Alegoría del derrumbe
Publicado: Mié, 22 Ene 2025 1:44
Cuando se activó la alerta de la memoria
y la gente comenzó de nuevo
a creer en ella, tras un largo tiempo
-aciago, inhóspito-
en las fosas del olvido,
volvió a manifestarse la belleza;
pero no la que se queda flotando
en aguas estancas,
la aparente, la banal,
la que se corrompe, marchita y muere,
sino la que deja huella, conmueve,
apasiona y construye mundos
que reparten esperanzas
y conciben otros aromas y bálsamos,
otros rumores de olas, otras verdades.
Aunque todavía potencia quebradiza,
incendiada estaba de sed y pasión,
de amor y abrazos.
Cuando llegaron las lluvias
y los campos, complacidos,
sacaron a relucir sus alfombras verdes,
salió de su crisálida infantil,
ávida de vida, esparciendo
entusiasmo adolescente
por un mundo despiadado
que nada sabía de sus fecundos dones:
los caminos de la felicidad,
los cauces del deseo,
la naturalidad de los cuerpos desnudos,
el material vertiginoso de la vida,
la chispa que brota como un manantial,
los deslumbrantes paisajes de la libertad…
Pero tan violentos fueron los golpes
de realidad recibidos por su osadía
que el mundo se deshizo a su alrededor.
¿Quién desea un día sucio, sucio, sucio
y la esperanza triturada
y tanta pesadumbre
y el tiempo medio muerto
arrastrándose de costado hacia atrás?
Como funestos augures,
siluetas opresoras marcaron en su piel
llagas enteras como tumbas
con hierros que retuercen, duelen
y arrancan alegrías para siempre:
“Nunca serás la luz alumbrando
las celebraciones de la libertad,
confórmate con ser sólo apariencia,
porque de ello depende tu futuro”.
Ahora, no es más que un ostentoso cofre
que guarda las cenizas
de todos los sueños, de todas las promesas,
de todos los nombres hermosos
y de todas las palabras que restauraban
epístolas y tiempos perdidos,
poemas malditos y gritos de libertad.
y la gente comenzó de nuevo
a creer en ella, tras un largo tiempo
-aciago, inhóspito-
en las fosas del olvido,
volvió a manifestarse la belleza;
pero no la que se queda flotando
en aguas estancas,
la aparente, la banal,
la que se corrompe, marchita y muere,
sino la que deja huella, conmueve,
apasiona y construye mundos
que reparten esperanzas
y conciben otros aromas y bálsamos,
otros rumores de olas, otras verdades.
Aunque todavía potencia quebradiza,
incendiada estaba de sed y pasión,
de amor y abrazos.
Cuando llegaron las lluvias
y los campos, complacidos,
sacaron a relucir sus alfombras verdes,
salió de su crisálida infantil,
ávida de vida, esparciendo
entusiasmo adolescente
por un mundo despiadado
que nada sabía de sus fecundos dones:
los caminos de la felicidad,
los cauces del deseo,
la naturalidad de los cuerpos desnudos,
el material vertiginoso de la vida,
la chispa que brota como un manantial,
los deslumbrantes paisajes de la libertad…
Pero tan violentos fueron los golpes
de realidad recibidos por su osadía
que el mundo se deshizo a su alrededor.
¿Quién desea un día sucio, sucio, sucio
y la esperanza triturada
y tanta pesadumbre
y el tiempo medio muerto
arrastrándose de costado hacia atrás?
Como funestos augures,
siluetas opresoras marcaron en su piel
llagas enteras como tumbas
con hierros que retuercen, duelen
y arrancan alegrías para siempre:
“Nunca serás la luz alumbrando
las celebraciones de la libertad,
confórmate con ser sólo apariencia,
porque de ello depende tu futuro”.
Ahora, no es más que un ostentoso cofre
que guarda las cenizas
de todos los sueños, de todas las promesas,
de todos los nombres hermosos
y de todas las palabras que restauraban
epístolas y tiempos perdidos,
poemas malditos y gritos de libertad.