Crítica literaria a El homicida sabor del vacío, de Alejandro Costa

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Rafel Calle
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Crítica literaria a El homicida sabor del vacío, de Alejandro Costa

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EL HOMICIDA SABOR DEL VACÍO (ELEGÍA A MI GRAN AMIGO RAFAEL), DE ALEJANDRO COSTA

El homicida sabor del vacío es una elegía que enfrenta la pérdida de un ser querido con una intensidad emocional abrumadora. A través de una voz lírica que oscila entre la rabia, la tristeza y la súplica, el poeta construye un homenaje a su amigo Rafael, cuya ausencia se convierte en un vacío devorador.

El poema de Alejandro Costa presenta una estructura sin un esquema fijo de métrica o rima. Se caracteriza por el verso que se suele llamar libre, es decir, el verso que el autor escribe sin premeditación, lo cual permite una mayor flexibilidad expresiva y una cadencia que sigue el ritmo natural del lamento y la emotividad del hablante lírico. El que no haya un ritmo acentual producto de un patrón métrico uniforme, contribuye a la sensación de desorden emocional y flujo del pensamiento, un recurso típico en la poesía elegíaca moderna.

Apunto que al verso libre yo lo llamo multimétrico porque todos los versos tienen una metría determinada por mucho que el autor no haya pensado en el metro de sus versos. Lo mismo sucede con el ritmo, todos los versos tienen un ritmo determinado, es decir, cuando se escribe un verso el ritmo aparece en la sucesión de sílabas por medio del lenguaje escrito y de la oralidad, hasta la pausa versal, que es la detención obligada que existe al final de todos los versos.

Volviendo al trabajo de Alejandro, en el ritmo se perciben ciertos recursos que aportan musicalidad, por ejemplo:
-Repeticiones y paralelismos que crean un efecto de insistencia y súplica, reforzando la desesperación del hablante: “No te busques en las tinieblas,”, “No te pierdas entre las cortinas sin ventana,”
-El uso de sonidos repetidos (como la “n” y la “r”) genera un efecto sonoro envolvente: “del odio inenarrable que sienten mis venas al no poder ignorarte,”

En cuanto a la temática del poema, explora la pérdida y el duelo con una carga emocional intensa. Desde el inicio, se percibe la incredulidad ante la muerte del amigo: “Nadie podía imaginarlo, nadie quería hacerlo cierto.” Esta línea establece el tono de negación y asombro que impregna el poema.

El hablante lírico no solo expresa su dolor, sino que también interpela al amigo fallecido, acusándolo de ser “egoísta y traicionero”. Esta visión de la muerte como una traición refleja la impotencia ante la pérdida y la dificultad de aceptar el destino inevitable. Sin embargo, también hay un profundo amor en su lamento: “Fuiste patrón, enemigo de la tristeza y compañero de paliativos, amante de los días y riqueza en la oscuridad.”

La obra está estructurada en un vaivén de recuerdos luminosos y un presente devastado. La memoria de los momentos compartidos contrasta con la frialdad de la muerte y el vacío que deja. El último verso, que retoma el título del poema, refuerza la sensación de que la ausencia es casi tangible, un “homicida sabor” que deja al hablante lírico destrozado.

Estilísticamente, el lenguaje de Costa es profundamente poético y sensorial. El poema está lleno de imágenes vívidas que transmiten el dolor del duelo:
-“Te he sufrido durante los amaneceres más inoportunos, con la cadencia que una lágrima huye del ojo que la engendra.”
-“Tu mirada hacia ningún infinito y tu cuerpo maniatado por la inmovilidad eterna de tu regazo.”


La personificación de la muerte como un ente que “se encaprichó” de Rafael añade dramatismo y refuerza la idea de una partida injusta. Asimismo, el uso de repeticiones y paralelismos, como en “No te busques en las tinieblas… No te pierdas entre las cortinas sin ventana”, enfatiza la desesperación del hablante y su lucha por retener al amigo en su memoria.

El poema también juega con el tiempo: menciona fechas concretas (“Fue un uno de julio, ha sido un diecisiete de enero”) que refuerzan la idea de que la pérdida ha dejado una marca imborrable en el calendario del hablante.

Concluyendo, Alejandro Costa logra en El homicida sabor del vacío una elegía conmovedora y visceral. Su lenguaje emotivo y su estructura lírica envolvente permiten que el lector experimente la angustia del duelo de manera profunda. Es un poema que no solo honra la memoria del amigo perdido, sino que también expresa de forma universal el dolor de la pérdida, convirtiéndose en un canto a la amistad y a la imposibilidad de olvidar.

Mi enhorabuena, amigo Alejandro, junto a un fuerte abrazo.

P.D. No se me ocurre una manera mejor para agradecerte tu solidaridad y tu valiosa aportación a Alaire, que esta crítica literaria a una de tus obras imprescindibles.
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