, un canto al descanso consciente, al silencio necesario, a la espera como forma activa de amor propio y lucidez. Un poema que no pretende deslumbrar, sino acompañar, como una brisa que susurra desde la tierra quieta. Un recordatorio, necesario y bello, de que incluso el alma necesita rotación de cultivos.

Mi más cordial enhorabuena, don Víctor, por esta obra y y por tu trabajo silencioso pero constante e importantísimo siendo el gestor de las finanzas de la Academia.

Vaya un fuerte abrazo, maestro del ritmo y de otros asuntos que iremos desgranando, por ejemplo, la vid. Tendríamos que comprobar si sigues con el pulso firme del buen cosechero.