Aquel pájaro

[Alejandro Costa]

Aquel pájaro sigue sobre la cornisa,
mirando al cielo enamorado,
sin barrotes, sin cadenas,
de color azul blanco de libertad.

Los árboles le saludan a diario,
le permiten que salte entre sus ramas,
descanse entre su follaje,
les anime con su canto y disfrute junto a ellos.

Son las farolas estrellas de luz cercana,
como esa carta de amor
que sin decir nada, emociona,
y el cielo le acompaña cerrada la noche,
mientras adorna su penumbra
con luceros en forma de aves
y estrellas como decoración de universo.

El pájaro pasea su sombra nocturna
por los mundos bajos,
entre montones de hormigón
y jardines ornamentados artificialmente.

Su vuelo se vuelve pausado,
triste,
vaga por lugares de rejas, oscuridad y silencio,
busca ese árbol que un día fue su amigo
a los compañeros a los que el viento agitaba sus ramas.

Busca el cielo limpio de ayer,
el brillo de una noche estrellada,
la lluvia fresca y cristalina de otoño,
el pasto que otrora alfombraba el suelo,
ahora carbonizado de alquitrán,
y el diminuto mundo animal que lo llenaba de vida.

Trata de respirar el aroma de la naturaleza,
más queda envuelto en un halo de polución,
de doloroso veneno.

Y huye,
asciende a lo alto de un mundo caótico,
espera el amanecer,
para encontrar un cielo borroso, dilapidado,
con barreras de barrotes y cadenas oxidadas,
de color azul grisáceo y túnica enfermiza.

Aquel pájaro sobre la cornisa,
ya no vuela,
el sol, dañado, es incapaz de dibujar su sombra.

Apenas quedan árboles que le puedan saludar,
ni ramas que no estén secas o calcinadas.

Aquel pájaro de la infancia.

[Ana García]

Qué bien has dibujado el paso del tiempo.
No sé yo si cualquier tiempo pasado fue mejor. Noto mucha añoranza en este poema, pero no le resta ni un ápice de belleza y originalidad.
Un abrazo.
Mi halcón mental me observa, pero sabe que tú eres mi buen amigo.

[Ramón Carballal]

Las ciudades no son el mejor lugar para los pájaros, eso seguro. Un poema muy en tu estilo, con buena elaboración y con ese verso final que lo sella de forma excelente. Un fuerte abrazo.

[Pilar Morte]

Ese pájaro, símbolo de una vida pasada, ha traído versos muy bellos e imágenes muy acertadas. Me gustó mucho.
UN placer leerte.
Un abrazo grande y felicidad

[Armilo Brotón]

Estupenda alegoría estimado amigo Alejandro, compañero de locuras.
Te mando un abrazote esperando que estés bien.

[Alejandro Costa]

Qué bien has dibujado el paso del tiempo.
No sé yo si cualquier tiempo pasado fue mejor. Noto mucha añoranza en este poema, pero no le resta ni un ápice de belleza y originalidad.
Un abrazo.
Mi halcón mental me observa, pero sabe que tú eres mi buen amigo.

Soy tu amigo, no sé si bueno o no, pero soy tu amigo.

Me he enterado, por algún que otro comentario, que tu salud no anda precisamente por el buen camino.

Lo siento con el alma y con el corazón. Yo llevo muchos años padeciendo mi enfermedad y sé que llevarla, a veces, es una cruz demasiado pesada.

Espero, de todo corazón, que te vayas recuperando y que esta lacra, te deje, al menos, vivir sin padecer.

Gracias por tus palabras, por tu compañía y por tu amistad.

Te aprecio y hasta podría decir que tengo un puntito de querer.

Un besazo, Anita, y un abrazo que te llene de calor.

Salud, paz y felicidad.

[E. R. Aristy]

Aquel pájaro sigue sobre la cornisa,
mirando al cielo enamorado,
sin barrotes, sin cadenas,
de color azul blanco de libertad.

Los árboles le saludan a diario,
le permiten que salte entre sus ramas,
descanse entre su follaje,
les anime con su canto y disfrute junto a ellos.

Son las farolas estrellas de luz cercana,
como esa carta de amor
que sin decir nada, emociona,
y el cielo le acompaña cerrada la noche,
mientras adorna su penumbra
con luceros en forma de aves
y estrellas como decoración de universo.

El pájaro pasea su sombra nocturna
por los mundos bajos,
entre montones de hormigón
y jardines ornamentados artificialmente.

Su vuelo se vuelve pausado,
triste,
vaga por lugares de rejas, oscuridad y silencio,
busca ese árbol que un día fue su amigo
a los compañeros a los que el viento agitaba sus ramas.

Busca el cielo limpio de ayer,
el brillo de una noche estrellada,
la lluvia fresca y cristalina de otoño,
el pasto que otrora alfombraba el suelo,
ahora carbonizado de alquitrán,
y el diminuto mundo animal que lo llenaba de vida.

Trata de respirar el aroma de la naturaleza,
más queda envuelto en un halo de polución,
de doloroso veneno.

Y huye,
asciende a lo alto de un mundo caótico,
espera el amanecer,
para encontrar un cielo borroso, dilapidado,
con barreras de barrotes y cadenas oxidadas,
de color azul grisáceo y túnica enfermiza.

Aquel pájaro sobre la cornisa,
ya no vuela,
el sol, dañado, es incapaz de dibujar su sombra.

Apenas quedan árboles que le puedan saludar,
ni ramas que no estén secas o calcinadas.

Aquel pájaro de la infancia.

Algo fundamental se ha enfermado o dañado. La naturaleza m8sma reclama el daño y el abuso a que han sido sujetos. Me hace pensar en la industrialización, en los cañaverales de esclavos para la droga del azúcar. Me hace pensar que el seno familiar apenas existe. Que hemos perdido algo fundamental e irreemplazable. Uno de los mejores poemas que leído y que expresa a gran capacidad el daño de un progreso ciego al ecosistema emocional y espiritual del ser humano y la naturaleza misma. Un abrazo grande

[Alejandro Costa]

Las ciudades no son el mejor lugar para los pájaros, eso seguro. Un poema muy en tu estilo, con buena elaboración y con ese verso final que lo sella de forma excelente. Un fuerte abrazo.

Gracias, Ramón.

Un abrazo.

Salud, paz y felicidad.

[Alejandro Costa]

Ese pájaro, símbolo de una vida pasada, ha traído versos muy bellos e imágenes muy acertadas. Me gustó mucho.
UN placer leerte.
Un abrazo grande y felicidad

Gracias, Pilar.

Siempre tan amable.

Besos.

Salud, paz y felicidad.

[Alejandro Costa]

Estupenda alegoría estimado amigo Alejandro, compañero de locuras.
Te mando un abrazote esperando que estés bien.

Gracias, amigo.

Te devuelvo el abrazo con todo el calor de mi corazón y con el mismo deseo.

Salud, paz y felicidad.

[F. Enrique]

Me ha gustado tu poema, Alejandro. Ese pájaro de la niñez ya no está, pero vuela en nuestras memorias cuando soñamos.

Un abrazo.

[Ana Muela Sopeña]

Qué maravilla, Alejandro:

Has escrito una alegoría preciosa y encantadora.

Expresa muchas emociones. El paso del tiempo, la infancia, la pérdida de la naturaleza por la urbanización de los espacios...

En fin... una gozada.

Enhorabuena
Un beso enorme
Ana

[Alejandro Costa]

Aquel pájaro sigue sobre la cornisa,
mirando al cielo enamorado,
sin barrotes, sin cadenas,
de color azul blanco de libertad.

Los árboles le saludan a diario,
le permiten que salte entre sus ramas,
descanse entre su follaje,
les anime con su canto y disfrute junto a ellos.

Son las farolas estrellas de luz cercana,
como esa carta de amor
que sin decir nada, emociona,
y el cielo le acompaña cerrada la noche,
mientras adorna su penumbra
con luceros en forma de aves
y estrellas como decoración de universo.

El pájaro pasea su sombra nocturna
por los mundos bajos,
entre montones de hormigón
y jardines ornamentados artificialmente.

Su vuelo se vuelve pausado,
triste,
vaga por lugares de rejas, oscuridad y silencio,
busca ese árbol que un día fue su amigo
a los compañeros a los que el viento agitaba sus ramas.

Busca el cielo limpio de ayer,
el brillo de una noche estrellada,
la lluvia fresca y cristalina de otoño,
el pasto que otrora alfombraba el suelo,
ahora carbonizado de alquitrán,
y el diminuto mundo animal que lo llenaba de vida.

Trata de respirar el aroma de la naturaleza,
más queda envuelto en un halo de polución,
de doloroso veneno.

Y huye,
asciende a lo alto de un mundo caótico,
espera el amanecer,
para encontrar un cielo borroso, dilapidado,
con barreras de barrotes y cadenas oxidadas,
de color azul grisáceo y túnica enfermiza.

Aquel pájaro sobre la cornisa,
ya no vuela,
el sol, dañado, es incapaz de dibujar su sombra.

Apenas quedan árboles que le puedan saludar,
ni ramas que no estén secas o calcinadas.

Aquel pájaro de la infancia.

Algo fundamental se ha enfermado o dañado. La naturaleza m8sma reclama el daño y el abuso a que han sido sujetos. Me hace pensar en la industrialización, en los cañaverales de esclavos para la droga del azúcar. Me hace pensar que el seno familiar apenas existe. Que hemos perdido algo fundamental e irreemplazable. Uno de los mejores poemas que leído y que expresa a gran capacidad el daño de un progreso ciego al ecosistema emocional y espiritual del ser humano y la naturaleza misma. Un abrazo grande

Siempre tan amable y tan cerca.

Gracias, Era.

Me acuerdo mucho de ti.

Un beso.

[Alejandro Costa]

Me ha gustado tu poema, Alejandro. Ese pájaro de la niñez ya no está, pero vuela en nuestras memorias cuando soñamos.

Un abrazo.

Y cuando el recuerdo, por algún motivo u otro, se activa.

Gracias, paisano.

Un abrazo.

[Alejandro Costa]

Qué maravilla, Alejandro:

Has escrito una alegoría preciosa y encantadora.

Expresa muchas emociones. El paso del tiempo, la infancia, la pérdida de la naturaleza por la urbanización de los espacios...

En fin... una gozada.

Enhorabuena
Un beso enorme
Ana

Un besazo, desde lo más profundo del alma.

Y millones de gracias, Ana.