Crítica literaria a Don Alzheimer, mi madre y yo, de Concha Vidal
- Rafel Calle
- Mensajes: 25008
- Registrado: Dom, 18 Nov 2007 18:27
- Ubicación: Palma de Mallorca
Crítica literaria a Don Alzheimer, mi madre y yo, de Concha Vidal
viewtopic.php?t=38928
En este poema, Concha Vidal aborda con enorme sensibilidad y ternura el tema del Alzheimer y lo hace mediante su característico estilo, es decir, desde una óptica infantil, cómica y profundamente emotiva.
El tono oscila entre la inocencia traviesa (el “caca-culo-pedo-pis” típico del lenguaje infantil) y una melancolía soterrada que va emergiendo poco a poco entre los versos, especialmente en las líneas finales (“sin remedio…, sin remedio…”).
Este contraste entre la luz de la risa y la sombra del deterioro da al poema una densidad emocional muy poderosa.
La estructura es fragmentada y libre, intercalando dos niveles de lenguaje: lenguaje infantil y coloquial (los diálogos, el juego, las repeticiones), y lenguaje lírico elevado (los versos entre paréntesis, imágenes florales, naturales y mitológicas).
Los versos entre paréntesis funcionan como subtexto emocional, como si fuera la música de fondo que acompaña la escena alegre en primer plano. Esto le da al poema una profundidad cinematográfica: vemos la risa, pero oímos la tristeza.
El ritmo es quebrado y me gusta suponer que se hace a propósito, reflejando el propio deterioro mental que sufre la madre: momentos de lucidez infantil, saltos lógicos, repeticiones que evocan la circularidad de la enfermedad.
La combinación de imágenes lleva el sello inconfundible de Concha, o sea, es muy rica y muy hábil, con elementos de la infancia, como risas, cosquillas, hormigas, disfraz de marciano; por otra parte, elementos de la naturaleza, tal caléndulas, nomeolvides (¡precioso guiño al olvido del Alzheimer!), espuma, mirto, marismas, charca. Estos mundos se superponen creando un paisaje emocional donde lo tierno y lo trágico conviven.
La anadiplosis final (“Y nos vamos… y nos vamos… y nos vamos…”) acentúa la idea del desaparecer, desvanecerse.
El lenguaje infantil (“caca-culo-pedo-pis”) tiene una función crucial:
-Desdramatiza la tragedia.
-Humaniza la relación madre-hija.
-Sostiene la memoria viva: la risa y el juego como resistencia frente a la muerte y el olvido.
Además, hay un manejo muy sutil de la musicalidad: repeticiones, onomatopeyas (“plas”) y juegos de ritmo que refuerzan el carácter lúdico.
“Don Alzheimer, mi madre y yo” es un poema extraordinariamente emotivo, que logra hablar de un tema devastador sin recurrir al dramatismo, sino desde una ternura absolutamente conmovedora.
El gran mérito de Concha Vidal aquí es la honestidad: no idealiza ni victimiza, sino que muestra la enfermedad desde el vínculo íntimo, desde el amor cotidiano, desde el juego compartido.
El poema es al mismo tiempo, un homenaje a la madre, una crónica íntima de la despedida progresiva y una celebración de la risa como última resistencia frente al olvido.
En fin, me parece que Concha Vidal, con su personalísimo, es la autora ideal para conseguir una obra en la que la risa y el dolor se abracen en una danza luminosa y desgarradora a la vez.
Mi más efusiva enhorabuena, querida amiga Concha, por este poema tan y tan y tan... Para mí, eres la dama de las delicias poéticas y no es de ahora, sino que viene de lejos, desde que nos conocimos en Madrid, hará ya 17 años o más.
Un fuerte abrazo, compañera.