Requerimiento
Publicado: Dom, 23 Mar 2025 22:04
DONDE SE CUENTA EN SONETO BLANCO LA OCASIÓN DEL REQUERIMIENTO
La musa avive mi respuesta cauta
al enigma planteado por la arquera,
no el veleidoso tono de albayalde
en mi pesar palabras y argumentos,
ni diestros correveidiles reforjados
en esta fragua al pronto levantada,
herencia del mismo sol que la corteja,
derramado sin orden sobre el campo.
Alguien, en mí, devuélvese a decirme:
«Replicarle pudiera como aquel,
pero mi poco griego me lo impide».
Y yo: «No temas tú por tus recursos,
y dile a ella presto lo que inquiere».
Y él: «Lo haré, mas ten en cuenta que,
liberadas, mis armas son prosemas».
DONDE EL VATE PROCEDE A RESPONDER A TRAVÉS DE ITÁLICAS RIMAS
«Quiero la luz impura de la calle;
quiero, en la acera, el brillo del neón;
quiero la lluvia muda andando el valle;
quiero no ser inmune a la canción
que se desata cada noche el astro,
común a todo tiempo y estación.
El hierro quiero; el oro, el alabastro
sometidos a su modesto imperio;
de la pavesa quiero el ciego rastro
de Francesca y Paolo y su misterio.
Quiero el ocre motor en la ciudad:
las ruinas salvas, salvo magisterio.
Quiero de una mitad a otra mitad
el día, el fruto, el aire, el labio alado;
la pallida mors aequo... la unidad
que anuncia en el detrito el rostro amado.
Quiero el azul del mar indescifrable,
y el vendaval, y el mito repujado.
Quiero de lo caduco lo heredable;
de lo eterno, la chispa, el fucilazo;
de lo inmediato, el hálito mudable;
de lo constante, apenas el hachazo
aquel, del que escribiera con acierto
Kafka, en la Praga de su mismo trazo.
Quiero la flor oculta en el desierto;
quiero no ser, y ser, el que cantó;
quiero ser el que afirme al ser despierto:
έν διαφέρον έαυτώ»*.
* Lo uno diferente en sí mismo.
La musa avive mi respuesta cauta
al enigma planteado por la arquera,
no el veleidoso tono de albayalde
en mi pesar palabras y argumentos,
ni diestros correveidiles reforjados
en esta fragua al pronto levantada,
herencia del mismo sol que la corteja,
derramado sin orden sobre el campo.
Alguien, en mí, devuélvese a decirme:
«Replicarle pudiera como aquel,
pero mi poco griego me lo impide».
Y yo: «No temas tú por tus recursos,
y dile a ella presto lo que inquiere».
Y él: «Lo haré, mas ten en cuenta que,
liberadas, mis armas son prosemas».
DONDE EL VATE PROCEDE A RESPONDER A TRAVÉS DE ITÁLICAS RIMAS
«Quiero la luz impura de la calle;
quiero, en la acera, el brillo del neón;
quiero la lluvia muda andando el valle;
quiero no ser inmune a la canción
que se desata cada noche el astro,
común a todo tiempo y estación.
El hierro quiero; el oro, el alabastro
sometidos a su modesto imperio;
de la pavesa quiero el ciego rastro
de Francesca y Paolo y su misterio.
Quiero el ocre motor en la ciudad:
las ruinas salvas, salvo magisterio.
Quiero de una mitad a otra mitad
el día, el fruto, el aire, el labio alado;
la pallida mors aequo... la unidad
que anuncia en el detrito el rostro amado.
Quiero el azul del mar indescifrable,
y el vendaval, y el mito repujado.
Quiero de lo caduco lo heredable;
de lo eterno, la chispa, el fucilazo;
de lo inmediato, el hálito mudable;
de lo constante, apenas el hachazo
aquel, del que escribiera con acierto
Kafka, en la Praga de su mismo trazo.
Quiero la flor oculta en el desierto;
quiero no ser, y ser, el que cantó;
quiero ser el que afirme al ser despierto:
έν διαφέρον έαυτώ»*.
* Lo uno diferente en sí mismo.