Editorial Alaire

Es eso, pasa la vida de reojo,
quitándose los zapatos, al paso,
constante y sin voltear.

La lluvia que caía meses atrás
era un goteo sin fin,
una infinita y profunda lágrima.

Las árboles atravesados
por el ronquido gris,
algo que se quebraba
en los bosques del recuerdo.

Oír la nada,
la respiración,

la respiración era un galgo cansino,
el vapor acomodándose en el cristal
no dejaba ver la loica sangrando.

Ver caer a pedazos la primavera roja,
la muerte repetida del cardo,
espina que alguna vez acaricié sabiendo,
sabiendo que me mataba.

Me complace inaugurar los comentarios de este poema, Antonio:

Excelentes versos. Con un final muy bueno.

A veces lo que un día fue bello, más tarde ya no lo podemos soportar.

Así somos...

Un beso grande
Ana

Un lamento triste este poema, Antonio, que disfruto de principio a fin con ese cierre que lo dice todo.
Es un muy buen trabajo, amigo, felicidades.

Un abrazo fuerte.

Ana Muela Sopeña escribió: ↑Mié, 11 Dic 2024 13:29 Me complace inaugurar los comentarios de este poema, Antonio:

Excelentes versos. Con un final muy bueno.

A veces lo que un día fue bello, más tarde ya no lo podemos soportar.

Así somos...

Un beso grande
Ana

Muchas gracias Ana! si estuviéramos más cerca te invitaría un café para hablar de poesía.
Un abrazo!

Satír.

Muy serio y triste éste poema con versos de gran calibre.

Coincido con Ana y Marisa, el final, aunque terrible es muy bello.

Un abrazo.

Salud, paz y felicidad.

Muy triste y real este poema tuyo Antonio.
Siempre pienso que las espinas mortales son aquellas que son a primera vista Muy suaves.
Un abrazo me ha gustado tu poema. Gracias

Marisa Peral escribió: ↑Mié, 11 Dic 2024 13:38 Un lamento triste este poema, Antonio, que disfruto de principio a fin con ese cierre que lo dice todo.
Es un muy buen trabajo, amigo, felicidades.

Un abrazo fuerte.

Muchas gracias Marisa, no entro mucho al foro, solo a veces y muy esporádicamente, pero agradezco que se den un tiempo para leerme.

Un abrazo!