El guerrero caído
Publicado: Dom, 09 Mar 2025 10:23
Cientos de batallas regresan a mis ojos cuando los párpados
enrojecen por la sangre vertida en el preludio estéril de mi muerte,
galopa mi caballo sin la grupa del jinete, en el filo de mi espada
agonizan las almas de los vencidos, este fragor de armaduras
fulge como hoguera de exterminio en el ojo del encuentro
frontal de los invictos contendientes bajo un cielo gris de lluvia
que no limpia las extremidades mutiladas vertidas sobre un campo
rojo donde los ríos de la finitud corren como fluido de extinción,
este olor a vísceras abiertas a la luz me llega ahora que, acribillado
por los mastines de la venganza, rememoro mi infancia en el vergel
de oriente bajo palmeras que daban sombra a las tiendas coloridas
donde vivir era solo un juego junto al oasis que me vio nacer,
humareda y calima en lontananza, a mi lado los estandartes
que ya no mece el aire, escudos de pino, lanzas y yelmos,
blasones y medias lunas como trofeos de rendición en montículos
que conmemoran la derrota sin piedad de mis creencias, herido diez
veces, con el estertor en los labios, mis rodillas rozando la tierra verdecida,
golpeo a mis enemigos, mato y me matan en el anochecer de pájaros sin luna;
en este fin cruel solo un recuerdo me asalta, tu carne virgen, tu amor puro,
tu juventud abrazándome y yo en tu regazo, dormido guerrero que reposa
en la calidez de aquel vientre que me regalaba la paz de los sueños.
enrojecen por la sangre vertida en el preludio estéril de mi muerte,
galopa mi caballo sin la grupa del jinete, en el filo de mi espada
agonizan las almas de los vencidos, este fragor de armaduras
fulge como hoguera de exterminio en el ojo del encuentro
frontal de los invictos contendientes bajo un cielo gris de lluvia
que no limpia las extremidades mutiladas vertidas sobre un campo
rojo donde los ríos de la finitud corren como fluido de extinción,
este olor a vísceras abiertas a la luz me llega ahora que, acribillado
por los mastines de la venganza, rememoro mi infancia en el vergel
de oriente bajo palmeras que daban sombra a las tiendas coloridas
donde vivir era solo un juego junto al oasis que me vio nacer,
humareda y calima en lontananza, a mi lado los estandartes
que ya no mece el aire, escudos de pino, lanzas y yelmos,
blasones y medias lunas como trofeos de rendición en montículos
que conmemoran la derrota sin piedad de mis creencias, herido diez
veces, con el estertor en los labios, mis rodillas rozando la tierra verdecida,
golpeo a mis enemigos, mato y me matan en el anochecer de pájaros sin luna;
en este fin cruel solo un recuerdo me asalta, tu carne virgen, tu amor puro,
tu juventud abrazándome y yo en tu regazo, dormido guerrero que reposa
en la calidez de aquel vientre que me regalaba la paz de los sueños.