El sobrecogedor
Publicado: Vie, 13 Dic 2024 15:30

La evidencia destruye la sospecha,
como el calor del viento se lleva escalofríos
a manos llenas, dispersándose
mientras la luna oculta un punto del espacio,
y mueren renacuajos en la charca,
hombres curiosos en la duda,
parecidos en los ojos,
semblantes de distancia,
compuesta de caminos muertos
-¿Qué hacer cuando no existo?-,
racionales.
Con el arma enfundada del destino,
se abren las ilusiones,
como puertas raquíticas,
con apenas resquicios,
en los que el hombre entra con sueños por delante.
Pasea por los bordillos emocionales,
y se tuerce y se muere, mirada a mirada,
pulula por la carne y se pierde en el trance de una sonrisa.
Y resulta inquietante, le asusta presenciar,
y pensar, y él se vuelve aún más inquietante que lo que los sentidos le transmiten.
No sé dónde está el hombre, ni qué siente,
ni calcular tampoco los rechazos que sufre.
Puede ser que no quiera, que mantenga sus propias fantasías,
amparado en aquéllos.
Viven los espejismos de su mente,
porque la ha convertido en un desierto,
decidió reservar sus tiempos más fatídicos,
para pausar instantes, poner sus emociones a remojo,
sumergirse en sus olas.
No importa.
Desde allí no se oyen las preguntas,
ni el agua.
Dijo que las respuestas condicionan,
que todos los desprecios los vive desde fuera.
Que quería morir a su turno,
y nunca con el no.
Por amor él me dijo que quería estar solo.
Que vivir y morir no se hace en compañía.
Estaba preparado para irse
lo más lejos que nadie pudiera imaginar.
No volví a verlo, no de alma presente.
Así que decidí ponerle nombre:
"Lo que yo habría sido en otra vida."
como el calor del viento se lleva escalofríos
a manos llenas, dispersándose
mientras la luna oculta un punto del espacio,
y mueren renacuajos en la charca,
hombres curiosos en la duda,
parecidos en los ojos,
semblantes de distancia,
compuesta de caminos muertos
-¿Qué hacer cuando no existo?-,
racionales.
Con el arma enfundada del destino,
se abren las ilusiones,
como puertas raquíticas,
con apenas resquicios,
en los que el hombre entra con sueños por delante.
Pasea por los bordillos emocionales,
y se tuerce y se muere, mirada a mirada,
pulula por la carne y se pierde en el trance de una sonrisa.
Y resulta inquietante, le asusta presenciar,
y pensar, y él se vuelve aún más inquietante que lo que los sentidos le transmiten.
No sé dónde está el hombre, ni qué siente,
ni calcular tampoco los rechazos que sufre.
Puede ser que no quiera, que mantenga sus propias fantasías,
amparado en aquéllos.
Viven los espejismos de su mente,
porque la ha convertido en un desierto,
decidió reservar sus tiempos más fatídicos,
para pausar instantes, poner sus emociones a remojo,
sumergirse en sus olas.
No importa.
Desde allí no se oyen las preguntas,
ni el agua.
Dijo que las respuestas condicionan,
que todos los desprecios los vive desde fuera.
Que quería morir a su turno,
y nunca con el no.
Por amor él me dijo que quería estar solo.
Que vivir y morir no se hace en compañía.
Estaba preparado para irse
lo más lejos que nadie pudiera imaginar.
No volví a verlo, no de alma presente.
Así que decidí ponerle nombre:
"Lo que yo habría sido en otra vida."