Soldaditos de plomo
Publicado: Mié, 02 Abr 2025 21:58
A Ramón Castro Méndez
Hay un niño que pacta en el olvido la belleza de un mundo intraterreno. Con su tirachinas de madera abre la grieta exacta de las nubes y contempla el amor de los crepúsculos. A veces sus paseos son de arena y descubre que hay playas en su corazón de aventurero. Otras veces hay brisa en su deambular por las noches eternas de una estrella. Y siempre en la distancia de la luna habitan soldaditos de plomo y de obsidiana dispuestos a luchar por sus quimeras. Veo en estanterías de metal ejemplares dispersos del "Capitán Trueno". Los años se hacen sombra a través de los días de un calendario abierto a la nostalgia. Lúdica la sonrisa de aquel chico que diseñó en su bloc un laberinto lleno de recuerdos para llegar al centro del temblor. En mitad del camino de Saturno las manos de la lluvia de un adolescente que derrama la ilusión contenida en los experimentos más curiosos. La máquina del tiempo construye en su ficción un devenir de árboles y cúmulos para seducir a los que adoran la bruma en sus inicios más efímeros.
Ana Muela Sopeña
Hay un niño que pacta en el olvido la belleza de un mundo intraterreno. Con su tirachinas de madera abre la grieta exacta de las nubes y contempla el amor de los crepúsculos. A veces sus paseos son de arena y descubre que hay playas en su corazón de aventurero. Otras veces hay brisa en su deambular por las noches eternas de una estrella. Y siempre en la distancia de la luna habitan soldaditos de plomo y de obsidiana dispuestos a luchar por sus quimeras. Veo en estanterías de metal ejemplares dispersos del "Capitán Trueno". Los años se hacen sombra a través de los días de un calendario abierto a la nostalgia. Lúdica la sonrisa de aquel chico que diseñó en su bloc un laberinto lleno de recuerdos para llegar al centro del temblor. En mitad del camino de Saturno las manos de la lluvia de un adolescente que derrama la ilusión contenida en los experimentos más curiosos. La máquina del tiempo construye en su ficción un devenir de árboles y cúmulos para seducir a los que adoran la bruma en sus inicios más efímeros.
Ana Muela Sopeña