Editorial Alaire

Quien pese a todo se quedó contigo.
El que alzó su voz cuando te rodeaba el silencio.
Aquel que hizo de ti voz de muchas espumas.
El que creció en ti como raíz.
Quien te ama con su verdor de hierba y la luz en vilo.
Quien ama tu cuerpo de selva virgen con sus ríos
inmóviles como celestes espejos, con sus tambores
de lluvia, con sus aves salvajes como un estallido
de colores.
Aquel que se quedó a tu orilla para nadar
en tu cuerpo de río.
El que siempre aguarda al final de tu recuerdo.
Quien quemó en ti todos los vientos.
Aquel que celebra y canta tu alegría.
Quien siempre está cerca, incluso cuando lo alejas,
o ese mismo azar que nos sorprendió cuando todos
regresaban a casa de madrugada.
El que abdicó de si para ser ahora y siempre.
Quien te entregó su último paisaje.
Quien es bufón de tu risa y trombón de tu locura.
El que colgó en el aire sus besos tatuados
y te buscó descalzo por los bares.
Aquel que encontró refugio bajo tu sombra
para vivir más tiempo en tus sueños.
El que es tan cierto en el murmullo de la noche
como en el silbar del viento.
Quien nunca perdió el pie ante la derrota.
Aquel que buscó sobre tu piel el reflejo de el firmamento
y descubrió bajo tus párpados un sol inabarcable.


Kazuhiko O.

Fermosa a singradura, compañeiro, con arelas das largacías do alén.

Gustoume!
Unha aperta, meu.

Es de esos poemas que, conforme los vas leyendo, te llenan de culpabilidad, de tristeza y te preguntas, una y mil veces, ¿dónde estaba yo en esos momentos que se me necesitó?

Es un poema con una lección, que todos, absolutamente todos, deberíamos poner en práctica.

Y es un poema sensacional, que me ha encantado.

¿Hacia tiempo que no te decía que escribes muy bien?

Pues eso.

Un abrazo.