Celebración del ocaso

[Ramón Carballal]

En la inmensidad del silencio tañen las campanas
un ritual de sombras, duele el ayer como duele la respiración
cuando son de hielo las moléculas del orden
que atraviesan las conductos filiales
como espinas que se clavan en la memoria.
Sentencia del crepúsculo en las pestañas
que han llorado por los tibios eclipses del dolor,
mortecino el alfil que aún recorre los mapas
de una singladura sin álamos a la vera de ríos sin caudal,
y este atril de luz que en mi rostro de carne envejecida se vence,
esta ceniza de orgullo que tizna mis manos,
aquel reflejo de éxtasis, de luminaria en flor,
aquella imagen de pájaros bajo el azul,
la celosía a través de la cual se adivinaba
un rubor blanco de jazmín en tu piel adolescente.
Todo es piedad, carcoma en el rubí que ya no luce púrpura,
y equinoccios como una red de fantasía
que al recordar su dibujo se transforman en misterio pétreo,
en algas de un mar estéril, lago casi, estanque, pila,
vidrio que contiene una lágrima, un átomo invencible
que aguanta la plañidera canción de los relojes,
el frío del solitario en su urna de cristal, tu voz tras el lienzo,
tus pasos deslizándose como canoas de senectud
por los canales en sombra de la casa,
los espejos velados junto a los búcaros vacíos,
los libros, los candiles, el marfil y el oro,
la luz insomne, este arroyo que estrecha sus orillas
hasta que ya no fluya por su cauce más que un latido,
un pequeño latido que solo yo escucho, lentamente, morir.

[Marisa Peral]

Preciosa celebración.
Me gustan los ocasos y los disfruto siempre que puedo.
Felicidades por este poema tan evocador.
Bicos

[Ana Muela Sopeña]

Una belleza de poema, Ramón:

Adoro la hora mágica del crepúsculo. Sus luces, sus sombras, su nostalgia, su arrebatador secreto.

Enhorabuena
Un beso
Ana

[Alejandro Costa]

Una maravilla, Ramón.

No sé de dónde eres capaz de sacar tanta imaginación, esos versos aderezados por unas metáforas perfectas y bellísimas.

Otra genialidad.

Precioso ocaso.

Un abrazo.

Salud, paz y felicidad.

[Ramón Carballal]

Preciosa celebración.
Me gustan los ocasos y los disfruto siempre que puedo.
Felicidades por este poema tan evocador.
Bicos

Gracias, Marisa, por tu amabilidad. Bicos.

[Armilo Brotón]

Es también, este poema plagado de aciertos rítmico literarios, una celebración de la poesía. Las metáforas sello de la casa, el campo semántico conforman una bella alegoría de la erosión del tiempo, pero me ha gustado mucho que detrás sigue latiendo la ilusión por el presente, por la vida.

Un abrazote mi amigo

[Ramón Carballal]

Una belleza de poema, Ramón:

Adoro la hora mágica del crepúsculo. Sus luces, sus sombras, su nostalgia, su arrebatador secreto.

Enhorabuena
Un beso
Ana

Gracias, Ana. Un beso.

[Ramón Carballal]

Una maravilla, Ramón.

No sé de dónde eres capaz de sacar tanta imaginación, esos versos aderezados por unas metáforas perfectas y bellísimas.

Otra genialidad.

Precioso ocaso.

Un abrazo.

Salud, paz y felicidad.

Gracias, Alejandro. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Es también, este poema plagado de aciertos rítmico literarios, una celebración de la poesía. Las metáforas sello de la casa, el campo semántico conforman una bella alegoría de la erosión del tiempo, pero me ha gustado mucho que detrás sigue latiendo la ilusión por el presente, por la vida.

Un abrazote mi amigo

Gracias, Miguel. Un abrazo.

[E. R. Aristy]

Maravilloso poema, Ramón! Salud y vida!

[Ramón Carballal]

Maravilloso poema, Ramón! Salud y vida!

Gracias, ERA, por tus palabras. Un fuerte abrazo.

[Rafel Calle]

Arriba con este bello, interesante y evocador poema de Ramón Carballal.

[Pilar Morte]

Maravilloso poema para disfrutar poesía. Genialidad en las imágenes, como siempre.
Es un lujo leerte.
Abrazos y felicidad

[xaime oroza carballo]

En la inmensidad del silencio tañen las campanas
un ritual de sombras, duele el ayer como duele la respiración
cuando son de hielo las moléculas del orden
que atraviesan las conductos filiales
como espinas que se clavan en la memoria.
Sentencia del crepúsculo en las pestañas
que han llorado por los tibios eclipses del dolor,
mortecino el alfil que aún recorre los mapas
de una singladura sin álamos a la vera de ríos sin caudal,
y este atril de luz que en mi rostro de carne envejecida se vence,
esta ceniza de orgullo que tizna mis manos,
aquel reflejo de éxtasis, de luminaria en flor,
aquella imagen de pájaros bajo el azul,
la celosía a través de la cual se adivinaba
un rubor blanco de jazmín en tu piel adolescente.
Todo es piedad, carcoma en el rubí que ya no luce púrpura,
y equinoccios como una red de fantasía
que al recordar su dibujo se transforman en misterio pétreo,
en algas de un mar estéril, lago casi, estanque, pila,
vidrio que contiene una lágrima, un átomo invencible
que aguanta la plañidera canción de los relojes,
el frío del solitario en su urna de cristal, tu voz tras el lienzo,
tus pasos deslizándose como canoas de senectud
por los canales en sombra de la casa,
los espejos velados junto a los búcaros vacíos,
los libros, los candiles, el marfil y el oro,
la luz insomne, este arroyo que estrecha sus orillas
hasta que ya no fluya por su cauce más que un latido,
un pequeño latido que solo yo escucho, lentamente, morir.

É un poema moi fermoso, Ramón. "Saímos navega-lo misterio do segredo do solpor".
Fonda aperta, compañeiro.

[Francesch Vicent]

La partida de ajedrez que uno juega contra el tiempo y la muerte, dos caras de la misma moneda, está perdida de antemano. Lo único que se puede hacer es intentar alargarla todo lo que se pueda para que el "pequeño latido que solo yo escucho, lentamente, morir" aguante un día más... Magnífica y muy hermosa alegoría sobre el lento (no para todos), pero inexorable fluir del tiempo.
Un cordial saludo, amigo poeta