
Aunque llevas la frente despejada
tu mirada de cuarzo te delata.
Sigues igual,
aferrado a las valvas de tu concha
mirando siempre adentro,
poniéndote vendajes donde no existen heridas,
con los sueños replegados
en estéril huída hacia la nada.
Niegas una y otra vez
la imagen que percibes de tí mismo
al ver que se diluyen como el humo
las nubes de laurel,esas nubes,
que coronaban tus viscerales sueños.
Y ves,perdido el pulso,
como los rayados colores del espectro
prefieren sonreir junto a la lluvia
antes que ocultar las luces de su idilio
tras las cerradas sombras de la noche.
Por eso,
abre el círculo que oprime tus raíces
mostrando sin reparos el clima templado de tu gruta,
y así podrás sentir
el dulce rumor que sobreviene lentamente
al contemplar el silencio de las piedras.
*Andros