Mi alma y yo

[Ramón Carballal]

Y si no te oigo en mi respirar cuando haces de mí la noche
o asaltas el día con tu boca que susurra un aliento de paz,
flujo sin barreras por los istmos de un continente
que me limita con su solo latir, su sola sangre;
mi único cuerpo que recibe el alud de tu palabra,
la caricia de unas alas en el costado que niega ser unidad
como si en la fosa que inunda los silencios de la razón
hubiera canciones sin memoria, espejos que repiten las fábulas del azar,
pájaros que migran por los túneles de mi latitud dejando de ser pájaros
de un solo nido, voces que llegan con guirnaldas rojas
para habitar mi propia voz, retráctil coro en la penumbra,
mitosis de un espíritu que sobrevivirá al luto de la luz
en la ajada piel del envoltorio que aún me contiene.

[F. Enrique]

Soberbio, Ramón. Aplausos.

Tienes una voz propia, le pese a quien le pese.

Un abrazo.

[Ricardo López Castro]

Interesante, Ramón.
A mí me ayuda mucho pensar que todos tenemos un alma.
Gracias por compartir.
Abrazos y felicidad!

[Armilo Brotón]

la caricia de unas alas en el costado que niega ser unidad
como si en la fosa que inunda los silencios de la razón
hubiera canciones sin memoria,

¡Qué bellos estos versos amigo! Y qué razón tienes, me emocionaron.
Un gran abrazo Ramón

[E. R. Aristy]

Y si no te oigo en mi respirar cuando haces de mí la noche
o asaltas el día con tu boca que susurra un aliento de paz,
flujo sin barreras por los istmos de un continente
que me limita con su solo latir, su sola sangre;
mi único cuerpo que recibe el alud de tu palabra,
la caricia de unas alas en el costado que niega ser unidad
como si en la fosa que inunda los silencios de la razón
hubiera canciones sin memoria, espejos que repiten las fábulas del azar,
pájaros que migran por los túneles de mi latitud dejando de ser pájaros
de un solo nido, voces que llegan con guirnaldas rojas
para habitar mi propia voz, retráctil coro en la penumbra,
mitosis de un espíritu que sobrevivirá al luto de la luz
en la ajada piel del envoltorio que aún me contiene.

Hermoso y conmovedor reconocimiento del valor eterno del espíritu. Me recuerda su belleza al poema de Carl Jung:

Alma mía, ¿dónde estás? ¿Me escuchas? Te hablo, te llamo, ¿estás ahí? He vuelto, estoy aquí de nuevo. He sacudido el polvo de todas las tierras de mis pies y he venido a ti, estoy contigo. Después de largos años de vagar, he vuelto a ti. ¿Debo contarte todo lo que he visto, experimentado y bebido? ¿O no quieres oír hablar de todo el ruido de la vida y del mundo? Pero una cosa debes saber: lo único que he aprendido es que uno debe vivir esta vida. ¿Aún me conoces? ¡Cuánto duró la separación! Todo se ha vuelto tan diferente. ¿Y cómo te encontré? ¡Qué extraño fue mi viaje! ¿Qué palabras debo usar para decirte por qué caminos torcidos me ha guiado una buena estrella hasta ti? Dame tu mano, mi alma casi olvidada. Qué cálida alegría al verte de nuevo, alma rechazada durante mucho tiempo. La vida me ha llevado de regreso a ti. Agradezcamos a la vida que he vivido todas las horas felices y todas las tristes, por cada alegría, por cada tristeza. Alma mía, mi viaje debe continuar contigo. Caminaré contigo y ascenderé a mi soledad.
C.G. Jung, El libro rojo: Liber Novus


Tags: alma

Abrazos, querido Ramón.

[Marisa Peral]

Y si no te oigo en mi respirar cuando haces de mí la noche
o asaltas el día con tu boca que susurra un aliento de paz,
flujo sin barreras por los istmos de un continente
que me limita con su solo latir, su sola sangre;
mi único cuerpo que recibe el alud de tu palabra,
la caricia de unas alas en el costado que niega ser unidad
como si en la fosa que inunda los silencios de la razón
hubiera canciones sin memoria, espejos que repiten las fábulas del azar,
pájaros que migran por los túneles de mi latitud dejando de ser pájaros
de un solo nido, voces que llegan con guirnaldas rojas
para habitar mi propia voz, retráctil coro en la penumbra,
mitosis de un espíritu que sobrevivirá al luto de la luz
en la ajada piel del envoltorio que aún me contiene.

No puedo acotar porque todo el poema es excelente.
Introspección sublime que hace que recapacite sobre lo que expones, Ramón, aquí y en el foro de prosa.

Felicidades y un bico.

[Alejandro Costa]

Magnífico, Ramón.

El que te busca y te lee, siempre acierta.

Eres único.

Un abrazo, compañero.

Salud, paz y felicidad.

[Ana Muela Sopeña]

Increíble, Ramón:

Una introspección profunda sobre el alma, sobre la vida, sobre el sentido de la existencia. Todo ello con un lenguaje de gran lirismo.

Enhorabuena
Me ha gustado mucho
Un abrazo
Ana

[Carmen Moro Frías]

Hola Ramón
Soberbio ese recorrido existencialismo.
Gracias y un abrazo

[Pilar Morte]

Lo he releído porque la profundidad de la introspección que haces requiere conectarse en la misma vibración. Magnífico poema. Felicidades.
Un abrazo grande y salud

[Ramón Castro Méndez]

Grande, muy grande, Ramón.
Enhorabuena.

Un fuerte abrazo

[Ramón Carballal]

Soberbio, Ramón. Aplausos.

Tienes una voz propia, le pese a quien le pese.

Un abrazo.

Gracias por tus generosas palabras. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Interesante, Ramón.
A mí me ayuda mucho pensar que todos tenemos un alma.
Gracias por compartir.
Abrazos y felicidad!

Gracias por leer y comentar. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

la caricia de unas alas en el costado que niega ser unidad
como si en la fosa que inunda los silencios de la razón
hubiera canciones sin memoria,

¡Qué bellos estos versos amigo! Y qué razón tienes, me emocionaron.
Un gran abrazo Ramón

Gracias, Armilo. Un fuerte abrazo para ti.

[Ramón Carballal]

Y si no te oigo en mi respirar cuando haces de mí la noche
o asaltas el día con tu boca que susurra un aliento de paz,
flujo sin barreras por los istmos de un continente
que me limita con su solo latir, su sola sangre;
mi único cuerpo que recibe el alud de tu palabra,
la caricia de unas alas en el costado que niega ser unidad
como si en la fosa que inunda los silencios de la razón
hubiera canciones sin memoria, espejos que repiten las fábulas del azar,
pájaros que migran por los túneles de mi latitud dejando de ser pájaros
de un solo nido, voces que llegan con guirnaldas rojas
para habitar mi propia voz, retráctil coro en la penumbra,
mitosis de un espíritu que sobrevivirá al luto de la luz
en la ajada piel del envoltorio que aún me contiene.

Hermoso y conmovedor reconocimiento del valor eterno del espíritu. Me recuerda su belleza al poema de Carl Jung:

Alma mía, ¿dónde estás? ¿Me escuchas? Te hablo, te llamo, ¿estás ahí? He vuelto, estoy aquí de nuevo. He sacudido el polvo de todas las tierras de mis pies y he venido a ti, estoy contigo. Después de largos años de vagar, he vuelto a ti. ¿Debo contarte todo lo que he visto, experimentado y bebido? ¿O no quieres oír hablar de todo el ruido de la vida y del mundo? Pero una cosa debes saber: lo único que he aprendido es que uno debe vivir esta vida. ¿Aún me conoces? ¡Cuánto duró la separación! Todo se ha vuelto tan diferente. ¿Y cómo te encontré? ¡Qué extraño fue mi viaje! ¿Qué palabras debo usar para decirte por qué caminos torcidos me ha guiado una buena estrella hasta ti? Dame tu mano, mi alma casi olvidada. Qué cálida alegría al verte de nuevo, alma rechazada durante mucho tiempo. La vida me ha llevado de regreso a ti. Agradezcamos a la vida que he vivido todas las horas felices y todas las tristes, por cada alegría, por cada tristeza. Alma mía, mi viaje debe continuar contigo. Caminaré contigo y ascenderé a mi soledad.
C.G. Jung, El libro rojo: Liber Novus


Tags: alma

Abrazos, querido Ramón.

Gracias, ERA, por leer y comentar y por el interesante poema de Jung. Un abrazo.