Soldaditos de plomo

[Ana Muela Sopeña]

A Ramón Castro Méndez

Hay un niño que pacta en el olvido la belleza de un mundo intraterreno. Con su tirachinas de madera abre la grieta exacta de las nubes y contempla el amor de los crepúsculos. A veces sus paseos son de arena y descubre que hay playas en su corazón de aventurero. Otras veces hay brisa en su deambular por las noches eternas de una estrella. Y siempre en la distancia de la luna habitan soldaditos de plomo y de obsidiana dispuestos a luchar por sus quimeras. Veo en estanterías de metal ejemplares dispersos del "Capitán Trueno". Los años se hacen sombra a través de los días de un calendario abierto a la nostalgia. Lúdica la sonrisa de aquel chico que diseñó en su bloc un laberinto lleno de recuerdos para llegar al centro del temblor. En mitad del camino de Saturno las manos de la lluvia de un adolescente que derrama la ilusión contenida en los experimentos más curiosos. La máquina del tiempo construye en su ficción un devenir de árboles y cúmulos para seducir a los que adoran la bruma en sus inicios más efímeros.


Ana Muela Sopeña

[Alejandro Costa]

Precioso, Ana.

Todo el escrito te lleva directamente a ese laberinto que está lleno de frases y metáforas de gran valor poético.

Me ha encantado.

A ello se une la dedicatoria a nuestro amigo Ramón.

Abrazos desde el corazón a ambos.

[Antonia Mauro]

Hola, Ana,buenos días.

Imagen genial la de los muñecos en la estantería. Me encanta.
"Veo en estanterías de metal ejemplares dispersos del Capitán Trueno".
Genial este verso y la imagen que nos trae. Inmensamente tierna. En mis estanterías había cuentos, así me fue. Emoticono de sonrisa irónica.
Los comics los leía en casa de una amiga. Después llegaron los comics con mi hermano. Su estantería igual que en la de mi hijo, reinaba el barco pirata. Lo veía todo desde allí arriba.

Un saludo.

[Marisa Peral]

Yo, que soy la mayor de 5 hermanos,
He vivido rodeada de todos esos tesoros que tan poéticamente detallas.
Joyas únicas para cada uno de ellos que evocan diferentes vivencias.

Me gusta mucho tu poema que, además, tiene el “Plus” de la dedicatoria a un compañero.

Felicidades y besos a los dos.
Abrazos.

[Ana Muela Sopeña]

Muchas gracias, Alejandro, por brindarme tus palabras.

Un fuerte abrazo
Ana

[Ramón Castro Méndez]

A Ramón Castro Méndez

Hay un niño que pacta en el olvido la belleza de un mundo intraterreno. Con su tirachinas de madera abre la grieta exacta de las nubes y contempla el amor de los crepúsculos. A veces sus paseos son de arena y descubre que hay playas en su corazón de aventurero. Otras veces hay brisa en su deambular por las noches eternas de una estrella. Y siempre en la distancia de la luna habitan soldaditos de plomo y de obsidiana dispuestos a luchar por sus quimeras. Veo en estanterías de metal ejemplares dispersos del "Capitán Trueno". Los años se hacen sombra a través de los días de un calendario abierto a la nostalgia. Lúdica la sonrisa de aquel chico que diseñó en su bloc un laberinto lleno de recuerdos para llegar al centro del temblor. En mitad del camino de Saturno las manos de la lluvia de un adolescente que derrama la ilusión contenida en los experimentos más curiosos. La máquina del tiempo construye en su ficción un devenir de árboles y cúmulos para seducir a los que adoran la bruma en sus inicios más efímeros.


Ana Muela Sopeña

Precioso, Ana, muchas gracias por este detallazo. Los tebeos del Capitán Trueno y del Jabato son los que más recuerdo, así como los de Pulgarcito y Tiovivo, que llenaron muchos días de mi infancia. Nunca tuve soldaditos de plomo, sí de plásticos que venían en las cajas de detergente de Omo o Persil, que compraba mi madre. Hasta que una noche de Reyes mi padre me regaló un fuerte apache, hecho con sus propias manos, repleto de indios y vaqueros. Todavía tengo in mente las figuras de un indio pintado de rojo y un vaquero, con pinta de pistolero, que era de color marrón. Disfrute de lo lindo con ese juguete y esos tebeos.
Gracias, otra vez, por acordarte de mí y transportarme en el tiempo a mi infancia.

Besos.

[Ramón Carballal]

Preciosa evocación de la infancia y de aquellas cosas que nos hicieron felices en la niñez. Buen detalle dedicárselo a mi tocayo que bien lo merece. Enhorabuena y un abrazo.

[Ana Muela Sopeña]

Antonia, me alegra que te haya gustado esta evocación de la infancia

Un beso grande
Ana

[Ana Muela Sopeña]

Hola, Marisa, me encanta tu comentario:

Siempre habita dentro de nosotros un niño que mira la vida con ojos asombrados.

Un beso enorme
Ana

[Alonso Vicent]

Qué cercano este estupendo poema que recorre el laberinto del tiempo para devolvernos los inicios de lo que somos ahora.
Un placer leer este dedicado a Ramón, ya te digo, tan cercano y poéticamente en estos buenos aires compartidos.
Un abrazo, Ana, y seguimos jugando a vivir pese a lo serio del asunto.

[Jorge Salvador]

Qué bonito. Pura poesía, Ana. Me encantó de principio a fin, te felicito por esta maravilla tan pulcra y espléndidamente escrita.
Un fuerte abrazo

[Ana García]

Qué bonito, Ana. Ternura y delicadeza en tu escrito.
Has tocado infancias.
Te felicito por este dedicado.
Un abrazo.

[Pilar Morte]

Qué recuerdos tan buenos. Me leía los tebeos de mis tres hermanos varones, y los míos de hadas. Me gustó mucho esta prosa poética tan bien urdida. Felicidades.
Un abrazo grande y felicidad

[Armilo Brotón]

A Ramón Castro Méndez

Hay un niño que pacta en el olvido la belleza de un mundo intraterreno.

Ana Muela Sopeña

¡Qué bello este verso!

El muy maricón, es más de muñecas Barbi que de soldaditos de plomo en sus estanterías; para el caso es lo mismo, el comentario no cambiaría un ápice.
Estoy casi seguro de que éste es el poema original, perdona el atrevimiento:

“Hay un niño que pacta en el olvido
la belleza de un mundo intraterreno.

Con su tirachinas de madera
abre la grieta exacta de las nubes
y contempla el amor de los crepúsculos.

A veces sus paseos son de arena
y descubre que hay playas
en su corazón de aventurero.
Otras veces hay brisa en su deambular
por las noches eternas de una estrella.
Y siempre en la distancia de la luna
habitan soldaditos de plomo y de obsidiana
dispuestos a luchar por sus quimeras.

Veo en estanterías de metal
ejemplares dispersos del "Capitán Trueno".
Los años se hacen sombra
a través de los días
de un calendario abierto a la nostalgia.
Lúdica la sonrisa de aquel chico
que diseñó en su bloc un laberinto
lleno de recuerdos
para llegar al centro del temblor.

En mitad del camino de Saturno
las manos de la lluvia de un adolescente
que derrama la ilusión contenida
en los experimentos más curiosos.

La máquina del tiempo
construye en su ficción
un devenir de árboles y cúmulos
para seducir a los que adoran la bruma
en sus inicios más efímeros.”

Que has intentado encumbrar como un poema en prosa, pero conociéndote no te escapas mi amiga, está clarísima la estructura. Yo prefiero la poética en estos casos.

Voy al meollo de tu bello y dedicado poema, trabajado poema; pues además del ritmo que impones, por los endecasílabos, has reflejado muy bien la poética de Frodi; se nota que lo lees con cariño y detenimiento. Casi siempre Ramón mira al pasado con nostalgia, añorando momentos, paisajes, sensaciones; seguro que lo tuvo que pasar muy bien el julandrón. No se adhiere mucho al presente, casi lo obvia y critica, por eso sólo en contadas ocasiones poetiza sobre la actualidad.

El título del poema me sugiere la infancia, el juego, la imaginación; creo que te gustó mucho el poema que el admirado acólito del Corumelo dejó hace unas semanas: “Veranos de mi infancia”. Los "Soldaditos de plomo" simbolizan tanto la inocencia de la niñez como los conflictos vitales que asumimos en la madurez, dulcificados, eso sí, por el diminutivo; surgen en la vida adulta. Este contraste establece un tono melancólico, de añoranza, reflexivo, que recorre el poema; me ha invitado a explorar la relación entre la niñez y la pérdida de la inocencia.

La tuya, es una poesía sincera, trabajada desde la métrica, amorosa, y lo demuestras en cada entrega; la generosidad y el cariño transpira en cada verso.
Expones con excelente imaginación, empatizando con el quehacer de Ramón, queriendo interpretar lo él que diría, la experiencia de un niño que interactúa con el mundo a través de la imaginación y el juego. A medida que el niño "pacta en el olvido", se establece una conexión con un mundo de fantasía y descubrimiento. El despliegue del mensaje lo vas materializando a través de imágenes emotivas, sensoriales, sacadas, creo, de tus vivencias de niña feliz; resuena en mi mente, con cada lectura, aquellos hermosos años de mi infancia, donde la belleza y la nostalgia se entrelazaron con la realidad, con el paso del tiempo, y la inevitable pérdida de la inocencia donde todo eran risas y esperanza.

¡Podría contar tantas cosas más de tu poema amiga!
Voy a quedarme con esto que quería decirte, emocionado, por esta muestra de cariño, merecida, hacia nuestro amigo Ramón casto.

Un beso y mi felicitación a los dos, mis queridos amigos,

[Ramón Castro Méndez]

A Ramón Castro Méndez

Hay un niño que pacta en el olvido la belleza de un mundo intraterreno.

Ana Muela Sopeña

¡Qué bello este verso!

El muy maricón, es más de muñecas Barbi que de soldaditos de plomo en sus estanterías; para el caso es lo mismo, el comentario no cambiaría un ápice.
Estoy casi seguro de que éste es el poema original, perdona el atrevimiento:

“Hay un niño que pacta en el olvido
la belleza de un mundo intraterreno.

Con su tirachinas de madera
abre la grieta exacta de las nubes
y contempla el amor de los crepúsculos.

A veces sus paseos son de arena
y descubre que hay playas
en su corazón de aventurero.
Otras veces hay brisa en su deambular
por las noches eternas de una estrella.
Y siempre en la distancia de la luna
habitan soldaditos de plomo y de obsidiana
dispuestos a luchar por sus quimeras.

Veo en estanterías de metal
ejemplares dispersos del "Capitán Trueno".
Los años se hacen sombra
a través de los días
de un calendario abierto a la nostalgia.
Lúdica la sonrisa de aquel chico
que diseñó en su bloc un laberinto
lleno de recuerdos
para llegar al centro del temblor.

En mitad del camino de Saturno
las manos de la lluvia de un adolescente
que derrama la ilusión contenida
en los experimentos más curiosos.

La máquina del tiempo
construye en su ficción
un devenir de árboles y cúmulos
para seducir a los que adoran la bruma
en sus inicios más efímeros.”

Que has intentado encumbrar como un poema en prosa, pero conociéndote no te escapas mi amiga, está clarísima la estructura. Yo prefiero la poética en estos casos.

Voy al meollo de tu bello y dedicado poema, trabajado poema; pues además del ritmo que impones, por los endecasílabos, has reflejado muy bien la poética de Frodi; se nota que lo lees con cariño y detenimiento. Casi siempre Ramón mira al pasado con nostalgia, añorando momentos, paisajes, sensaciones; seguro que lo tuvo que pasar muy bien el julandrón. No se adhiere mucho al presente, casi lo obvia y critica, por eso sólo en contadas ocasiones poetiza sobre la actualidad.

El título del poema me sugiere la infancia, el juego, la imaginación; creo que te gustó mucho el poema que el admirado acólito del Corumelo dejó hace unas semanas: “Veranos de mi infancia”. Los "Soldaditos de plomo" simbolizan tanto la inocencia de la niñez como los conflictos vitales que asumimos en la madurez, dulcificados, eso sí, por el diminutivo; surgen en la vida adulta. Este contraste establece un tono melancólico, de añoranza, reflexivo, que recorre el poema; me ha invitado a explorar la relación entre la niñez y la pérdida de la inocencia.

La tuya, es una poesía sincera, trabajada desde la métrica, amorosa, y lo demuestras en cada entrega; la generosidad y el cariño transpira en cada verso.
Expones con excelente imaginación, empatizando con el quehacer de Ramón, queriendo interpretar lo él que diría, la experiencia de un niño que interactúa con el mundo a través de la imaginación y el juego. A medida que el niño "pacta en el olvido", se establece una conexión con un mundo de fantasía y descubrimiento. El despliegue del mensaje lo vas materializando a través de imágenes emotivas, sensoriales, sacadas, creo, de tus vivencias de niña feliz; resuena en mi mente, con cada lectura, aquellos hermosos años de mi infancia, donde la belleza y la nostalgia se entrelazaron con la realidad, con el paso del tiempo, y la inevitable pérdida de la inocencia donde todo eran risas y esperanza.

¡Podría contar tantas cosas más de tu poema amiga!
Voy a quedarme con esto que quería decirte, emocionado, por esta muestra de cariño, merecida, hacia nuestro amigo Ramón casto.

Un beso y mi felicitación a los dos, mis queridos amigos,

Querido permafrodita, me gusta esa pose de malote que te gastas en tu avatar, a lo Bogart, pero zalamero, en "La Reina de África". Eres el dandy de playa Limón. Y no, no eran Barbies, eran Nancys.

Un abrasote, asúcar, mae.
Un gran abrazo, Ana.