Los sueños de los árboles
Publicado: Lun, 24 Mar 2025 14:07
Hoy me adentré en un bosque.
Los pasos retumbaban en la inmensa maleza.
Se me apareció entonces la imagen de una vivencia imaginativa,
me senté sobre la fractura de un carcomido árbol
mientras vislumbraba un alrededor de inmensa frondosidad
y las manos revisaban el tacto del asiento.
Quedé extasiado,
por un momento me encontré entre un solsticio de invierno
y una historia, no creada,
de la inmensidad de una arboleda
repleta de ramas y hojas impregnadas de un otoño añejo.
Todo era misterioso, eterno, bello e intrigante.
Una brisa, suave y helada, se unió al lienzo,
y sentí como el poder de la naturaleza me rodeaba el cuerpo,
como si quisiera hablar, sentir el mío
y hacerme sentir el suyo;
se me ocurrió mirar hacia lo más alto,
allá donde las copas de los árboles tertulian con el cielo,
y creí entonces ser uno de ellos.
Pero el crepúsculo inició su paseo,
y con él, yo emprendí el mío.
Tal vez, ellos me hablaron, me acogieron y me cobijaron,
quizás no supe entenderlos.
Cuando me alejaba,
sentí la extraña sensación de que el bosque se despedía,
dejé de andar,
me giré y quedé prendido al tranquilo anochecer.
Tras sentir la brisa en mi piel, me pregunté,
¿Qué soñarán los árboles?
Los pasos retumbaban en la inmensa maleza.
Se me apareció entonces la imagen de una vivencia imaginativa,
me senté sobre la fractura de un carcomido árbol
mientras vislumbraba un alrededor de inmensa frondosidad
y las manos revisaban el tacto del asiento.
Quedé extasiado,
por un momento me encontré entre un solsticio de invierno
y una historia, no creada,
de la inmensidad de una arboleda
repleta de ramas y hojas impregnadas de un otoño añejo.
Todo era misterioso, eterno, bello e intrigante.
Una brisa, suave y helada, se unió al lienzo,
y sentí como el poder de la naturaleza me rodeaba el cuerpo,
como si quisiera hablar, sentir el mío
y hacerme sentir el suyo;
se me ocurrió mirar hacia lo más alto,
allá donde las copas de los árboles tertulian con el cielo,
y creí entonces ser uno de ellos.
Pero el crepúsculo inició su paseo,
y con él, yo emprendí el mío.
Tal vez, ellos me hablaron, me acogieron y me cobijaron,
quizás no supe entenderlos.
Cuando me alejaba,
sentí la extraña sensación de que el bosque se despedía,
dejé de andar,
me giré y quedé prendido al tranquilo anochecer.
Tras sentir la brisa en mi piel, me pregunté,
¿Qué soñarán los árboles?