Editorial Alaire

Esqueje

He plantado un esqueje que ha prendido en un bonito macetero,
el continente era de porcelana fina, ¿qué menos para una planta
de tanta belleza?.
Además era muy especial, una especie tan original que tuve que
mimarla, tratándola con suma delicadeza y amor.

El caso era que se aburría soberanamente y no sabía como
aprovecharse de su posición privilegiada para crecer sana y
olvidarse de esos momentos sin interés que le envolvían.

El celofán era opaco y no dejaba traspasar la luz del sol,
tampoco el agua de lluvia preciosísima, penetraba en su raíz.

Al final, quien lo hubiera pensado, pero el aburrimiento
Primero la anegó y más tarde destruyo

Arriba con la propuesta más reciente de Carmen.

Hola Rafel
Gracias por tu comentario. Ya ves que no presenta mucho agrado.
Un abrazo.

Buenos días, Carmen.
Esa palabra: esqueje, forma parte de mi infancia, de mi vida.
Mi madre y mi abuela intercambiaban esquejes constantemente de las plantas. Yo también. Me gustan las plantas. Tenía muchas hasta hasta el 2011 en que las dejé morir, dejé de regarlas para que se murieran después de morir ella. Fue una forma de castigar a las plantas. Y a mí. Tenía algunas de más de 20 años. Lo primero que hacía al llegar de trabajar era ir a ver mis plantas del balcón. Ver cómo crecían. Cuanto más bonitas y grandes estaban mejor me sentía. Hay una extraña relación entre las plantas y las heridas del alma.

Un saludo.

Hola Antonia.
Me ha encantado tu comentario.
!!! Es tan tierno y generoso!!!
Gracias y un abrazo