Editorial Alaire

D. Quijote recuerda a Dulcinea

Tan pura como el mar, al fin hallado;
Onda en que bañar un alma anhelante
de brisa y de frescor. Azul soñado
sobre una estepa blanca y asfixiante.
Suave como flor, brisa en que aspirar
delirios del amor que vida niega
y un franco caballero ha de buscar
con bravo corazón que se despliega.
Eterna aspiración a la belleza
que nunca ha de tocar este guerrero
rendido de estupor ante tu alteza.
Ir cubriendo de espinas el sendero
al tiempo que en los pétalos se meza
vana ilusión nacida en tu venero.

Pascual Pérez

Magnífica entrega, Pascual. Te aplaudo por tan extraordinario poema que he disfrutado enormemente.
Un abrazo

Muchas gracias de todo corazón!! Jorge!
Pasa un feliz final de fiesta! Un fuerte abrazo!

Muy bueno, bien dirigido y de ágil lectura.

Un abrazo.

Me alegra que te haya gustado y que lo comentes! Un abrazo, Alejsndro!

D. Quijote recuerda a Dulcinea

Tan pura como el mar, al fin hallado;
Onda en que bañar un alma anhelante
de brisa y de frescor. Azul soñado
sobre una estepa blanca y asfixiante.
Suave como flor, brisa en que aspirar
delirios del amor que vida niega
y un franco caballero ha de buscar
con bravo corazón que se despliega.
Eterna aspiración a la belleza
que nunca ha de tocar este guerrero
rendido de estupor ante tu alteza.
Ir cubriendo de espinas el sendero
al tiempo que en los pétalos se meza
vana ilusión nacida en tu venero.

Pascual Pérez
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Este soneto, de tono idealista y melancólico, pone voz al recuerdo de Dulcinea desde la mirada del caballero ya vencido, sublimando su figura como símbolo inalcanzable de belleza, pureza y sentido vital. La composición destaca por su clasicismo formal —versos endecasílabos y rima consonante ABAB ABAB CDC DCD—, enmarcando una reflexión profundamente quijotesca: la lucha por un ideal que se sabe irrealizable.

Métricamente, el soneto es correcto, solo le pongo peros al segundo verso, la tónica en primera sílaba encuentra a la siguiente tónica en quinta, que además es aguda y seguida de dos tónicas, lo cual se convierte en un tropezón rítmico.

La imaginería es rica y simbólica: el mar, la brisa, la flor y la estepa configuran un universo de contrastes entre deseo y realidad. La “eterna aspiración a la belleza” es también una confesión de derrota, un canto a lo inasible. El cierre del poema, con la ilusión “nacida en tu venero”, es especialmente elocuente: eleva a Dulcinea a fuente de sentido, aunque se reconozca su carácter ilusorio.

En resumen, un poema de belleza sobria y lenguaje cuidado, fiel al espíritu de Don Quijote: el idealismo que persiste, aún cuando sabe que no vencerá.

Con mi enhorabuena, amigo Pascual, recibe un cordial abrazo.

Me alegra que te haya gustado y muchas gracias por tus certeros comentarios. Un abrazo!

Estimado Rafel, debido a tu culto comentario y a tu crítica sobre el verso segundo, el que dices que es antirrítmico, lo he leído y recitado varias veces, y lo que oigo suena bien, abrupto, como yo quería, antimelódico, como una variante del endecasílabo enfático, con ictus en primera y quinta, que por alargamiento en el primer hemistiquio, valga la analogía con los alejandrinos, , como decía el gran Tomás Navarro Tomás, se puede convertir en sexta. De todos modos, comprendo tu opinión y tambièn es cuestión de gustos y de oído. En conjunto, creo que te ha gustado y eso me llena de alegría. Un abrazo!