Editorial Alaire

Antes de que caiga sobre mi lengua el hielo del silencio, antes de que se raje mi garganta y mi corazón se desplome como una bolsa de cuero, quiero decirte, vida mía, lo agradecido que estoy, por este hígado estupendo que me dejó comer todas tus rosas, el día que entré a tu jardín oculto sin que nadie me viera
Jaime Sabines







Sus labios imprudentes pronunciaron mi nombre
y después, un te quiero
unísono voló de su boca a la mía.
Entre ramas extremas, dos tacones alzaban su apetito,
incrédulos mis ojos, silbaban boquiabiertos.

Precipitados los colores y la tarde,
punzados ambos en el ansia de la carne,
sin pensar en herir,
ajustamos las manos y los errores.

Sus urgentes caderas fueron encierro dócil.
El instante preñó llegando con sus hojas
al ardiente infinito que abrazó mi imprudencia;
como tarde de agosto, fermenta el jugo de la vid,
ese negro licor que salva los ramajes
en la ilusión del álgido verano,
la sed
en la pelvis veloz de los deseos.

Fue el estío, hogar
donde los cuerpos habitaron.

Un puñal de estaciones esparció la avidez,
la fría patria rutinaria de los letargos
vistió al tiempo de selva,
miserias
que al raso de mi boca se perdieron en sueños.

Como un tímido sauce, en baldío horizonte,
mis manos sin las suyas decrecen destronadas

Observo el mar tranquilo de una taza vacía derramada en promesas.
una sombra cobija los miedos de mis propios abismos.

Huyo





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Dedicatoria.

A pesar de todas los intentos que urdimos,
del lazo de sangre y los pactos que fraguamos,
por las aceitunas negras y los "bocones",
por sugerirme al gran Pavlo Cohelo
por su tanga de rayas,
por la foto de su virgen y su sonrisa;
por la manifiesta complicidad alcanzada, por su ternura,
porque a pesar de todo lo que la quise y me quiso,
no fuimos capaces de construir ninguna historia

a C.X.R.L.
por todo su amor inacabado.

Primero, la cita de Jaime Sabines es extraordinaria...

Y tu poema es muy sensitivo, real, disperso en cierta nostalgia.

Me gustó mucho.

Un abrazo.

Gio.

Fue el estío, hogar
donde los cuerpos habitaron.

Un puñal de estaciones esparció la avidez,
la fría patria rutinaria de los letargos
vistió al tiempo de selva y miseria
y al raso de mi boca se perdieron los sueños.

Como un tímido sauce, en baldío horizonte,
mis manos sin las suyas decrecen destronadas

Observo el mar tranquilo de una taza vacía derramada en promesas.
una sombra cobija los miedos de mis propios abismos.

Huyo


No pongas el amor en mis manos como un pájaro muerto. (J.Sabines)


Una Historia de cualquier otoño tan bella como las anteriores, con un final que me ha recordado, o sugerido, otro, el de Aleluya de Sabines, que tomas como cita.

Aplausos, Alonso.

Blanca



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Dedicatoria.

A pesar de todas los intentos que urdimos,
del lazo de sangre y los pactos que fraguamos,
por las aceitunas negras y los "bocones",
por sugerirme al gran Pavlo Cohelo
por su tanga de rayas,
por la foto de su virgen y su sonrisa;
por la manifiesta complicidad alcanzada, por su ternura,
porque a pesar de todo lo que la quise y me quiso,
no fuimos capaces de construir ninguna historia

a C.X.R.L.
por todo su amor inacabado.[/quote]

Un poema fuerte sensitivo. El poeta despliega todo su armamento imaginativo para hacernos llegar toda la sensualidad del momento; y consigue una victoria total: el lector se rinde sin tregua alguna.

Abrazo, colegazo

Giovanni Collazos escribió:Primero, la cita de Jaime Sabines es extraordinaria...

Y tu poema es muy sensitivo, real, disperso en cierta nostalgia.

Me gustó mucho.

Un abrazo.

Gio.

gracias por tu comprensión Gio,
aquí me tienes deshilvanando algunos versos que
no me acababan de convencer y mediante sugerencias
de Ferreiro y Calle, creo que el resultado hoy es algo mejor que
el de ayer cuando colgué este poema

un abrazo amigo

.

Seducen los sentidos del poema hasta un final resignado. Un placer su recorrido
Un abrazo
Pilar

Desde la cita, el poema y hasta la dedicatoria es todo un excelente trabajo Alonso.. muy bueno
es todo un placer leerte... un abrazo - Juan José Cautivo

Alonso de Molina escribió: ***
Fue el estío, hogar
donde los cuerpos habitaron.

Un puñal de estaciones esparció la avidez,
la fría patria rutinaria de los letargos
vistió al tiempo de selva,
miserias
que al raso de mi boca se perdieron en sueños.

***
Observo el mar tranquilo de una taza vacía derramada en promesas.
una sombra cobija los miedos de mis propios abismos.

Huyo

Amigo Alonso, ¡qué hermoso relato de amor hecho poesía! Recorres las estaciones de los sentimientos y la sensualidad desde la entradilla hasta la dedicatoria con intensidad creciente y, a medida que el poema avanza, el verso se decanta como un excelente vino en versos limpios y transidos de otoñal desesperanza hasta la huida. Me ha encantado; es uno de esos poemas que alguna vez quise escribir. He llegado tarde, pero no lo siento porque el tuyo es perfecto.
Salud.

No tiene desperdicio esta serie de poemas, los sigo con máximo interés y admiración. Un abrazo, Alonso.

Excelente poema, querido amigo Alonso. Me ha encantado.
Veo una poesía bellísima, tratada con la paciencia técnica del autor que tiene oficio.
Esta sexta entrega de tu poemario, no le anda a la zaga a ninguna de las anteriores. Felicidades.
TE MANDO UN FUERTE ABRAZO.

Un sobrio trabajo que me ha gustado leer.
Su lenguaje es claro, rotundo, con mucho de
sugerencia.
Noto una serenidad, como una reflexión madura
sobre el sentimiento.

Un abrazo.
Óscar

Magistral entrega, Alonso.Todas las palabras en su santo lugar, el ritmo y la emoción inundan la lectura. Sabines hace fuerza para que el poema se luzca más aún todavia!!

Aplausos en primera fila,

Hallie

Como cambia la noche con la palabra, mi querido amigo Alonso. Uno puede venir con los párpados cansados, con un sabor amargo de trabajo en los labios. y sin embargo, es inevitable que a los hombros le nazcan pájaros y pañuelos, al leer poemas como este.

Muchas gracias por compartir

Abrazos

Cómo me gusta este poema Alonso, te noto muy cercano en estos versos, entregado...eso sin hablar de la forma y versos que de buenos casi tiemblan...precioso de verdad, amigo.

Un abrazo

Sara