El ladrón del tiempo
Publicado: Vie, 25 Abr 2025 16:34
Diciembre es nombre de un dios.
Hoy es pasado que vuelve,
pero todo el año está presente.
Acecha como un animal
de alargada sombra,
me lo contaste una noche
al oído como un sueño,
solo yo debía saberlo.
La noche es solo un pacto
hecho a lo largo del tiempo.
Tan negra toda ella
qué cómo aullaron los perros
sin poder estarse quietos.
Amaneció hacia un martes
con nieve en los castaños,
contagiados de mar los robles,
camino a la fuente vieja
y a la flor del invierno.
Todos los caminos llevan al norte.
Ser norte y no saberlo,
solo el musgo de los árboles
o hacia donde crece el helecho.
No pude seguir todas las huellas,
algunas eran de olvido,
otras de pena y ausencia,
y otras más eran las del ladrón
del tiempo.
Sus pasos largos y apresurados
se quejaban contra el viento.
Vagué bajo esa lluvia oxidada
buscando quien me acompañe,
abrasado por el tiempo.
Volver, volver a los caminos sin dueño,
en los que el eco tenía el valor
del canto de una moneda.
Corriendo fui tras el eco
hasta donde después de morir
se llegan los muertos,
que visten camisa blanca,
gris el chaleco y fuman tabaco negro.
Allí esperan hasta que el río se los lleve.
Río de plateadas escamas,
y el lago, como la luna, solo era un espejo.
Crece la hierba tan alta
que derriba a la gente,
Tan bajo ya estaba el sol
que se calentó entre mis manos.
Hoy es pasado que vuelve,
pero todo el año está presente.
Acecha como un animal
de alargada sombra,
me lo contaste una noche
al oído como un sueño,
solo yo debía saberlo.
La noche es solo un pacto
hecho a lo largo del tiempo.
Tan negra toda ella
qué cómo aullaron los perros
sin poder estarse quietos.
Amaneció hacia un martes
con nieve en los castaños,
contagiados de mar los robles,
camino a la fuente vieja
y a la flor del invierno.
Todos los caminos llevan al norte.
Ser norte y no saberlo,
solo el musgo de los árboles
o hacia donde crece el helecho.
No pude seguir todas las huellas,
algunas eran de olvido,
otras de pena y ausencia,
y otras más eran las del ladrón
del tiempo.
Sus pasos largos y apresurados
se quejaban contra el viento.
Vagué bajo esa lluvia oxidada
buscando quien me acompañe,
abrasado por el tiempo.
Volver, volver a los caminos sin dueño,
en los que el eco tenía el valor
del canto de una moneda.
Corriendo fui tras el eco
hasta donde después de morir
se llegan los muertos,
que visten camisa blanca,
gris el chaleco y fuman tabaco negro.
Allí esperan hasta que el río se los lleve.
Río de plateadas escamas,
y el lago, como la luna, solo era un espejo.
Crece la hierba tan alta
que derriba a la gente,
Tan bajo ya estaba el sol
que se calentó entre mis manos.