Editorial Alaire

Israel Liñán escribió: ↑Lun, 17 Mar 2025 17:08 Me desangré, se pudrieron mis venas,
soy el arroyo cuyo cauce enfrenta al desierto,
allá en los pasos dorados
de la antigua Samarcanda,
una sombra de lamentos
que se adhieren como fango.

A mi alrededor
los muertos susurran antiguas canciones,
hablan de ecos que rebotan en las cristaleras
de los edificios.

Mañana en la mañana
Madrid venderá su alma,
una lluvia que no moja
sellará el pacto,
las carreteras evaporarán su asfalto,
respiraremos cáncer
mientras se desgastan una a una
las salidas, las realidades.

Mira al frente
- pretendo ordenarme-
despega los ojos del suelo,
el cielo es un avispero de colores cálidos
y el sol se esconde sonrosado
tras las montañas,
levanta la vista,
respira el polvo en suspensión,
olvida quién fuiste, olvídalo todo.

Me desangré por los ojos la mañana
que te quise llorar,
como un cachorro que se muerde la cola
en caída libre,
y decidí que lo mejor era entregar las armas
mientras ardía Caracas,
y vaciar el tintero sobre mis muslos.
Nada nos deparaba este viento cuántico.

Mañana por la tarde
Madrid escuchará un estruendo,
un lamento de verdades escondidas
cocinadas a fuego lento,
y saldrán sus hormigas a la calle,
señalando los cazas en el cielo,
orgullosos, de ser parte de esto,
de colorear con sus cenizas,
las ilustraciones de este cuento.

Ni luces,
ni tinieblas,
ni tu coño,
ni mi corazón,
ya no quiero nada, sólo esta canción,
me duelen los versos que pude escribir,
entre tanta frustración
ya no queda un poso de realidad.

Me despido para siempre,,
transformaré mis poemas en compost.

Abonaré con ellos una hermosa higuera,
y tal vez sonreiré
mientras sus ramas se secan.

Israel Liñán escribió: ↑Lun, 17 Mar 2025 17:08 Me desangré, se pudrieron mis venas,
soy el arroyo cuyo cauce enfrenta al desierto,
allá en los pasos dorados
de la antigua Samarcanda,
una sombra de lamentos
que se adhieren como fango.

A mi alrededor
los muertos susurran antiguas canciones,
hablan de ecos que rebotan en las cristaleras
de los edificios.

Mañana en la mañana
Madrid venderá su alma,
una lluvia que no moja
sellará el pacto,
las carreteras evaporarán su asfalto,
respiraremos cáncer
mientras se desgastan una a una
las salidas, las realidades.

Mira al frente
- pretendo ordenarme-
despega los ojos del suelo,
el cielo es un avispero de colores cálidos
y el sol se esconde sonrosado
tras las montañas,
levanta la vista,
respira el polvo en suspensión,
olvida quién fuiste, olvídalo todo.

Me desangré por los ojos la mañana
que te quise llorar,
como un cachorro que se muerde la cola
en caída libre,
y decidí que lo mejor era entregar las armas
mientras ardía Caracas,
y vaciar el tintero sobre mis muslos.
Nada nos deparaba este viento cuántico.

Mañana por la tarde
Madrid escuchará un estruendo,
un lamento de verdades escondidas
cocinadas a fuego lento,
y saldrán sus hormigas a la calle,
señalando los cazas en el cielo,
orgullosos, de ser parte de esto,
de colorear con sus cenizas,
las ilustraciones de este cuento.

Ni luces,
ni tinieblas,
ni tu coño,
ni mi corazón,
ya no quiero nada, sólo esta canción,
me duelen los versos que pude escribir,
entre tanta frustración
ya no queda un poso de realidad.

Me despido para siempre,,
transformaré mis poemas en compost.

Abonaré con ellos una hermosa higuera,
y tal vez sonreiré
mientras sus ramas se secan.